Víctor Ramírez* / Artículo de opinión.- Donde proliferan los bancos, muchachos, abunda en exceso el dinero. Y en nuestra colonizada Patria Canaria hay más centrales y sucursales bancarias por habitante que, salvo muy pocas excepciones, en toda la metrópolis y también en la Europa desarrolladísima.
Por acá han abierto sede incluso bancas o cajas de ahorros regionales, como el Zaragozano, incluso locales como el Sabadell. Por contra, al menos que yo sepa, la colonia Canarias carece de banco propio, pese a las tremendas cantidades de dinero que genera su descarada prostitución. Y "nuestras" Cajas de ahorro tampoco compiten por ahí fuera porque, simplemente, no se comerían una rosca.
El ahogo moral que continuamos padeciendo los canarios sólo se remedia con el aire puro de la independencia. Si los canarios españolistas todavía mantuviesen el orgullo de que se nos respetara mínimamente, no tendrían más remedio que anteponer la vivificante dignidad colectiva a la pudridora codicia personal: lo que es poco menos que imposible en gentes que se enriquecen del dinero público ejerciendo la política o conchabos económicos poco menos que inextricables para el resto de nuestros compatriotas. Es difícil que personas como las que ostentan el poder esbirril en nuestra colonizada Patria Canaria se dejen verdaderamente respetar fuera de aquí.
Las palabras del Viejo Maestro caían sobre nuestro espíritu como fresca agüita de lluvia vespertina tras un día caluroso. (Aprovechando su silencio, silabeé premiosamente para decir: "¡Y luego se extrañó hipócrita Lorenzo Olarte de que el presidente del poder metropolitano, Aznar, no se detuviera ni un segundo en el expositor canario de la Feria Internacional de Madrid, la llamada Fitur 97!").
Cierto, muchacho: Fue lindo que Aznar plantara a la servil representación canaria en esa Feria porque simplemente nos ignora despectivo -con razón, claro- como a pueblo indigno que somos.
El "peninsular" Olarte, en el fondo, para el presidente gubernamental español es nadie políticamente. Sabrá éste que los esbirros coloniales se contentan con poco, se contentan con aumentar sus riquezas económicas y con ejercer la vanidad de pertenecer a la casta del poderío caciquil que somete asustador al pobre pueblo indefenso e ignorantado al máximo.
Por mucha calentura que fingiera haber cogido Olarte, por muy ofendido que simuló estar ante los medios de comunicación, Aznar conoce cuál es la denigradora misión del político en nuestra Patria Canaria, cuál es su vil precio. Debido a ello no tiene más remedio que ignorarlo, que despreciarlo.
¡Qué diferencia con el trato que Aznar hace a vascos, con bancos por todos lados, y a los catalanes, con bancos por todos lados también!
Entonces recordó el Viejo Maestro que, según los datos de una encuesta realizada allá en España ("la Península"), la mayoría de los españoles piensan que la llamada justicia no es equitativa, diferencia en mucho al que es juzgado. Y añadiría:
Dejémonos de boberías, compadres. Individuos como De la Rosa, Conde, Polanco, González, el Innombrable y tantos otros pertenecientes a las altas cúpulas parasitarias explotadoras no existirían en un verdadero Estado de Derecho.
Sólo pueden ellos existir en un tiránico Estado plutocrático: y por mucho que se maquille a éste de democracia con eso de elegir dictadores y dictadorcillos para cierto tiempo, y por mucho que se obnubile a nuestras consciencias con intoxicadores desmanes de parloteos tertulieros confundidos con libertad de expresión.
No hay libertad de expresión porque hay miedo y porque los medios de comunicación de una manera u otra están al servicio económico, y por ende ideológico, de una parte u otra de esta plutocrática casta tiránica del poder.
Sólo habría democracia en un Estado de Derecho, es decir, en un Estado donde las leyes y demás ordenanzas encauzaran y protegieran a todos por igual. Y esto no se cumple mínimamente allá en España ("la Península") y muchísimo menos acá en la colonia.
Todos esos tertulieros, españolísimos salvo excepciones aún desconocidas por mí, defienden lo mismo: acceder a puestos de "privilegiado renombre social", renombre "justificado" por su valía "intelectual", renombre que se usará -naturalmente- para seguir apuntalando el tan injusto sistema social con agradecimientos y alabanzas a los tiránicos parásitos y con vituperios y descalificaciones para los revolucionarios justicieros que, como decía el guanche don Benito Pérez Galdós, quieren seguir vivos de rebeldía y no caer en la caquexia de la sumisión.
Por decoro intelectual me niego a aceptar como <situación menos mala> esto que llaman democracia y que no es más que la continuación de la perenne dictadura española -maquillada según las necesidades económicas del momento. Ahí está la historia para quien quiera ocuparse en leerla y reflexionarla.
No me basta con que se diga que puedes opinar libremente cuando se te incapacita para la expresión y para la mínima protección a tu disconformidad. Casi nadie opina libremente.
Nadie está libre del soborno, del chantaje, del temor a que sus opiniones le hagan daño -tanto personalmente como a través de seres queridos. Tengo la mala suerte de no conocer a una sola persona que no esté aherrojada por el miedo al poder, a cualquier poder -y por muy pequeño que sea éste.
* Víctor Ramírez exponente de la narrativa canaria del siglo XX y uno de los mejores escritores canarios de todos los tiempos. Su abundante producción literaria siempre ha estado marcada por el compromiso con su país, tanto culturalmente con el habla canaria, como políticamente con la liberación nacional y social.
+ info: Entrevista al escritor Víctor Ramírez | Víctor Ramírez; constructor de la literatura nacional canaria
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