¡¡NO A LA GUERRA DE AGRESIÓN CONTRA LIBIA!!
Como ya pasó en Yugoslavia, Iraq, Afganistán o Gaza, al Imperio y a sus acólitos europeos no les ha temblado la mano a la hora de masacrar a la población de Libia. Justamente, ocho años después del inicio de la guerra contra Iraq, cuyos terribles resultados conocemos, se inicia la agresión militar a gran escala contra Libia. Desde el sábado 19 de marzo la OTAN bombardea Trípoli. Cientos de misiles tomahawk lanzados desde barcos y submarinos atómicos, y bombas de la aviación francesa, norteamericana e inglesa están sembrando el terror y la muerte. Como en Yugoslavia, Iraq, Afganistán o Gaza, aquí también los proyectiles "inteligentes" no discriminan entre combatientes y no combatientes, entre objetivos militares e instalaciones civiles. Se destruyen infraestructuras, zonas residenciales, e industriales, sin importar las víctimas, con el objetivo de de imponer la voluntad de los agresores. Aquí también hospitales, clínicas e infraestructuras civiles han sido, junto a cuarteles e instalaciones militares, unos de los primeros objetivos alcanzados y los muertos civiles llegaron a la cincuentena sólo en las primeras horas.
Una vez más el Consejo de Seguridad de la ONU se ha revelado como un instrumento al servicio de los planes criminales del imperialismo. La Carta de las Naciones Unidas aprobada en 1945 ya no es más que papel mojado, no sólo son incontables la resoluciones aprobadas por la Asamblea General que no se cumplen –todas las que condenan las políticas genocidas de Israel contra el pueblo palestino o las relacionadas con la descolonización del Sáhara Occidental, por ejemplo–, sino que se adoptan otras que violan flagrantemente esta Carta, como es el caso de la Resolución 1973, que permite la intervención militar en la confrontación interna que se está produciendo actualmente en Libia.
Sería edificante que esa Resolución 1973 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tuviera por objeto apoyar al asediado movimiento anti-Muamar Gadafi, mediante una zona de exclusión aérea, logística, envío de alimentos y ayuda humanitaria. Esa sería la prueba de que la comunidad internacional realmente “está al lado del pueblo libio en su lucha por los derechos humanos universales”, tal como afirmó la embajadora de Estados Unidos en la ONU, Susan Rice.
Pero al mismo tiempo vemos como el ejército y la policía de Arabia Saudí invaden Bahrein para acabar con las protestas de la mayoría de la población, cuando en Yemen mueren por decenas los manifestantes, cuando en el Sahara ocupado se encarcela y tortura a sus ciudadanos con la aprobación o el silencio cómplice de Francia, España y EEUU. Por eso, es imposible creer que los agresores quieran proteger la vida y la libertad de los libios. Cuando sabemos cuáles son los estados árabes que han comprometido su participación: Marruecos, Jordania, Iraq, Qatar y Emiratos Árabes, se evidencian los objetivos reales: petróleo y estabilidad de las monarquías y dictaduras lacayas del imperialismo.
Por eso ya nadie pone en duda que el objetivo de esta operación militar “humanitaria” es hacerse con los hidrocarburos libios, las mayores reservas de petróleo de África, un petróleo de gran calidad y con un coste de extracción bajísimo. La excusa, todos los medios de comunicación lo proclaman al unísono, es la “loable” misión de llevar la democracia y los Derechos Humanos a Libia, aunque sea a cañonazo limpio. Eso mismo dijeron cuando invadieron Iraq y Afganistán, y los resultados están a la vista: decenas de miles de muertos, destrucción y caos, y unos Estados, más que fallidos, inexistentes.
