Carmen Moreno Martín / Artículo de opinión.- Muchas veces, ante las injusticias que presenciamos por lo ancho y largo del mundo, nos preguntamos impotentes ¿Qué se puede hacer? Y seguramente pensamos en grandes cosas o pensamos en que les corresponde a los partidos políticos -en el gobierno y en la oposición- tomar medidas, dictar leyes, etc. Pero ¿y a nosotros? ¿Qué nos compete hacer a nosotros? ¿Qué le compete hacer a usted, y a usted y a mí, desde nuestros pequeños ámbitos de influencia y con nuestras reducidas posibilidades? De acuerdo que ninguno de nosotros podremos parar los grandes conflictos que asolan a la humanidad ¿No podremos? Miren: Joaquín Cirac, primero de la lista de Caspe por IU en las elecciones pasadas del 27 de Mayo, no sacó ni un concejal en su consistorio, perdió, pero no se ha quedado parado; ni mucho menos. Pueden clicar aquí y leer en su página como está consiguiendo que los ancianos de su pueblo lleguen a su hora a sus consultas médicas en Alcañiz. ¿Qué hay que sentarse en el morro del autobús de línea para que no se escape? Pues se sienta…
Ahora reflexionen. ¿Cuántas cosas de esas que aparentemente son “pequeñas” están al alcance de nuestra responsabilidad ciudadana y de nuestra competencia? ¡Seguro que muchas!. Ese es el plan. El problema es otro: estamos acostumbrados todos a quejarnos y a que sean otros quienes nos sacan las castañas del fuego -o las queman- sin que nosotros movamos un dedo ¡para eso pagamos impuestos, para que atiendan nuestras necesidades…!. Y así permanecemos lactantes y niños en manos ajenas, ya sean las de nuestros “gobernantes” u otras. El caso es seguir con el cerebro aletargado como si fuéramos incapaces y tontos de baba, ignorantes de nuestros deberes ciudadanos y de nuestros derechos, en la apatía más insulsa. Y miren, algo debe sacar el recalcitrante sistema nacional-católico-político de esta actitud nuestra, porque en el momento en el que se articula una asignatura obligatoria en el curriculum de secundaria para que empecemos a ser ciudadanos conscientes, ponen el grito en el cielo y amenazan a sus huestes con estar colaborando con el “mal” si se les ocurre impartir esa “peligrosa” asignatura de “adoctrinamiento” en el respeto, en la tolerancia, en los derechos fundamentales, en una convivencia en libertad y en la acción y en la participación ciudadana…
Que digo yo que martillear cerebros con eso de todo es pecado -adelantar coches, también-, y todo está prohibido -para los demás, claro, que no para ellos-, y alentar al racismo, a la xenofobia, a la condenación eterna de todo aquel que no sea católico, apostólico y romano, eso no debe ser “adoctrinar”, que eso debe ser asegurarse el pan y la permanencia en sus cátedras de representación de Dios en la tierra. Y claro, para ello hay que asegurarse de mantener “al personal” atemorizado, ignorante y aletargado con los terrores del infierno y esas cosas.
Es curioso que una institución que se resiste a borrar de sus libros a quienes se lo piden y que vive en una anacronía esperpéntica, además de en una dicotomía constante entre lo que predica y lo que hace, acuse de “colaborar con el mal” a quienes intentan posibilitar que la ciudadanía sea más consciente y despierta, más solidaria con sus semejantes, más respetuosa y tolerante, y pueda convivir en paz construyendo un futuro mejor, mientras esconden a sus pederastas…
Qué digo yo, que si Aquel a quien dicen seguir se presentara entre ellos de nuevo, lo de los latigazos en el templo de Jerusalén por aquello del mercadeo se quedaría bien chico. Que esta gente no sólo mercadea con dineros y enseres, que también lo hace con valores falseándolos a su antojo y conveniencia.
En fin, que siempre se puede hacer algo, ya sea una asentada frente al morro de un autobús o un aluvión de cartas poniendo a los señores obispos en su sitio -que a saber cual es ese sitio-, pero que me daría con un canto en los dientes con que fuera aquel al que se refería Jesús por boca de sus evangelistas: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, tal y como hacen en el resto de países europeos en los que se imparte esa asignatura desde hace mucho tiempo sin que a ningún obispo se le ocurra hablar de colaboracionismo con “el mal”. Aunque claro, estas pequeñas cosas de las ingerencias de la Iglesia en dónde nadie les llama, ocurren porque en este país nuestro la separación Iglesia Estado es aún una asignatura pendiente y un cuento terrorífico de esos de “historias para no dormir”.
Carmen Moreno Martín alias Hannah
12 de julio de 2010
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Os invito a leer este post sobre la tolerancia que acabo de publicar en mi blog:
http://observadorsubjetivo.blogspot.com/2010/07/realmente-importa-donde-has-nacido.html
Publicado por: Observador subjetivo | 03/08/2010 en 09:58 a.m.