Fernando Báez / Artículo de opinión.- Campos agrícolas en otros tiempos, ahora comidos por el cemento. La última plantación, en esa tierra fértil, fue esa construcción. Tierra, que se vuelve estéril, cuyo fruto único -con toda seguridad-, se lo quede el Banco; el mismo que prestó el dinero para las obras.
Y ya, donde desde la creación del mundo, creció la comida; ahora, esos pisos; pasan hambre, al sustituir un cercado, por un solar.
¡Y son tantos!, que algún día -como en la costa- habrá que tirarlos, para recuperar la tierra de cultivo que ocultan, bajo esos cimientos, que regados por detergentes y detritus, tal vez, nunca más sean fértiles, pero...
Ahí están: el asfalto y la mezcla, ocultando lo que fue pan de nuestras mesas.
Porque quien plantó en la tierra y la deja libre, puede volver a plantar; pero, el que planta en la tierra casas u otras edificaciones (cemento), solo planta eso, de por vida o por siempre, cortando una tradición muchas veces milenarias en siglos...
Los guanches -y hasta nuestros antepasados más recientes- “plantaban” sus casas en riscos, en tesos, en piedras..., con lo que ya tenían el cimiento, y la tierra libre para seguir -de por vida- plantando y comiendo.
El Padre Báez, que ve con pena, cómo tierra de cultivo, es usada, para plantar lo que no va a dar sino una cosecha más: la última.
Fernando Báez
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