Por Lorenzo Gonzalo (*). El viernes 8 de Abril en la tarde, ya casi de noche, leí por última vez un artículo publicado en el periódico Washington Post. Hasta ese momento había sido leído por 55 personas.
El comentario en cuestión fue escrito por la Sra. Yoani Sánchez, quien radica en Cuba. El contenido de su análisis es la reciente visita de Jimmy Carter a Cuba. La Sra. Sánchez, contradictoriamente y a pesar de todas las cosas negativas que expresa en su artículo se queja de la falta de libertad de expresión en la Isla.
Yoani, al escribir, lo hace desde la misma perspectiva con que pueda hacerlo un funcionario estadounidense.
En esta época no creo que muchas personas, especialmente de la izquierda, estén plenamente de acuerdo con las políticas seguidas por Cuba durante la era soviética. Muchos cubanos, incluso algunos en altos niveles de gobierno, han catalogado las experiencias sociales del Siglo XX, encaminadas a lograr un cambio de sistema, como “la aventura socialista”. El propio Raúl Castro, se ha referido a ese proceso como “el viaje a lo ignoto”. O sea, a estas alturas no hay dudas que el esfuerzo por establecer cambios, conducentes a una revolución en pos de alcanzar una mejor adecuación de las prácticas económicas al uso y a su vez una franca participación ciudadana en los asuntos generales del Estado, es un recorrido que transita aún por aciertos y errores.
Desde los primeros cambios sociopolíticos, originados con los primeros atisbos del parlamentarismo en Inglaterra, hasta el surgimiento del sistema político estadounidense, basado en la propiedad y los ingresos personales (condición sine qua non para ejercer el voto político por muchas decenas de años), el sistema actual de Administración estatal y la manera de producir, transcurrieron por etapas difíciles y variadas. El acierto y error estuvieron siempre presentes y permanece hasta nuestros días y seguramente permanecerá “hasta el final de los siglos”.
En esa época todavía no se hacían estos cambios con conciencia plena de lo que venía ocurriendo. Tampoco existían los enormes intereses económicos que se han apoderado de la dirección de los Estados. El Poder era entonces basado en la reputación, las leyendas sobre conquistas reales o ficticias, el valor personal y los prejuicios religiosos. Estos factores pesaban mucho más, en términos de legitimar el Poder, que la posesión acumulada de bienes, un fenómeno que las formas de producir de la época aún no permitían alcanzar.
Adam Smith fue uno de quienes descubrió la dinámica del nuevo proceso económico que se definió como tal en el Siglo XIX y descubrió algunas de sus leyes. En la profundización de sus estudios comprendió también su lado horrendo y alarmado por las consecuencias que pudiera generar, apeló a la ética como la mejor manera de contenerlas.
Marx profundizó más allá, señalando que la solución no estaba en la voluntad de cada cual y la disposición o las virtudes éticas de las personas, sino en la manera de organizar la producción y en las funciones del Estado.
La Sra. Yoani habla como si hubiese descubierto el agua tibia. Tiene el síndrome del oráculo. Tanto se ha dejado enamorar por la manipulación que de ella ha hecho la prensa internacional patrocinada por Estados Unidos, que más que una analista suena como un altavoz de intereses nada ocultos. Presenta los sucesos de Cuba como nacidos de una voluntad diabólica.
Desconoce en primer lugar, que todas las políticas son complejas y que Carter en ningún momento pretendió llegar a Cuba como un Administrador de Colonias, como al parecer desea la señora, si nos atenemos a su interpretación de la visita. En segundo lugar argumenta como si Estados Unidos se haya comportado como un cordero, dedicado durante cincuenta y dos años a contemplar con horror el proceso cubano.
No se puede hablar de Cuba sin considerar dos realidades: una de ellas ligada al pensamiento y las luchas universales por un mundo mejor y la otra relacionada con las agresiones de las cuales ha sido objeto el Estado cubano por parte de Estados Unidos.
La búsqueda de una sociedad más integrada, sin asimetrías sociales y solamente con un máximo necesario de asimetrías económicas, ha sido la constante de los últimos doscientos años. Esta es una lucha en la cual han estado involucradas millones de personas en el mundo y el número de ellas ha crecido en proporción casi geométrica. En segundo lugar, no hay manera de desconocer, excepto que se adopte una posición ideologizada o deshonrosa, que Estados Unidos ha estado en el centro de agresiones y conspiraciones, que han obligado a convertirlas en ocasiones, en un objetivo más importante que la producción misma o el afán por estimular un debate sano y libre, que ayude a pavimentar el camino de la participación y el progreso.
