Carmen Moreno Martín / Artículo de opinión.- Los humanos somos muy “peculiares”. Cuando algo nos asusta, preferimos engañarnos con paralogismos extraños a llamar las cosas por su nombre y a afrontar la realidad cruda y dura. Además, otro rasgo nos caracteriza consistente en buscar siempre culpables ajenos, cuando sentimos que alguna culpa tenemos en lo que pasa. Por último, y derivado de esto último, nos caracterizamos también por una curiosa relación inversa: a mayor responsabilidad en un asunto, menor disposición a solucionarlo y mayor empeño en que las soluciones vengan de afuera. Esto lo podemos ver en manifestaciones como “los ciudadanos no podemos hacer nada, sólo votar” o “es el Gobierno, la Banca, el ayuntamiento, el Estado, etc. quien lo debe solucionar”.
Estas peculiaridades no sólo las muestra la sociedad y el ciudadano común o “el pequeño hombrecito”, como dijera Reich. También se muestran en las esferas –compuestas de personas– dónde se deciden los “destinos del mundo” aunque de modo diferente, ya que allí no se “engañan” ni se saben inocentes, sino que allí asumen sus culpabilidades pero renuncian a depurarlas y a cambiar el sistema ya que se nutren de él, por lo tanto buscan “cabezas de turco” para presentarse ante las naciones y ciudadanos “inferiores” como inocentes y salvadores, criminalizando a otros que son los “malos” y “peligrosos”.
Por ejemplo tomemos la monstruosa subida de los precios del petróleo que sufrimos hace dos años: se nos dijo que lo causante fue el hecho de que las reservas se estaban agotando y que ello se debía a la demanda de países como China, Corea del Norte, Irán, India… Y se callaron como muertos lo siguiente:
Irak, Afganistán, guerras.
En el pequeño mundo de España, PP y PSOE hacen lo mismo. Veamos:
Cuando el bienaventurado Aznar nos metió de bruces en la guerra de Irak, la ministra de exteriores, entonces María de Palacios, aseguró que ello nos traería muchos beneficios, fundamentalmente la bajada del precio de petróleo, subestimando o ignorando o tapando las muertes que ello acarrearían, pero claro, como esas muertes y pisoteado a discreción de los derechos humanos son “daños colaterales”… Pero el precio del petróleo empezó a duplicarse y triplicarse justamente a partir de esa Guerra (y de la de Afganistán).
El propio PSOE realizó una pregunta que pasó desapercibida al respecto.
Pero ambos se suben al carro de cualquier cosa para ocultar lo que realmente está pasando. El primero erre que erre en culpabilizar al gobierno, en declararlo incompetente y en centrarse en la familia y sus dificultades.
El otro en permitir que el árbol no le deje ver el bosque y hablar con claridad de las verdaderas causas ante la ciudadanía, como por ejemplo de nuestra presencia en Afganistán, que según dicen estamos para “reconstruir” un país que más parece el tapiz que tejía Penélope, que un verdadero país; ya que lo que reconstruyen las llamadas “fuerzas de paz” de la ONU y de la OTAN –las españolas incluidas– por un lado, lo destruyen las que no tienen pelos en la lengua y están en una cruenta guerra –EEUU, Gran Bretaña y otros– por otro lado, arrasando el país y matando a sus habitantes militares y civiles, pero claro, como llamaron a la invasión “Libertad duradera” –que me rio yo de la libertad que le están dando a los afganos– pues vale. La otra escusa, la que repiten todos como loros, esa de que van contra Alqaeda y el terrorismo, tampoco se sostiene mucho, la verdad, porque, veamos: ¿A quienes están matando? ¿Quiénes están muriendo? Y no sabía yo que para perseguir a terroristas hubiera que invadir los países dónde éstos se refugian… ¿Y por qué no se invade a Marruecos o a Francia, a al País Vasco…? ¡Por esa regla de tres! A mí, que quieren que les diga, todo ese asunto de las invasiones y las guerras preventivas, además de matar moscas a cañonazos me parece que obedecen a motivos que no nos cuentan, ya sea por lo oscuros e innombrables de esos asuntos o por otras causas –especulativas y de mangoneo– que ellos sabrán.
