Orestes Martí * / Artículo de opinión.- En estos días, noticias contradictorias recorren el mundo: un viejo joven regresa -con más ímpetu que nunca- a la palestra internacional; mientras que un joven viejo cosecha el producto de las semillas de la opresión, la inequidad y la explotación que su sociedad sembró.
El viejo joven insiste, persevera, acciona; y aunque es criminalizado constantemente por el poder mediático y el establishment, continúa incansable en su lucha por la Paz, la dignidad de los seres humanos y del medio en el que su raza vive en peligro de extinción.
El joven viejo, aunque lo condecoran y es exquisitamente tratado por prensa, escritores y alabarderos del sistema y obsequiado con premios de paz por mantener las guerras, se hunde lentamente en el lodazal de la ignominia, como representante de una sociedad que quiere mantenerse a toda costa y a todo costo
El viejo joven trabaja sin descanso por la educación, la cultura y el desarrollo de los pueblos; coopera con sus congéneres; envía por doquier a combatientes armados con lápices y cuadernos y libros de enseñanza, para acabar con la ignorancia y la oscuridad, porque su maestro le enseñó que solo siendo culto se es verdaderamente libre.
El joven viejo, recorta ayudas, rebaja presupuestos, traiciona la confianza depositada en él por millones de sus conciudadanos; la ignorancia triunfa.
El viejo joven concreta sus sueños día a día: más médicos; más planes de salud, más colaboración con la humanidad toda para desterrar enfermedades curables y aliviar el dolor allí dónde sea posible; tiene como divisa lo que también su maestro decía: "..la única salud verdadera, que es la que viene a un cuerpo bien administrado del orden de la mente y la serenidad del corazón".(1)
El joven viejo, por el contrario, abandona a los desvalidos, a los viejos y a los enfermos; ha perdido el rumbo y no recuerda la moraleja de aquella fábula de Esopo (2): "Quién trata de engañar, termina engañado".
El viejo joven fomenta la cooperación; el joven viejo la intervención.
El viejo es joven, porque "la actividad es el símbolo de la juventud" y él no cesa un minuto en su labor pedagógica y de siembra de ideas, porque consciente está de que "A ideas nuevas, sociedades nuevas".
El joven es viejo porque sus ideas son viejas; porque no comprende que "la idea no cobija nunca la embriaguez de la sangre. La idea no disculpa nunca el crimen y el refinamiento bárbaro en el crimen".
En este contrapunto entre lo viejo que agoniza y lo nuevo que pugna por nacer -pero que le cuesta lo suyo-, con Leonardo (3) deberíamos identificar a tres problemas como los más desafiantes: la grave crisis social mundial, el cambio climático y la insostenibilidad del sistema-Tierra.
En el abordaje de sus posibles soluciones, quizás el viejo joven esperó demasiado del joven viejo; quizás aún hoy espere demasiado de él.
Notas:
(1) José Martí. Diccionario del pensamiento martiano
(2) El embustero
(3) Lo viejo agoniza y a lo nuevo le cuesta nacer. Leonardo Boff, 03-Septiembre-2010
Orestes Martí
Las Palmas de Gran Canaria
07 de septiembre de 2010
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