La soja transgénica ha generado una discusión desde su boom en la década de los 90. Voces a favor y en contra del cultivo de este producto se han elevado en diversos países. El documental “Tierra arrasada” (Brasil/Paraguay 2009) se adscribe a esta última opinión.
Un negocio polémico
El director Víctor Burgos Barreiro afirma que su filme busca aportar información sobre un modelo de producción impuesto por cinco poderosas multinacionales (ADM, Bunge, Cargill, Louis Dreyfus y Monsanto) que trae serias consecuencias para los países donde se aplica.
La cinta, que ganó el primer premio en el Festival de Biodiversidad de Roma, se centra en los efectos causados en Brasil y Paraguay, donde el cultivo de soja transgénica lleva más tiempo implantado y presenta sus niveles máximos de desarrollo.
Tierra arrasada de REDES - AT Uruguay en Vimeo.
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En esos países se da una ocupación de territorios a través de la compra, el alquiler o la apropiación violenta, indicó el realizador uruguayo. De esta manera, se expulsa de sus tierras a comunidades campesinas e indígenas. Según informó Burgos Barreiro, esta situación se apoya en la corrupción política y judicial.
Por otra parte, el director hizo hincapié en que el monocultivo de soja afecta la autonomía alimentaria de los países, porque desplaza a otros cultivos y tiene como destino la elaboración de biocombustibles o la nutrición de animales.
En la actualidad el monocultivo de soja es el más grande del mundo y ocupa unos 43.000.000 de hectáreas de territorios de Argentina, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Burgos Barreiro enfatizó que hay un fuerte impacto en los ecosistemas, ya que la plantación de la soja transgénica requiere que la vegetación natural sea quemada o arrasada por tractores con cadenas. Posteriormente, se utilizan herbicidas como el glifosato, que no afecta a las plantas transgénicas.
El uso de estos productos ha generado gran polémica en lo que respecta a su nivel de toxicidad para el ser humano. El director destacó que su cortometraje muestra un caso emblemático al respecto: el de Silvino Talavera, un niño paraguayo que vivía en el seno de una familia campesina de Pirapey (a 130 kilómetros de Encarnación), que murió tres días después de que fumigaran la región donde habitaba.
Bajo vigilancia
Durante el proceso de realización de “Tierra arrasada” Burgos Barreiro y su equipo fueron monitoreados por la Policía.
“Una vez fuimos detenidos más de diez veces en un día. Son zonas totalmente militarizadas en las que a cada rato te piden documentos“, recordó.
Pero la situación más tensa sucedió cuando el realizador se hallaba haciendo tomas en un predio costero brasileño que había sido deforestado poco antes. “Se hizo la noche y, cuando quisimos salir, estábamos rodeados de camionetas de sojeros. Se dió una persecución por medio del campo y, por suerte, pudimos escapar sin problemas“, contó.
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