Fernando Báez / Artículo de opinión.- ¡Qué bonito, e instructivo sería, que para entretener a los niños y jóvenes, más allá del ordenador, se pudieran hacer con ellos -sin excluir a los mayores-, distintos talleres y otras actividades, en algo que los pudiera enganchar, de forma más saludable y cultural. Es idea que lanzo a quienes pueden –y deben– hacerlo, como ocurre en potros tantos lugares (menos aquí). Que los escolares sobre todo, tengan acceso a este mundo, tan desconocido como olvidado y degradado.
Por falta de material y lugares, no se puede objetar que no se puede hacer, ya que tenemos hasta de sobra, pues tanto es lo que tenemos que difícilmente, se puede encontrar en el mundo un sitio que nos gane en potencial arqueológico y patrimonial, con yacimientos por todas partes, y repletos los Museos de material en almacenes.
¿Acaso no sería éste el mejor complemento, para la historia, y un ampliar conocimientos acerca de nuestro origen y cultura diferenciadora? Incluso, es una actividad a desarrollar, mas allá del tiempo lectivo, y en vacaciones, tenerlos con esta oferta, que los harían felices a la par que alejados de vicios y pérdida de tiempo? Algún organismo cultural, de entre los muchos que tenemos y multiplicados que hay, debiera programar y abrir inscripción para los mismos.
Todavía voy más allá, en esto de dar ideas, a los que parecen no tienen otra sino poner planchas de hierro en los yacimientos, que debieran también –ya lo dejaba entrever– cursos, a los que interesados, puedan disfrutar de esta actividad, que llena e ilusiona, y dará su fruto, en un mayor amor a lo nuestro y enriquecimiento de nuestra personalidad, que quedará fortalecida con ellos.
Imagínese, que tenemos a distintos escolares o estudiantes, indagando en las distintas técnicas de un trabajo que por científico, pudiera despertar muchas vocaciones para la arqueología, en lo que tan pobre andamos, y que se dedicaran a reconstruir –no los yacimientos– sino el pasado histórico, de donde venimos y somos. y ello, a la par que: recreando la vida de nuestros antecesores, puedan perpetuar aquellas virtudes y modelos, válidos como nunca ahora, en época sin principios, ni moral o ética.
El Padre Báez, que quiere despertar el interés por nuestra cultura, y da una pista que se debe y puede seguir, más allá de un carnaval de cuatro meses, y un idiotizar a futuras generaciones, con la cultura doblemente regalada de toda la basura de espakistania, ofertada por la prensa loca(l), que nos asfixia con tanto mal, en senda revistas del corazón.
Fernando Báez
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