Comunicado / Partido Comunista del Pueblo Canario (PCPC).- Juan Rafael Lorenzo*. En las sociedades divididas en clases, el ejercicio del gobierno requiere la existencia de un nivel básico de consenso social, de paz social: o sea, de aceptación por las amplias mayorías, de unas y otras clases, del sistema de dominación y de sus reglas.
En el ámbito de la Unión Europea (capitalismo imperialista), la estructuración del dominio clasista (dictadura del capital) se hace en torno a partidos políticos y organizaciones de masas (sindicales, principalmente). Los partidos políticos habilitados por la dictadura del capital para gestionar sus intereses son los que llamamos, por costumbre, de derechas y los socialdemócratas, que se alternan en el ejercicio del gobierno en función de la agudización de las contradicciones de clase y de las necesidades de canalizar la lucha de clases por cauces controlados.
La socialdemocracia (PSOE, PASOK, Laborista y demás partidos asimilables a la Internacional Socialista) es extraordinariamente útil para el sostenimiento del sistema capitalista, siendo su utilidad y protagonismo mayores cuanto mayor es el grado de desarrollo del capitalismo (nivel imperialista).
Por origen, historia y necesidad de control de la lucha de clases, los partidos socialdemócratas hunden sólidas raíces en el seno de la clase obrera y sectores populares de los países de la Unión Europea. Ello les permite desarrollar, desde el gobierno, programas muy agresivos al servicio de las necesidades del capitalismo conteniendo, simultáneamente, la protesta popular en límites gestionables por el sistema, manteniendo una notable influencia ideológica sobre los sectores más organizados y activos de la clase obrera y bloqueando la penetración de la ideología revolucionaria en el seno de esta clase.
En nuestra historia político-social reciente, tenemos ejemplos ilustrativos de la operatividad de esta característica, tales como: el 14 de diciembre de 1985 se desarrolló en el Estado Español la más seguida huelga general de cuantas se han hecho y, el 12 de marzo de 1986, se celebró el referéndum sobre la OTAN –en Canarias, fue mayoría el no- como culminación de una sostenida movilización popular contra el ingreso en esta alianza militar imperialista. Tras ambos acontecimientos, que pusieron en acción a millones de trabajadores y trabajadoras y a un importante número de personas progresistas de otros sectores sociales, el PSOE, encabezado por Felipe González, renovó la mayoría absoluta en el Parlamento en las elecciones generales celebradas el 22 de junio de 1986.
Los gobiernos presididos por Felipe González (dirigente socialdemócrata profundamente comprometido con la defensa del imperialismo –en estos días, muy activo dando cobertura a Zapatero en su gestión de la crisis a favor de la patronal), de 1982 a 1996, hicieron una política para la plena inserción del capital español en el circuito imperialista, política demoledora para la clase obrera, para el resto de los sectores populares y para las perspectivas de una profundización democrática: desmantelaron la industria, liquidaron la agricultura de abastecimiento interno, dieron a la patronal la mano de obra juvenil a precio de saldo, multiplicaron las modalidades de contratos-basura, incentivaron la ideología de “todos podemos ser empresarios”, debilitaron la capacidad de negociación y lucha de los sectores más organizados y conscientes de la clase obrera, promovieron la cultura del enriquecimiento rápido y fácil y del pelotazo, llevaron a término la integración en la OTAN y en la ahora llamada Unión Europea, anclaron al Estado financieramente a las organizaciones sindicales, limaron el carácter reivindicativo de las organizaciones sociales de todo tipo, avanzaron la política de intervención militar en el exterior, fortalecieron la capacidad represiva del Estado y la impunidad del personal policial y de prisiones, dieron continuidad a la guerra sucia del franquismo y sus herederos, y, en resumen y consecuencia, contando con el favor hecho por el eurocomunismo liquidando el Partido Comunista y la capacidad combativa de las organizaciones sindicales y sociales, arrinconó a la clase obrera en la condición de mano de obra en sí, desestructurada, desorganizada y sin programa social y político propio para la defensa de sus intereses de clase y para orientar la lucha hacia el derrocamiento del sistema de explotación.
En la actual fase de la crisis del sistema capitalista, también la socialdemocracia está jugando su papel. Presidida, en esta etapa, por Zapatero, lleva adelante sin ninguna vacilación –como lo demuestran sus últimas decisiones- la política que necesita el capital: aumento de su tajada en la renta nacional mediante, entre otras medidas, la reforma liquidadora de derechos laborales, la reducción de salarios, la ampliación de la edad de jubilación y la congelación de pensiones, las misiones militares imperialistas o la desestabilización de los procesos democratizadores en América Latina. Y, ello, camuflado en algunas políticas de sensibilidad social para mantener a los sectores populares en expectativas y sin decisión de lucha frontal. El 29 de septiembre, hemos de dar respuesta a esta política antipopular haciendo una masiva huelga general que abra un período sostenido de lucha de la clase obrera y sectores populares contra la patronal, sus gobiernos de Zapateros y Paulinos-Sorias y sus partidos hacia la articulación de un bloque de fuerzas que cuestione de raíz el poder capitalista.
* Secretario Político del Comité Nacional del Partido Comunista del Pueblo Canario (PCPC)
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