Fernando Báez / Artículo de opinión.- A un servidor le preocupa –¡y mucho!–, la situación de nuestros yacimientos, en franco deterioro, sin que el patrimonio cabildicio ponga freno alguno al respecto. El estado de los yacimientos –por lo general-, es demencial y muy lamentable. Es urgente la actuación por realizar. Y conste, que para todo ello, no hace falta un desembolso descomunal. Todo será cuestión de cuidar y prevenir mayores daños a los yacimientos, algunos en estado mas que crítico.
Arqueólogos, arquitectos, historiadores, topógrafos, geógrafos, etc., en un trabajo multidisciplinar, han de unir esfuerzos y conocimientos, para desarrollar una actividad, que debe ser la prioritaria en esta sociedad nuestra, que por tanto y tanto tiempo, ha tenido en abandono y descuido, las joyas del pasado guanche.
¡La de personas, que a lo largo del año, en sus paseos y senderos, se cruzan y pisan, sin especial protección, nuestro legado cuasi sagrado! Y todo eso, sin un control, sin asesoramiento, sin protección, sin señalización. Nada está signado; ningún cartel fijado señala algo o nada. Y ello, a pesar de estar los yacimientos en lugares estratégicos. Ningún cicerone, nadie que explica algo; ningún
Lo más necesario y urgente, es: vallar y proteger los yacimientos; trabajos de rehabilitación o de excavación, que exigen grandes presupuestos, pueden esperar, pero no el defender lo que tenemos con vallas y otros elementos. La lluvia, se ha ido llevando alturas de casas, hasta desaparecerlas; el viento –y sobre todo la acción humana– han desaparecido hasta poblados y han destrozado grabados.
Pero, todavía, las excavaciones furtivas o propias de desaprensivos, que depredadores han roto y han perdido verdaderas joyas de todos. El hecho que nada se haga en los yacimientos, unido a las visitas sin control, hacen un daño irreparable (sin que esto importe al cabildo). El perjuicio es imparable, y creciente.
Y así, nos encontramos con estructuras, que se encuentran en un estado incalificable. En el pasado se comenzó, lo que no se ha seguido; y ha quedado, como una operación sin cerrar -por tanto abierto y expuesto-. ¡A saber cuánto ha sido robado o/y desaparecido!
¡Hasta casas se han permitido construir dentro de yacimientos arqueológicos, que son un insulto a la cultura, sin que nadie las haya mandado a derribar! Todo por amiguismo, del señor alcalde (pongamos que hablo de Telde, sin más precisión). Y si los que deben proteger, son los que permiten acciones como la citada, ¿qué cabe esperar?
El Padre Báez, que confía y espera las instituciones protejan los yacimientos, y no permitan situaciones como las aquí señaladas. Ojalá estos mis escritos, provoquen una respuesta inmediata.
Fernando Báez
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