La comunidad internacional, o mejor –vamos a dejar ya los eufemismos–, esta “comunidad criminal” compuesta por EE.UU., Francia, Inglaterra, España, la OTAN, el fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, etc. no podía permitir, en el marco de las revoluciones de los pueblos árabes contra los gobiernos proimperialistas y corruptos, que la cleptocracia libia nacionalizara totalmente el petróleo como amenazó Gadafi en 2009, dejando a las grandes compañías petroleras occidentales –BP, ENI, Exxon, Shell, Repsol, etc.– fuera de juego en tan suculento negocio. Por eso, y no por ningún arrebato altruista, se preparó con tanta premura la intervención armada que están llevando a cabo con la abstención cómplice de China y Rusia. Así que Gadafi ha pasado de ser recibido con abrazos en 2007 por Berlusconi, Sarkozy, Blair y Zapatero, que también lo visitó en Trípoli el año pasado, a ser un abyecto y repugnante mequetrefe que somete a sus “súbditos” a una sanguinaria represión en donde se disuelven las manifestaciones con bombardeos, aunque no se haya aportado ninguna prueba de tales atrocidades. Lo que contrasta con el empeño hace meses del Gobierno de Zapatero en que “se demostraran” las atrocidades marroquíes en El Aaiún antes de realizar una condena, que al final no hizo.
La participación española en esta guerra no hace sino potenciar y renovar el estatus de vasallaje que mantienen Zapatero y Rajoy hacia los poderes fácticos del mundo. Primero, se rindieron ante los mercados. Ahora lo hacen ante EE.UU. y las potencias occidentales, poniendo a su disposición bases militares, aviones y toda la logística necesaria en este nuevo episodio de su incesante rapiña global de hidrocarburos.
Del 29 de marzo al 1 de abril se celebrará en el sur de Tenerife organizada por la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife, el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias, “La Conferencia Internacional de la Corporate Council of África (la Asociación de Inversores Norteamericanos en África) (CCA) con el elocuente título de ” Cómo hacer negocios con África”. Esta asociación es la cara pacífica de la intervención imperialista en África. Detrás está el fantasma de la guerra de agresión como la que se está llevando a cabo actualmente contra Libia. El Africom -el nuevo Centro Unificado de Comando del Pentágono en África creado en 2007 y cuyo objetivo no es otro que la obtención de petróleo en África y el control de sus sistemas globales de distribución- está teniendo su bautismo de fuego en Libia mientras Coalición Canaria y los empresarios de Tenerife tratan de sacar tajada ofreciendo nuestras islas como base avanzada para sus correrías neocoloniales en África a las 600 empresas gringas que se darán cita en el Bahía del Duque a final de este mes de marzo.
Sólo el pueblo libio tiene el derecho a derrocar a Gadafi. El pueblo libio salvará a Libia, jamás los ejércitos de Estados Unidos o de la OTAN… ¿Alguien en su sano juicio hubiese reclamado que se bombardeara Madrid, Barcelona, Sevilla o Santa Cruz de Tenerife para liberarnos de la tiranía franquista? Por ello, nuestra responsabilidad es estar hoy aquí, movilizados contra la intervención imperialista, por el derecho a la autodeterminación de los pueblos.
Tenemos que lograr que personajes como Zapatero y Rajoy, Sarkozy, Cameron, Berlusconi, Obama y Clinton, o Trinidad Jiménez desaparezcan pon fin y para siempre de la vida política por el bien de la humanidad, mientras eso no ocurra ni el pueblo de Libia ni ningún otro podrán decidir su destino ni serán posibles los procesos de emancipación y liberación nacional que se están produciendo en los países árabes del norte de África y el Oriente Próximo.
NO A LA GUERRA
NO MÁS SANGRE POR PETRÓLEO
NI UN EURO, NI UNA BALA, NI UN SOLDADO DEL ESTADO ESPAÑOL PARA LA
AGRESIÓN.
ZAPATERO Y AZNAR, IGUAL DE GENOCIDAS
ZAPATERO, CRIMINAL DE GUERRA. PSOE, CÓMPLICE
SOLIDARIDAD CON LOS PUEBLOS EN LUCHA
LIBIA AGUANTA QUE EL PUEBLO SE LEVANTA
FUERA LOS IMPERIALISTAS DE LIBIA
Comentarios