Podcast / Planeta Musical Sur.- Kandahar, la antigua capital de Afganistán, era conocida hace tan sólo 30 años por sus jardines y su belleza. Canales milenarios alimentaban la ciudad, y hacían de sus alrededores un vergel. Hasta la década del 70, Kandahar estaba llena de extranjeros, mucho de ellos hippies occidentales de camino a la India en busca de iluminación espiritual. El atractivo de Kandahar no sólo era el hashish y el opio, aunque los había en grandes cantidades. Hoy, Kandahar vuelve a ser una ciudad ocupada. Tras los bombardeos, la belleza ancestral ha desaparecido y miles de sus ciudadanos se han convertido en refugiados.
Producción: Radio Calf-Universidad FM 103.7
Kandahar es una antiquísima ciudad, que tiene sus orígenes en el siglo IV a. C., cuando Alejandro Magno renombra la antigua ciudad de Kapisa como Alejandría de Aracosia. Hoy es una ciudad de Afganistán, capital de la provincia de Kandahar, que tiene unos 900.000 habitantes, de los cuales viven en la capital algo más de 300.000. Es la segunda ciudad de Afganistán y importante centro de comercio, especialmente para productos agrícolas, y junto a Peshawar, es una de las principales ciudades del pueblo pastún. Kandahar ha sido objetivo frecuente de diversos conquistadores, debido a su posición estratégica en Asia central. Tras la disolución del imperio de Alejandro, la ciudad cayó bajo el poder del Imperio Gupta de Ashoka, de la India. Posteriormente, entre sus conquistadores se encuentran los árabes en el siglo VII, los turcos en el siglo X y Gengis Kan en el siglo XII. Babur, fundador del Imperio mogol, anexó nuevamente Kandahar a la India en el siglo XVI. En 1708 pasó a control afgano y Ahmad Shah Durraní, el fundador de Afganistán, la convirtió en la capital de su nuevo reino, pero luego la capital fue transferida a Kabul. Y en el siglo XIX sufrió la ocupación de las fuerzas británicas durante la guerra anglo-afgana. La ciudad nueva apenas ha cambiado desde que fue construida en 1761 por el sha Ahmad Durrani, fundador de la dinastía durrani (pastún) y cuyo mausoleo domina el bazar central.
El hecho de que los durranis de Kandahar crearan el Estado afgano y lo rigieran durante tres siglos otorgó a los kandaharis una categoría especial entre los pastones, por lo que los reyes de Kabul hicieron una concesión a la ciudad desde la que reinaban y eximieron a los kandaharis de aportar hombres al Ejército. Kandahar alberga el santuario del Manto del profeta Mahoma, uno de los lugares de culto más sagrados de Afganistán. El manto sólo se ha exhibido en contadas ocasiones: el rey Amanulá lo mostró en 1929 para intentar reunir a las distintas tribus, y los gobernantes afganos también recurrieron a sus atributos cuando una epidemia de cólera asoló la ciudad en 1935. En 1996, con el fin de legitimar su papel como dirigente designado por Dios para conducir al pueblo afgano, el líder supremo talibán, el mulá Mohamed Omar, apareció ante una multitud envuelto en el manto del profeta y fue aclamado como "Amir-ul Mominin" (Príncipe de los Fieles). Y a pesar de su música que pueda sonar alegre y moderna, un viaje a Kandahar es un viaje al pasado. Las calles llenas de bicicletas, las pequeñas tiendas iluminadas por candiles, los turbantes de los hombres, todo parece transportar varias décadas atrás. Sin embargo, los vehículos calcinados que salpican la carretera que une el aeropuerto con la ciudad, conectan con un presente lleno de incertidumbre.
La provincia sufre el 80 por ciento de los atentados suicidas que sacuden Afganistán. Una vez más, en Kandahar chocan dos formas distintas de soñar el futuro del país. Y eso, a pesar que parte de la comunidad internacional, encabezada por los EEUU está aumentando el número de efectivos militares, con el propósito declarado de eliminar a los taliban. A pesar de los ocho años del claro fracaso que precedieron a los atentados de los últimos tiempos, la administración Obama está enviando al menos 30.000 soldados más a la ocupación afgana. También, habrá un número no especificado de mercenarios que se añadirán a las cifras de tropas ocupantes. Al igual que sus predecesores en Washington, Londres y Rusia, Barack Obama está convencido de que su ejército puede de alguna manera convertir a Afganistán en una nación donde el imperio que dirige pueda hacer lo que se le antoje. Como dejan claro los autores del libro “Afghanistan: The Untold Story” los periodistas norteamericanos Paul Fitzgerald y Elizabeth Gould, “sus posibilidades de éxito son bien magras. La historia no está de su parte”. Comentarios del sitio mexicano El siglo de Torreon, y un informe de Democracy Now. Durante el programa escuchamos interpretaciones de los siguientes intérpretes afganos: Ustad Mahwash & Radio Kaboul Ensemble, Ahmad Zahir, Naghma, Farhad Darya y Baryalay Samadi. Es una realización de Jorge Laraia.
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