¿A nadie le extrañó porque tanto empeño en criminalizar a China etc.? Y ahora, que siguen existiendo China y los demás países llamados emergentes y sus demandas, los precios del barril del petróleo son un tercio de lo que fueron... Claro que también siguen las guerras… Entonces, ¿a qué se debieron esas monstruosas subidas? ¿Estamos a salvo de que se vuelvan a dar?
Y lo de los países llamados emergentes, o más concretamente, China, también tiene miga, que será mucho imperio económico y todo eso, pero de derechos humanos sólo saben aporrearlos, y mucho criticar a Cuba y su sistema dictatorial, pero me río yo del de China, aunque al parecer, el que los trabajadores en ese país trabajen de sol a sol por un mísero salario y no puedan abrir la boca, que al que la abre se la cierran para siempre jamás, y otras tales míseras, todo eso no parece importarles ni mucho ni nada a los países democráticos occidentales, y ahí que se va nuestro Presidente Rodríguez Zapatero y su “Miguelín” a ver si consigue algún contratillo sin que le importe un pimiento el sufrimiento de los trabajadores chinos, todo sea por lo de arrimarse a “la superpotencia económica” que nos tiene bien agarraditos por la compra de deuda y ya se sabe que el dinero, poderoso caballero es al que no le importa nada de nada como se consigue… pero esto de China y de algunos países emergentes merece capítulo aparte.
Otro ejemplo es el Banco Central Europeo el cual subió y subió los tipos de interés propiciando que el Euribor subiera y subiera… Las hipotecas se fueron a la estratosfera, la inflación se disparó, la crisis surgió en todo su esplendor derribando a los de siempre, los trabajadores –que los otros de siempre, los ricos especuladores, también pusieron a buen recaudo sus alcancías– y de repente, el mismo Banco Central Europeo –tal vez cuando los de siempre tuvieron bien asegurados sus pecunios– empezó a bajar y a bajar los tipos y el Euribor bajó y bajó también y lo mismo con los precios y la inflación… Crisis, haberla, hayla; pero de donde viene y a donde va, eso es como el viento: al parecer tiene vida propia y nadie la conoce, nadie es responsable y nadie sabe nada de nada, bueno nadie, nadie, no; que los que la provocan y se enriquecen con ella lo saben demasiado bien, tan bien, que ponen todas sus fuerzas en la ocultación de las causas, y claro, así se comprende que nadie dé una en las previsiones económicas, que tanto los gobiernos como los organismos internacionales y comités de expertos, como los partidos en la oposición nadan a oscuras y cada vez que hablan la fastidian. Y no crean que me ha dado una extraña vena conspiranoica; no, no es eso. Pero si es cierto que nos enteramos de la media la mitad.
Por último, tenemos el ejemplo –mal ejemplo, perdón– de la corrupción: los políticos, en vez de analizar ese repugnante hecho en sus filas y depurar responsabilidades políticas, echan balones fuera acusando a la fiscalía, a los jueces, a los tribunales, a la policía y a todo dios de sus propios presuntos delitos y presuntas faltas. Todo menos aceptar que mucho huele a podrido entre ellos, claro que en la justicia también huele algo a podrido, ¿o no lo es el hecho de que se divulguen en el sumario conversaciones entre los imputados y sus abogados…? ¿No están sujetas estas conversaciones a la confidencialidad en un Estado de Derecho? ¿O eso sólo es así en las películas? Pero bueno, como decía, los partidos emprenden la huida hacia adelante y pareciera que buscaran a ver quién es el más corrupto de todos ellos entre sus filas para ponerlo a la cabeza de las listas electorales, y si no, vean lo que hace el PP en Valencia.
En fin, visto lo visto por los tiempos y los sucesos que nos ha tocado vivir, tal vez lo único que conserva toda su pureza sea la mentira, ya que las mentiras circulan inalterables a través de las épocas siendo siempre las mismas, perjudicando siempre a los mismos y salvando a los mismos también. ¿No lo creen? Vale, no lo hagan, después de todo ¿cuál es mi autoridad para disertar sobre lo que diserto? Yo se lo diré: ninguna. Y además de no tener autoridad, reconozco que últimamente divago mucho, de modo que disculpen ustedes tanto la superficialidad de este artículo como mi ignorancia… ¡Qué le vamos a hacer!. Pero dense una vueltecita por la historia y verán que, desde sus albores, mentiras y corrupciones se suceden sin cesar, y de ello, ni las instituciones religiosas se salvaron ni se salvan, pero eso será otra historia.
04 de septiembre de 2010
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