Fernando Báez / Artículo de opinión.- A este paso, van a tirar la catedral al suelo, por unas tuberías del siglo XVI, y por mor de no sé qué trazados de calles primeras de la ciudad, que no el poblado guanche anterior al siglo XV, en donde pusieron sus reales los castellanos; porque parece les interesan más la obra de los castellanos y otros, que las de los guanches un siglo y más atrás. Y es el caso, que llevan gastados en torno a la catedral -no se si quieren limar sus cimientos- millones por un tubo, a la par, que la isla, que es toda ella un museo arqueológico, con muestras de mayor valor, que los dichos trazados y conducciones de aguas castellanas, no merecen la misma o tanta atención (del siglo XVII también); como los de la catedral y sus inmediaciones, y total, para volver a taparlos. Mientras, esperan por ser destapados y expuestos, no cientos, sino miles de yacimientos, de un valor muy superior a los catedralicios y de su entorno. Pues, como les den por descubrir el palacio del Rey de Gáldar, echan abajo la Iglesia de Santiago; lo mismo le aguarda a la de San Miguel de Valsequillo, construida sobre un almogarén. Pues, dice uno: ¡aléjense de los edificios religiosos! Que eso fue práctica habitual en todas las culturas y épocas: construir sobre cimientos de la religión anterior, los edificios de la nueva; y no es el caso de hurgar debajo de estos edificios sagrados, cuando hay tanto profano por excavar. Y añado: laicistas, ateos, agnósticos, aconfesionales, indiferentes a lo religioso como dicen que son, y no se separan de la sombra de la Iglesia. ¡Dejen en paz, incluso a los que descansan en esos osarios que revuelven!; dejen a los muertos con el respeto con que los trataron, los que hicieron entre los mismos, los cimientos de los edificios que levantó la fe. Que no interese tanto, lo que hay debajo de las catedrales y otros edificios eclesiástico, sino lo que está derramado por lo largo y ancho de la geografía insular. ¡Vamos, es una sugerencia!; pues, de seguir así -por unas calles, y unas acequias-, veo peligrar a la mismísima Santa Iglesia Catedral, y todo por obra no de los guanches, sino de los que los trataron como bien sabemos. No remuevan esas tierras, que son sagradas, tanto por los muertos, como por los vivos, que celebran allí su espiritualidad y fe.
El Padre Báez, en el primer centenario de estos comentarios, hoy dedicado a lo religioso, pidiendo ayuda a Acorán. Un servidor, antes del siglo XV, cual faycán -que sería entonces (sacerdote ahora)- ruego al Dios de ellos y al Dios nuestro -el mismo- que lo que no hace la administración, Ellos (Él), muevan los corazones y las inteligencias para que hombres sensatos, limpien los yacimientos de hierros, los protejan, no los estropeen con sus "restauraciones", no hagan nada en ellos, no descubran sus lugares de ubicación (a no ser que estén bien protegidos o vigilados), etc.
NOTA 1.- Quiero regalar a los que pacientes me leen, con motivo de esta entrega (la número 100), sin que nadie de Patrimonio, ni arqueólogo alguno me haya respondido a las miles de preguntas que les he mandado o hecho, con este bello plano, que los guanches dejaron en una pared del barranco... (disculpen no les diga dónde está, porque quien me llevó a él, lo hizo bajo secreto de confesión, pues a su nieto, el abuelo -difunto- le hizo el encargo: no se lo dijera a nadie; y éste, antes de morir -el nieto, ahora ya anciano- quiso revelarme el lugar, para que se sepa de su existencia.
NOTA 2.- Como se puede apreciar, se trata de un panel -grabado- de más de dos metros de largo, por más de uno de alto- donde aparece el plano, mapa o proyecto arquitectónico del lugar, donde se señala, y se puede comprobar cuanto en él se dibuja (casas, cuevas, estanques, almogarén, rutas, caminos, senderos, etc.), realizado por los guanches. Sí señor: ¡cartografía de los guanches!
NOTA 3.- Toda vez, que han sido más de cien los comentarios enviados, en adelante los voy a enumerar entre paréntesis después del título. Y, se me antoja, que un intruso en medicina esté disparatando -si ese fuera un sevidor- y nadie de sanidad o de la profesión (médicos) dijeran nada al respeto; pues, ¡ese es mi caso!: Nadie dice nada, todos callan, y se da un hecho y circunstancias muy extrañas (o tengo razón, o me tienen miedo, o les han dado órdenes que no respondan..., o no se). Pues, lo dicho: ¡vamos a seguir!
Fernando Báez
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