Capitalismo / La web de Ramón Castro.- Resulta complicado comenzar de nuevo a escribir ideas en este viejo (nuevo) blog; al menos, fácil no es. Cualquiera diría, echando la vista atrás, que todo está cambiando y no habría mejor noticia hoy en el mundo que dar que esa misma, tan sencilla. Todo está cambiando. Si al menos no fuera únicamente en lo accesorio, dejando lo principal estático, serían buenas noticias.
Desde lo más frívolo hasta lo esencial, toneladas de maquillaje paternalista, de uso y abuso del mal llamado bien común, se apelotonan en las puertas de nuestras casas y en las punteras de nuestros zapatos para llegar a autoconvencernos de que somos parte responsable principal del problema y de que únicamente sacrificándonos, aspiraremos a una segunda vida mejor que ésta que llevamos. Parece que vivimos en un mundo feliz, donde cada uno de nosotros pertenecemos a un grupo con una misión concreta, servir y servir al sistema.
La rebelión y la huelga quedan para la semántica, el individualismo es salirse de la fila y esto último es condenarse a ser señalado, tildado de sedicionista, irresponsable y no solidario con el sistema, con la sociedad. A cambio, el calor del grupo provocado por el roce de unos con otros, trabajando para el mismo patrón y enfrentados a la vez (alfas contra betas, gammas contra deltas), para gozo y disfrute de quien todo lo ordena y pone las reglas.
El capital y sus guardianes han levantado una verdadera matrix en la que prefieres comer un bistec a una ración de rancho y, por paralelismo, ir a trabajar sin “tantos” derechos a perder un día de sueldo renunciando a no ser tonto sábados y domingos. Con la promesa de una vida mejor ahora toca sacrificio, trabajar más, cobrar menos, jubilarse después, pagar más tributos indirectos, estar en la fila, aguantar las tortas, tomar menos café para encender la luz y renunciar a la cultura en aras de la cultura. Toca también, o tocará pronto, engañarse con la alternativa, menos desgastada y más de acuerdo con seguir en las filas del sistema. Y toca callar, o hablar sin ser importante, sin configurar un medio en el que verter las vergüenzas del mundo ya que, de lo contrario, la vergüenza habrá sido publicar cables y no escrutar su contenido.
Facebook mata la Red, apropiándose de ella, encerrando a las miles de hormigas que ya no navegan y ven el mundo a través de la red social, red con minúsculas que engulle a la Red y a su paradigma, la libertad. Facebook solo aprende de lo que ve.
En matrix ganamos derechos, a la misma velocidad que los perdemos detrás del telón. Un telón que ha tejido el capital reinventándose a sí mismo con la crisis. El capital tenía que aprender de las crisis y en esta se ha superado. Las hormigas nos sacrificaremos para que los saltamontes sigan llevándose la ofrenda. Y decir lo contrario o luchar es meterse en la piel de los románticos, trasnochados y acabados. Al menos, ése es el discurso que nos llega.
Pan y circo
Comentarios