Por Andrés Gómez (*). La prensa agranda la influencia que el movimiento ultra reaccionario Tea Party está teniendo en diversas campañas electorales en diferentes estados ignorando que cada campaña en cada estado tiene particularidades --su propia historia-- que son las que a la larga más peso tienen en determinar el resultado de cada una de ellas.
No hay duda que la influencia de un buen organizado y financiado grupo comprometido con una agenda reivindicatoria y populista en tiempos de graves crisis, como es el tiempo presente, y como es el movimiento Tea Party, hasta el momento, en cada una de estas campañas tiene un peso de importancia que influye en los resultados.
No subestimo su influencia ni sus posibilidades, intento colocarlo en el lugar que actualmente le corresponde. Mucho se habla de cómo ha sido capaz de destronar a la senadora republicana Lisa Murkowski en Alaska, o como aquí en la Florida esa tendencia política excluyó al popular gobernador republicano moderado Charlie Crist de su partido e impuso al flamante político conservador cubano americano Marco Rubio como el candidato republicano para el puesto de gobernador.
Importantes resultados en estos dos casos y en otros pero nada comparado con la influencia que esta tendencia ultra reaccionaria tuvo en otros momentos.
Por ejemplo, en las elecciones de 1948, a la que me referí en el anterior artículo de esta crónica, el efímero partido States´ Rights Democratic Party el cual nominó a Strom Thurmond a la presidencia logró ganar en esa campaña presidencial 4 estados sureños: Carolina del Sur, Alabama, Lousiana y Mississippi.
Eso sí que es poseer fuerza política, aunque a pesar de ese logro fracasaron en sus pretensiones estratégicas. Sin duda que a través de todos los años cincuenta y parte de los sesenta del siglo anterior ese movimiento libró grandes batallas, especialmente en la extraordinaria lucha de los afroamericanos en lograr ejercer sus derechos civiles. Violenta lucha que costó mucha sangre y sacrificios.
En aquel entonces esa tendencia ultra reaccionaria, hoy representada por el movimiento Tea Party, enquistada en el poder, combatió con mucha fuerza, a capa y espada, a la justicia social, política y económica, primero en su afán segregacionista, y después, centrada en su raíz racista, negándole sus derechos civiles a los afroamericanos.
Por nombrar a algunos de sus más connotados dirigentes, podemos nombrar a Orvel Faubus, gobernador entonces del estado de Arkansas, que a mediados de los cincuenta se negó a desagregar las escuelas de su Estado forzando la intervención militar federal para así hacerlo; y unos cuantos años después, George Wallace, gobernador entonces de Alabama, quien también se negó a desagregar al sistema universitario en su Estado, forzando al Presidente John Kennedy a intervenir militarmente en Alabama para poder lograrlo y así hacer cumplir las leyes.
George Wallace se convirtió en el líder de ese movimiento ultra reaccionario entonces, y logró por vez primera que éste se organizara y se manifestara de manera efectiva a través del país.
En las dramáticas elecciones presidenciales de 1968, viviendo el país momentos trascendentales en plena repulsa nacional a la guerra en Viet Nam – y habiendo sido asesinados durante ese año tanto Martin Luther King como el senador Robert Kennedy, este último favorito a obtener la presidencia en esas elecciones,- George Wallace logró, con su candidatura independiente, obtener casi 10 millones de votos, el 14% del total de votos para la presidencia; ganando también su candidatura 5 estados sureños: Georgia, Alabama, Mississippi, Lousiana y Arkansas. Impresionantes y preocupantes resultados.
Se continuará esta crónica.
(*) Andrés Gómez periodista cubano, residente en Miami director de Areítodigital (http://www.areitodigital.com/)
Referencia en Canarias Insurgente: El Tea Party: el mismo perro con diferente collar (I) | 03-09-10
Foto © Virgilio PONCE
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