Francisco González Tejera * / Artículo de opinión.- Me lleno de amor al pensar en la naturaleza canaria, en la flora, el paisaje, los animales y ese cielo infinito que nos colma de colores y sorpresas. En estas islas atlánticas contamos con una biodiversidad de suma importancia, donde por ejemplo en especies vegetales estamos entre los lugares del planeta con mayor cantidad de endemismos.
El desarrollismo especulativo consolidado en el llamado boom turístico de los años 60 ha causado uno de los mayores atentados ecológicos de la historia, arrasando por las islas y gran parte del litoral para meter moles de hoteles y apartamentos a pocos metros del mar, destrozando montañas, bosques enteros para mantener repletas de dinero las cuentas corrientes de constructores y políticos “amigos”.
Bajo las palas de los tractores han quedado enterradas multitud de especies vegetales y restos arqueológicos, pero sobre todo gran parte de la idiosincrasia de un pueblo aculturizado y convertido en sirviente de una oligarquía del turismo, que ha fomentado un monocultivo para beneficio de multinacionales y especuladores, donde algunos de sus “fieles servidores” de la política hablan de que Canarias sea el Miami de esta parte del planeta, imagino que con mafias del narcotráfico incluidas en este perfecto pack de degradación y corrupción.
El Puerto de Granadilla, el monumento a la vulgaridad y la prepotencia en la montaña sagrada de Tindaya, las nuevas construcciones en Tauro después de la supuesta “llamadita” al mencey de Añaza, la destrucción de parte de la Montaña de San Gregorio, los nicho-apartamentos de los riscos de la costa de Mogán, la descatalogación de la protección de la flora y fauna canaria, entre otras aberraciones contra la naturaleza de un archipiélago destruido por una trouppe siniestra, que solo piensa en ganar dinero a costa de nuestro territorio y de nuestra dignidad como pueblo.
Este presunto terrorismo medioambiental no se ilegaliza ni se persigue, se valora y se potencia desde unos medios de comunicación pagados por una oligarquía del cemento, se consolida y se extiende como una metástasis de destrucción y codicia, mientras ciertos partidos políticos reciben los maletines de dinero para pagar su campaña electoral, siempre a cambio de “favores”, prebendas y concesiones pactadas en el casino de los ladrones.
El panorama resulta desolador y a pocos meses de unas nuevas elecciones locales ya más de uno afila sus dientes, el “como va lo mío” es la frase más usada en la administración. Afortunadamente quedará gente incorruptible en algún lugar de la esfera social y política, sin precio de compra. Eso nos mantiene a algunos en la esperanza de que estas islas desafortunadas puedan salvarse de su mayor hecatombe natural.
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- http://viajandoentrelatormenta.blogspot.com/2010/10/corrupcion-en-canarias.html
Francisco González Tejera
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