Fernando Báez / Artículo de opinión.- Es el título de un nuevo libro de arqueología, escrito por: Antonio Tejera (catedrático de arqueología), David Alloway (escritor y guionista), Daniel García (licenciado en historia y auxiliar de biblioteca), y J. Francisco Delgado (licenciado en geografía e historia y ciencias de la educación); tiene 319 páginas; no permite se reproduzca absolutamente nada de su contenido, sin permiso previo (razón, por la que no les daré ninguna cita); pero sí les digo a mis amigos, que es un libro, que trata de arqueología, de descubrimientos arqueológicos, de yacimientos arqueológicos, de arqueología canaria, que nos proporciona datos arqueológicos, y gira en torno a esta materia (hace una semana fue su presentación), y lo que les puedo decir -que no transcribir- es que los cuatro autores o coautores, tuvieron como asesores y colaboradores a distintos profesionales (no daré sus nombres, pero sí sus titulaciones), son éstos -y a ver, si al final de esta larga lista, el lector de mi correo, se da cuenta de lo que un servidor (se lo diré al terminar)-: un doctor en biología, profesor titular de botánica de La Laguna y cronista de Güimar y de Candelaria; una técnica superior en diseño gráfico y comunicación visual; un profesor de historia de América; un ingeniero de obras públicas; un ingeniero técnico en informática de gestión; una profesora de primaria; una licenciada en pedagogía, profesora de primaria; una licenciada en geografía e historia, profesora de secundaria; una licenciada en traducción e interpretación y correctora profesional; una licenciada en filología clásica; un profesor de e. física y licenciado en pedagogía; un licenciado en geografía e historia; una licenciada en historia; un ingeniero informático; un licenciado en geografía e historia y profesor de primaria; un alfarero; un licenciado en historia; un funcionario del ayuntamiento de Tías; un patrón de puertos; un técnico superior en animación sociocultural; un licenciado en geografía; un ingeniero técnico agrícola; un investigador histórico; un licenciado en geografía e historia, profesor de secundaria; un investigador de toponimia; un licenciado en geografía e historia y profesor de secundaria; un licenciado en psicología; un licenciado en biología; un licenciado en filosofía y máster en educación ambiental; una licenciada en filología inglesa y profesora de secundaria; un licenciado en geografía e historia, catedrático de secundaria; un doctor en historia y ARQUEÓLOGO; un licenciado en biología , profesor de secundaria; un licenciado en filosofía y documentación; y, un técnico superior de informática.
Pues, ¡ahí lo tienen! Han escrito un libro sobre y de arqueología, y ¿dónde están los asesores o/y colaboradores arqueólogos? ¿Acaso se niegan a colaborar -un servidor los pidió al cabildo durante dos años, para mis documentales semanales de 90 minutos en televisión, y no vino ni uno-?, ¿por qué si estudiaron cinco años de carrera se callan y no colaboran?, ¿qué pasa?, ¿por qué no responden a uno solo de este ya casi centenar de comentarios de un servidor?, ¿quiénes los callan? ¿Acaso perderían el puesto de trabajo si hablaran?; ¿tal vez nunca accederían a un puesto de trabajo, si dijeran algo antes?. Ahí les dejo esas preguntas en el aire (no tendrán respuesta; pero ya choca, que un libro -el citado- esté lleno de profesiones ajenas a la arqueología, y solo uno, y que más que arqueólogo es doctor en historia, es como para decir lo del refrán: "zapatero, a tu zapato", y esto me huele raro). Sin más:
El Padre Báez (Licenciado en Historia de la Iglesia), que se pregunta: ¿y qué tiene que ver el tocino (cerdo) con la velocidad?
NOTA.- Conste, que el chiquero de esa cochina, es una cueva guanche, labrada por ellos (¡fíjense en la brea, y en las hornacinas!) ¿Saben dónde está (¡así está nuestro patrimonio!)? Y los arqueólogos, guardan silencio...
Fernando Báez
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