J. Luis Real Baltar / Artículo de opinión.- Domingo en la playa de la Punta de El Porís.
Decenas de personas ocupan los metros de arena que la marea alta ha dejado libres para extender toallas, sombrillas y todo lo necesario para pasar un día de playa.
El mar de fondo de los días anteriores ha hecho que el agua esté llena de algas arrancadas que rozan los cuerpos de los bañistas, pero no es lo único que hay en el agua y en la negra arena.
Líneas blancas con algunas notas de color muestran dónde la ola ha llegado en su movimiento natural. Esas líneas no son de espuma, el color no lo ponen las algas.
Playa de la Punta de El Porís. Domingo. En apenas veinte minutos, mi nieto de 5 años y yo llenamos 3 sacos con la basura plástica recogida en la línea de marea: botellas, garrafas, trozos de bolsas y sacos, tapones, restos de aparejos, bolas de piche, etc. En el agua flotan más envases de múltiples colores, muchos de ellos con claros síntomas de llevar tiempo en el mar. La gente, hombres, mujeres y niños nadan y disfrutan entre esos residuos del progreso.
Pero no sólo es eso lo que hay en la playa y el agua. Minúsculos trozos de plástico de todos los colores flotan en el agua depositándose en la arena formando esas líneas sinuosas que deberían haber sido de espuma.
Plástico. Kilos y kilos de plástico. Basura plástica de todas las formas y colores. Plástico en la arena y en el agua. Y bolas de piche. Las mismas que se quedan pegadas en mis cholas y en las del resto de bañistas.
Un mar de plástico para disfrute de esta generación y las futuras, pues este elemento tarda en degradarse y desaparecer entre 100 y 1000 años.
Pero ¿de dónde viene tanto plástico?. Los estudios de las corrientes marinas (por ejemplo los del Instituto Canario de Ciencias Marinas dependiente del Gobierno de Canarias) nos indican que, en lo que afecta a la cara sur de la isla de Tenerife, la corriente principal es la que se dirige de Anaga a Los Cristianos, por lo que, probablemente, los restos plásticos que llegan a la playa de la Punta de El Porís proceden de vertidos emitidos en Santa Cruz de Tenerife y localidades limítrofes, así como desde el alta mar al norte – noroeste de las islas, siguiendo una trayectoria que, por efectos de corrientes y vientos, finaliza a veces en este precioso, que no inmaculado, rincón tinerfeño.
Piche y plástico son ahora una realidad con la que nos encontramos cuando vamos a la mayoría de las playas del litoral de nuestra isla. ¿Es eso lo que queremos?
La crisis económica ha hecho que actualmente tengamos una dependencia casi exclusiva del turismo. Turismo que busca en la mayoría de las ocasiones sol y playa, al igual que gran parte de la gente que aquí vivimos, tanto originarios como residentes, para nuestros momentos de vacaciones y descanso. ¿Es el plástico y el piche en la playa parte de esa oferta turística?
Ahora, cuando el Puerto industrial de Granadilla reinicia sus obras, conociendo lo que son las condiciones geomarinas de Tenerife, la influencia de corrientes y vientos en el litoral sur de la isla, y los efectos contaminantes tanto ordinarios como extraordinarios de un puerto de las características del previsto para Granadilla, si vemos las consecuencias en una playa como la de la Punta de El Porís por tan sólo la contaminación de plástico y piche, ¿qué futuro nos espera en playas como la de El Médano o La Tejita cuando barcos de miles de toneladas arrojen sus residuos en su paso hacia el nuevo puerto? ¿qué consecuencias tendrá en el litoral el encallamiento, explosión o hundimiento de un buque de las características previstas?
En un momento como en el actual en el que la prioridad es el empleo, la reflexión ha de venir sobre si es preferible el llevar a cabo una infraestructura como la proyectada, con sus contrataciones inmediatas pero con toda una serie de efectos contaminantes sobre el litoral, turístico o no, o si es preferible rechazarla por sus serias consecuencias tanto sobre la biodiversidad como sobre el futuro, no sólo de la propia naturaleza, sino también de los puestos de trabajo derivados del turismo e, igualmente, sobre nuestras propias vidas, lo cual no se reduce simplemente a que salgamos de la playa con piche en las cholas.
J. Luis Real Baltar
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