René Behoteguy Chávez / Artículo de opinión.- Después de leer el artículo de Ángel Tristán Pimienta titulado “El factor argelino en el Sahara” y, ante la duda si dicho artículo es producto del absoluto desconocimiento de la realidad del conflicto o del deseo manifiesto de tergiversarla, por un principio mínimo de buena fe, vamos a suponer lo primero, ante lo cual no queda otra que aclarar algunas lagunas que deja el mencionado artículo. El señor Pimienta comienza calificando como “show business”, que traducido quiere decir “negocio del espectáculo” (aprovecho la oportunidad para invitar al señor Pimienta a que no utilice anglicismos para frases que si se pueden decir en castellano) la huelga de hambre de Aminetu Haidar en el aeropuerto de Lanzarote. Sería bueno que antes de hablar de “negocio del espectáculo” se informe un poco acerca de la trayectoria de lucha de la señora Haidar, ¿Sabe el señor Pimienta que Aminethu pasó 4 años presa, sin cargos ni juicio, en una de las tantas cárceles secretas que tiene diseminada la dictadura marroquí a lo largo de su territorio y que, en esas circunstancias, fue víctima de torturas? ¿Ha olvidado el señor Pimienta que lo que él llama “espectáculo” fue provocado por la ilegal expulsión de la activista de los territorios ocupados, con la complicidad del gobierno español, y que las autoridades del régimen marroquí justificaron diciendo que era por una “cuestión de honor”?
No entiendo en qué consiste el negocio de soportar cárcel, tortura y luego arriesgar la vida en una huelga de hambre de 32 días por defender unos principios y la digna lucha por la autodeterminación de un pueblo que usted, Sr. Pimienta, no tiene por qué compartir, pero debería al menos respetar.
Me llama la atención, por otra parte que, cuando usted menciona a los “amigos” de la lucha del pueblo saharaui y las acciones que llevaron a cabo, olvide mencionar que la respuesta del régimen de Mohamed VI ante estas acciones fue ejercer represión y violencia ante manifestaciones pacíficas, demostrando el verdadero talante de un régimen, al que usted caracteriza como “transición”, pero que no es otra cosa que una dictadura monárquica, basada en la supuesta “divinidad” del monarca, lo cual la emparenta, por su base religiosa, más con el régimen sionista de Israel, que con países verdaderamente democráticos.
También me llama la atención, el enorme peso que le da usted a la disidencia de dos miembros del Polisario que, por los hechos que usted mismo refleja como el nombramiento de embajador hecho por el régimen, queda claro que se trata de traiciones financiadas por Marruecos. Mire Sr. Pimienta, si usted pone en una balanza, de un lado a estos dos señores comprados por la dictadura marroquí, y del otro a los miles de saharauis que prefieren vivir en lo más inhóspito del desierto a aceptar la dominación marroquí, o a la juventud saharaui que, a pesar de que la ocupación que sufre su territorio, les ha impedido conocer siquiera su tierra, mantienen lengua, cultura e identidad nacional en los más diversos rincones del mundo, incluido Gran Canaria; queda claro que hasta ahora, al menos en el terreno de la dignidad, el pueblo saharaui le lleva una enorme ventaja a los mercaderes de conciencias.
Es importante también hacer alusión al despropósito de comparar la situación en los campamentos de Tinduf con Corea del Norte. Es difícil de valorar una comparación tan descabellada entre cualquier país del mundo y un campamento de refugiados en medio de un desierto, situación provocada, por otra parte, por la expulsión forzosa y masiva de más de doscientas mil personas. No obstante, quienes han visitado los campamentos se han sorprendido mucho al encontrar cómo, en condiciones tan hostiles, se ha organizado la sociedad con mayor equidad de género de todo el mundo islámico, con niveles admirables de participación social democrática y con escolarización plena de la población.
Finalmente, decirle que, cuando más de 14.000 personas deciden dejar una ciudad como El Aaiun para mudarse a un campamento de jaimas, queda a la vista lo dramática que es la vida de la población saharaui en su tierra ocupada por la fuerza. Pero, y debo decírselo con sinceridad, es verdaderamente pusilánime, no condenar clara y abiertamente que a esta población que ejerce una protesta pacífica, se la cerque, se le niegue el acceso al agua y el alimento y se asesine impunemente a un niño de 14 años que intenta aprovisionar el campamento. Porque si Mohamed VI pretende, como usted dice, la paz con sus vecinos del Magreb, debería comenzar por desocupar los territorios que Marruecos ha invadido y comenzar a respetar los derechos humanos no solamente del pueblo saharaui sino también de los propios marroquís.
Pregúntese usted, ¿Hubiera sido posible la paz, que usted pone de ejemplo entre Francia y Alemania si este último país hubiera seguido con las prácticas del Tercer Reich?. Seamos serios Pimienta: A menos de 100 kilómetros de Canarias están ametrallando a la gente y usted prefiere venderle el alma al diablo (marroquí por supuesto).
René Behoteguy Chávez
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