Nota edición de Salvador López Arnal / Libros libres.- No es imprescindible, desde luego, pero en estos momentos de dilatada hecatombe nuclear no está de más un poco de precisión conceptual para guiarnos mejor entre el abigarrado caudal informativo, no siempre informativo, que nos rodea e inquieta. Reproducimos aquí el glosario que acompaña a Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y en el medio ambiente, El Viejo Topo, Barcelona, 2008., pp. 265-274. Ni que decir tiene que el 99% del mérito debe figurar, figura de hecho, en el amplísimo y deslumbrante currículum de este gran científico republicano llamado Eduard Rodríguez Farré. Añado también, que el lector encontrará en el glosario joyas auténticas que van más allá, mucho más allá, de unas precisas y analíticas definiciones de diccionario. Un notabilísimo ejemplo de ello: la voz “quarks”.
- Descargar: Glosario (antinuclear) sobre la industria nuclear [PDF-134KB]
Recordemos, por otra parte, que finalmente, con fecha de hoy, la Agencia de Seguridad Nuclear nipona ha elevado hasta 7 la gravedad del accidente de Fukushima, nivel que hasta ahora sólo había alcanzado en la historia de la industria nuclear la explosión de Chernóbil. La agencia nipona asegura, eso sí, que la emisión de radiación sólo alcanza el 10% de lo que se liberó en la planta ucraniana. Vale, será eso. Eduard Rodríguez Farré lo comentó con admirable acierto muy pocos días después del accidente: Fukushima es un Chernobil a cámara lenta.
Sobre el concepto de “catástrofe natural” que con frecuencia se ha aireado estos días vale la pena retomar este excelente comentario del sociólogo alemán Ulrich Beck: “[…] ¿Pero Fukushima no se diferencia de Chernóbil en que los horrendos acontecimientos de Japón dan comienzo con una catástrofe natural? La destrucción no ha sido desatada por una decisión humana, sino por el terremoto y el tsunami. La categoría "catástrofe natural" se refiere a algo que no ha causado el hombre y de lo que el hombre no tiene que responsabilizarse”. Sin embargo, matiza Beck, esta perspectiva es la propia de un siglo que ha quedado atrás. “El concepto es erróneo desde el momento en que la naturaleza no sabe de catástrofes, sino, en todo caso, de dramáticos procesos de transformación. Transformaciones tales como un tsunami o un terremoto solo se convierten en catástrofes en el horizonte de referencia de la civilización humana. La decisión de construir centrales nucleares en zonas sísmicas no es un fenómeno natural, sino una decisión política de la que también debe darse razón en el ámbito político”. Y no solo en el caso de la construcción de centrales sino también en el de la construcción de rascacielos, añade el sociólogo alemán, “o en el de la planificación de una metrópoli como Tokio tales "catástrofes naturales" se transforman en riesgos dependientes de decisiones de las que, al menos en principio, puede responsabilizarse a quienes las toman”. Para Ulrich Beck, el caso de Japón pone de manifiesto de manera nítida “cómo se entreteje aquello que atribuimos a la naturaleza y aquello que atribuimos al poder humano”.
Eduard Rodríguez Farré y Salvador López Arnal.
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