Pino González* / Artículo de opinión.- Como comenzar a escribir sin emocionarme, sin que mis lágrimas borren mi visión. En estos días he leído la causa 33/1.936, donde se les condena a pena de muerte a cinco hombres por defender sus ideas políticas y por defender la libertad. Entre esos cincos hombres se encuentra mi abuelo: Francisco González Santana.
Aunque han pasado setenta y cuatro años de todo este proceso hoy al leerlo me he emocionado tanto que tengo un nudo en el corazón. He llorado, he sentido rabia. Me he preguntado una y otra vez: ¿Por qué?
¿Por qué consejo de guerra?
¿Por qué pena de muerte?
Los delitos que habían cometido, eran defenderse con palos y piedras de los ataques. Pertenecer a un partido legalmente constituido. En realidad los que estaban cometiendo delito eran los fascistas que habían dado un golpe de estado.
Quizás mi pesar en estos momentos es porque realmente mi abuelo un hombre trabajador y adelantado a su época, luchaba por que sus hijos en un futuro tuvieran una vida mejor y que vivieran en un país libre y donde pudieran pasear libremente por una tierra a la que él amaba.
No me quiero desviar del tema inicial, el de los sentimientos, porque a medida que he leído la causa 33/36, más tristeza siento. Tengo que decir no es más asesino el que empuña un arma para matar; es asesino el que también miente en todo este proceso y que en nombre de Dios y del Caudillo (yo llegue a pensar cuando era una niña que Dios se llamaba Franco) firma y da el visto bueno para que los maten cruelmente. Que los metan un una camioneta como sacos de papas y los tiren como basura a una fosa común. Y que su mujer (mi abuela) fuera al cementerio para ver donde estaban y el sepulturero la echara y le dijera “los hombre que lucharon con Franco” están bien enterrados y los comunistas están en los estercoleros de basura
Por eso abuelo, aunque no llegué a conocerte pero te llevo en mi corazón, porque mi padre me enseño a respetarte y amarte. Siento que es un deber moral que la memoria de mi abuelo siga viva, que las generaciones futuras sepan la realidad de los acontecimientos y que el crimen que se cometió con mi abuelo no quede impune. Porque mi abuelo muere y queda en el olvido en una fosa común, que espero que no se haya cometido ninguna ilegalidad con dicha fosa, porque las ilegalidades son penadas judicialmente. De sobra es bien sabido que han intentado silenciar todo este tema y mantenerlo en el anonimato.
Siempre he dicho que no me mueve la venganza, el odio y el rencor. ¿Pero cómo no llevar a la práctica estas tres palabras?.
Me gustaría vengarme con la misma arma que mataron a mi abuelo y matar al que lo delató y humilló a mi familia antes, durante y después de finalizar la guerra.
Odiar y que mi odio sea tal que sus familias y descendientes sufran lo que mi abuela y sus hijos sufrieron.
Rencor: que el rencor les haga sentirse como cucarachas y se humillen ante mi abuela y sus hijos.
Pero estos son simples palabras, porque del dicho al hecho hay un trecho. Y en ese espacio que hay hasta llegar al trecho, tengo que decir que:
Por mis venas corre sangre de hombres y mujeres con sentimientos nobles y valientes incapaces de matar y humillar a nadie.
Pero sí capaces de luchar por la verdad y la justicia. Verdades como montañas, verdades ocultas durante tantos años.
Y luchar por que se haga justicia, una justicia que llega tarde para mi abuelo.
Pero no es tarde para sus descendientes.
Troncos de soledad,
Barrancos de tristeza
Donde rompo a llorar.
Tus ojos se me van
De mis ojos y vuelven
Después de recorrer
Páramo de ausentes.
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* Pino González, es familiar de los fusilados de San Lorenzo.
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