El imputado Macario Benítez / Foro Ciudadano contra la Incineración Tenerife.- A ver, no es que nosotros -ni probablemente la familia de Montaña Carbonero tampoco- tengamos nada contra el hecho de que el imputado Macario Benítez levante su esperpéntica valla publicitaria en la huerta con cuya propiedad se hizo no hace mucho (2004) mediante expediente de dominio (todo legal) y que después, como por arte de birlibirloque, fuera recalificada de tal forma que en el nuevo PGO recurrido de El Rosario ahí se pueden hacer ahora un par de hileras de adosados, para lo que es fundamental mamarle un unos cuantos bancales a la familia González Gil de la montaña que heredaron de sus padres y que pretenden seguir cultivando frente a los afanes urbanizadores de Macario Benítez, que necesita de los terrenos agrícolas de los Gil para pasar la carretera que le permitiría facilitar los accesos a sus futuros adosados. Parece mentira, lo sé, pero es tal y como se los estoy contando. Pero no, como decíamos no no se trata de nos parezca ni bien ni mal que Macario ponga vallas, pero la pregunta es muy sencilla: ¿No tenía este hombre otro sitio donde montar ese andamio, de hierros medio podridos, que frente a una familia a la que ha pretendido echar hasta del padrón municipal por discrepar y en lo cual ha insistido con dinero público pese a los varapalos judiciales?
Pero en fin, acaso las propias formas, unos cuantos hierros viejos, podridos, amarrados con alambre, cogidos malamente con cemento en el mismo centro de la huerta que podría tener aunque sea limpia (que se trata de la entrada del pueblo)... pudieran ser sólo un síntoma de la decadencia de un régimen caciquil que, como en otros varios municipios de Tenerife, han puesto en jaque no sólo a los principios democráticos más elementales (comenzando por el respeto y la consideración debida al que opina distinto) sino que, hoy por hoy, se está poniendo en juego mucho más si frente a corruptelas como las de Carbonero, Machado o Varadero el sistema democrático se mostrara incapaz de ofrecer una respuesta proporcionada mediante la aplicación estricta de las normas que, se supone, nos deberían proteger a los más débiles del abuso del poderoso, como el propio Santiago Pérez denunciara estos días -yo creo que un poco a destiempo- una vez que su pérdida de influencia y de poder en el PSOE (después de que el Aguilar saliera por patas cuando casi nos había vendido la moto) le hizo caerse de la higuera.
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