Yoani se refiere a las mofas y críticas acerbas hechas por el gobierno de La Habana a Jimmy Carter durante su período presidencial, cuando Cuba a penas se reponía ligeramente de agresiones incruentas, dirigidas por el país más poderoso del Planeta Tierra. Pero no menciona que el Presidente Carter creía firmemente en una política de relaciones justas y cuando el gobierno cubano descubrió su voluntad de ser consecuente con esos criterios, se interesó en recomponer las pésimas relaciones existentes entre los dos países. Pero la felicidad duró poco. En breve las cosas volvieron a empeorar, a raíz de ciertos sucesos acaecidos en la Embajada de Perú. Yoani no menciona las incidentales, porque el propósito de su artículo es demostrar, que Carter no cambiaría la situación interna de Cuba y por tanto su visita fue inútil y nunca debió realizarse. Quien lea con detenimiento las declaraciones de Carter, entiende perfectamente que ese no era el propósito de su visita. Quien lea lo escrito por la Sra. Sánchez descubriría, sin embargo, el enorme espíritu protagónico de esta muchacha. Dice Yoani: “la voluntad de Carter de escuchar nuestras preocupaciones, forzó al gobierno cubano a validarnos y reconocer que existen otras voces”. En realidad el gobierno cubano no ha negado la existencia de ninguna fracción o persona que haya asumido una crítica en contra de su política, sobre todo cuando estas infringen las leyes.
Pero Yoani no hace mención de las incidentales históricas que ocasionaron excesos del gobierno cubano y mucho menos menciona lo más importante: el proceso de discusiones y las promesas actuales del liderazgo cubano para ajustar su rumbo.
Yoani no menciona a un Jimmy Carter Presidente, que tuvo la voluntad de crear cambios que favorecieran las relaciones entre ambos Estados. Tampoco menciona los sucesos que descarrilaron el curso de esos acontecimientos. En un artículo anterior mencioné la actitud del Presidente peruano de facto en 1978, quien trabajaba con la estación CIA de Chile y precisamente procedió al golpe de Estado que lo llevó al poder, por instigación de los operativos que operaban en el vecino país para proteger al gobierno de Pinochet.
Aquella nueva Administración de facto, creó una enorme crisis al gobierno cubano, a partir de una incidental que hubiese tenido fácil solución si hubiese aceptado lo propuesto por el gobierno cubano. A partir de aquella crisis injustificada, causada por el gobierno de Perú, otros en Washington se encargaron de involucrar a Carter para que asumiese una determinación que contradecía, quizás inconscientemente o por desconocimiento de los hechos, la política que había seguido con Cuba hasta ese momento.
Para criticar al gobierno de Cuba no hay que ocultar el rostro feo de Estados Unidos y las conspiraciones internacionales relacionadas con el caso. Por el contrario deben destacarse como un enorme impedimento. Para resaltar nuestras discrepancias con la dirigencia cubana, tampoco debemos regodearnos en los excesos de su liderazgo que, en medio de las tormentas, se dogmatizó y en ocasiones quizás, se extralimitó en su papel internacional y en varias injustificadas represiones internas. Muchos de estos asuntos han sido reconocidos por los dirigentes del Estado.
El escrito de Yoani, desdice mucho de la objetividad que requiere un proceso tan complejo como el cubano. Excepto que pretenda servir como altavoz de la política de un vecino que ha tenido hacia Cuba y otros, un comportamiento agresivo injustificado.
Desde que Estados Unidos decidió participar en la comunidad internacional, impuso reglas de conducta y de organización política, como condición para no agredir. Al decir esto recordamos al Comodoro Matthew Perry y al Presidente Woodrow Wilson como ejemplo del debut internacional de un país nacido en la creencia de que todo le pertenece.
Yoani Sánchez, sin dudas, no tiene interés de criticar objetivamente el proceso cubano ni de señalar con el mismo espíritu el lado oscuro de su desarrollo. Ni siquiera acepta participar en los espacios que el Estado ofrece para que la ciudadanía en general, exponga sus puntos de vistas para alcanzar una mejor eficiencia económica y mayor participación ciudadana.
Si la izquierda mundial hubiese asumido esa actitud, hoy no existirían Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, Uruguay, Argentina y no estuviera en los primeros lugares un candidato como Ollanta Umala en Perú.
Pero al margen de el artículo poco profesional que mencionamos, la contradicción mayor está en que una visita de la magnitud de un ex Presidente estadounidense a Cuba, haya sido silenciada por los medios en Estados Unidos y peor aún, que luego uno de los más renombrados, publique el artículo de una persona, cuya única grandeza literaria ha sido fabricada por esos órganos que, como siempre digo, se dedican a convertir elefantes en mariposas. Si hoy Yoani vuela es por la fantasía virtual de la prensa estadounidense al uso.
Poco favor se hace a sí mismo el periódico Washington Post, publicando asuntos de esa naturaleza, pero sobre todo, no cubriendo en su debida dimensión, visitas y gestiones como las que acaba de hacer ex Presidente Carter. Es bueno recordar que se trata del único dirigente estadounidense que ha dedicado el tiempo posterior a su presidencia, para realizar una labor social activa por el bien de su país.
La actitud del Washington Post reflejan los bochornos de una prensa, que se deja pagar por mercaderes transformados en políticos.
http://martianos.ning.com/profiles/blogs/washington-post-los-bochornos
(*) Lorenzo Gonzalo: periodista cubano residente en Miami y sub director de Radio Miami.
(Foto © Virgilio PONCE)
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