Félix Adargoma / Artículo de opinión.- Antecedentes para comprender la actual situación y su deseable transformación para bien de todos los trabajadores y los sectores populares.
Durante la Guerra Civil española (1.936-1939) y años posteriores, la represión fascistas de la dictadura franquista cercenó, eliminó, a casi dos generaciones de españoles con ideas progresistas, de izquierdas o republicanos. Acabó con la cultura de izquierda y la liberal progresista avanzada que existía en España. Los fusilamientos, las cárceles y las persecuciones fueron las armas criminales de los representantes civiles y militares de los intereses de la derecha política y económica, de la alta burguesía, de lo terratenientes y financieros españoles contra las clases trabajadoras y populares y contra la II República. La conciencia de clase obrera fue exterminada por el franquismo. La “cultura” del nacionalcatolicismo medieval y represivo fue introducida en los niños y juventud española a “sangre y fuego”, al estilo de cuartel franquista. El resto del republicanismo y de las izquierdas acabo en el exilio. La dictadura, el fascismo y el nacional catolicismo convirtió lo que quedó del pueblo español en un erial, en un páramo: despolitizado, desideologizado, inculto, sumiso y aterrorizado.
Actualmente, en los países de capitalismo desarrollado (ESPAÑA) se han desarrollado unas clases trabajadoras y una juventud que han tenido acceso a la educación y a la cultura, no lo satisfactoriamente deseable, pero ya no es la clase trabajadora ni la juventud de los años 1920, 1930, 1950, 1970.
Actualmente las clases populares, en su gran mayoría han tenido acceso a una vivienda a un empleo, y a una educación y cultura, encontrándose en mejores condiciones de vida y de trabajo que en épocas anteriores, aunque es cierto que existen aún bolsas de pobreza en nuestra sociedad, y que en su mayor parte están relativamente atendidas por diferentes instituciones sociales, que se encargan de amortiguar y dilatar un estallido social: Caritas, servicios sociales de ayuntamientos y Comunidades Autónomas, pequeñas ayudas económicas de los gobiernos, etc. Aunque hay que reconocerlo, también nos encontramos con un pueblo bastante despolitizado y desideologizado.
Después de la Guerra civil, en el Estado español, debido a las entradas de divisas del turismo, a los envíos de divisas de los emigrantes en el extranjero, y a la acumulación de capital por parte de la burguesía y oligarquía española con la explotación, en condiciones de semiesclavitud de los trabajadores y campesinos españoles, comenzó el despegue y desarrollo de la economía española, llegando parte de las migajas de dicha economía a las clases trabajadoras; se comenzó a incrementar una clase media, alta y baja, provenientes de profesiones liberales, altos y medianos funcionarios de la instituciones del Estado y de las Comunidades Autónomas, pequeños empresarios y profesionales autónomos de la industria y del comercio; sectores todos estos que surgieron con el despegue de la economía española a partir de los años 1.960-1.975, hasta nuestros días.
La necesaria unidad de las izquierdas y de los progresistas
Si la izquierda española, incluyendo a la “marxista-leninista”, anarquista, comunista, socialista consecuente, y las organizaciones sindicales, tuvieran en cuenta todo lo que arriba se trata de explicar, verían que la situación actual no es la misma que la de antes de la guerra civil española o de la que existía en la URSS antes de 1.917, y que por lo tanto aquellas experiencias no se dan hoy en día, no se volverán a repetir, y que las organizaciones de izquierdas y sindicales progresistas, deben tener en cuenta que sin un amplio frente político y social de todas ellas es imposible que haya alternativa o proyecto alguno que haga frente a las políticas neoliberales y capitalistas de la derecha española, europea e internacional, ni a los recortes sociales. Triste es ver que las numerosas y diferentes organizaciones de izquierdas no se unen ni siquiera para luchar y reivindicar, en una plataforma conjunta, el cambio o reforma de la injusta ley electoral actual, que sólo beneficia a los partidos PP, PSOE y a los partidos nacionalistas de derechas de ciertas comunidades autónomas, donde en las políticas de cada uno no existe mucha diferencia entre ellos.
Ante las próximas elecciones locales y autonómicas, y las generales en 2012
Las diferentes organizaciones políticas de izquierdas, las nacionalistas de izquierdas y las de ámbito estatal, deberían reflexionar sobre todo lo dicho, y tener voluntad política para crear plataformas o coaliciones de partidos, para presentar candidaturas unitarias ante los próximos comicios electorales. Hay que poner representantes de las clases trabajadoras y populares en las instituciones del Estado, ya sea a nivel de ayuntamientos, cabildos, parlamentos autónomos o Parlamento y Senado español. Para entre otras reivindicaciones y defensa de derechos, sociales, laborales y políticos, exigir otra ley electoral que no discrimine a las organizaciones minoritarias, para que todos los españoles tengan representación real en las instituciones del Estado.
Las organizaciones de izquierdas y las nacionalistas de izquierdas, y los progresistas, no pueden estar esperando que las transformaciones sociales le vengan del cielo. La lucha es conquistar paso a paso; ir ganando espacios de más democracia, para poder avanzar hacia los objetivos que cada uno tenga como proyecto, objetivos que las clases trabajadoras y populares irán asumiendo como suyas en la medida de que conquisten parcelas de poder, libertad y democracia.
A veces, algunos marxistas, o que se dicen marxistas, e incluso leninistas, se olvidan de aplicar la dialéctica en la lucha de clases, y creen todavía que algún día bajará otro Lenin y otro partido bolchevique a hacerles la revolución de la noche a la mañana. Interpretan el marxismo como una religión inmutable. Para ellos, lo que ocurrió en el pasado tiene “por huevos" que volver a acudir otra vez aquí y ahora. Esa es su gran frustración. Pretenden que las clases trabajadoras actuales (no las de ayer, las de 1.936) salgan a la calle a movilizarse atraídas por una varita mágica. No ven la realidad de la conciencia actual de las masas. Pretenden que las masas se pongan a su altura de conciencia. El pasito a pasito se les hace insufrible al izquierdismo radical. Su izquierdismo les lleva a huir hacia adelante sin nada detrás que sustente sus discursos radicales y pomposos.
Creemos que ya es hora de pisar con los pies en la tierra y ver la cruda realidad. Sin la unidad de todos, sin exclusiones. Con izquierdismos trasnochados fuera de la realidad concreta, es imposible que la izquierda consecuente logre avanzar ni un sólo paso, y tampoco pueda acceder a la tribuna de un parlamento o ayuntamiento, para que desde estas tribunas se pueda también hacer oír la voz de la izquierda, y la defensa de las clases trabajadoras y de los sectores más desfavorecidos y marginados de la sociedad. Lo otro, lo de la revolución socialista, vendrá paso a paso en la medida en que las masas se vean reflejadas en esa UNIDAD DE TODA LA IZQUIERDA POLITICA Y SOCIAL Y DE LAS ORGANIZACIONES SINDICALES DE IZQUIERDAS, y de las políticas que consigan y reivindiquen. Lo demás es chocolate del loro y charlatanería “revolucionaria e izquierdista”, que no llegará a ninguna parte… Sí que llega a una parte: la derecha y los "socialistas" listos, que seguirán contentos con los jueguitos florales de la ultraizquierda, jugando a "revoluciones" de portales de belenes…
El planteamiento de la necesidad de la unidad de acción y electoral, de toda la izquierda política y social, apoyada por movimientos sociales y organizaciones sindicales de izquierdas, no está enmarcada en ninguna estrategia concreta para ningún proyecto político partidario concreto. Pero sí es una táctica política y social para hacer avanzar las estrategias de todos los proyectos políticos de la izquierda diversa que existen. Lo único que puede impedir esta táctica política de la unidad de las diferentes izquierdas consecuentes es el izquierdismo y el sectarismo.
Entre todas las organizaciones y partidos, deberán elaborar un programa social y político, para avanzar en democracia y participación ciudadana. Un programa que tenga en cuenta, que no lo puede ser "para la conquista del poder político y económico" o para implantar "la dictadura del proletariado", cosa ésta en que el izquierdismo cae, y es muy dado en su verbalismo radical. Un programa social y político realista, que sea realizable aquí y ahora, en las condiciones de ser asumido por las masas populares en su estado actual de conciencia política y de clase.
Por la UNIDAD de un FRENTE AMPLIO DE TODA LA IZQUIERDA POLÍTICA Y SINDICAL, PARA ENFRENTAR LOS RECORTES SOCIALES Y A LAS OLIGARQUÍAS DEPREDADORAS Y EXPLOTADORAS. AVANZAR PARA DEMOCRATIZAR LA SOCIEDAD. DEMOCRATIZAR PARA AVANZAR Y SOCIALIZAR.
Félix Adargoma
Comentarios