J.M. Álvarez * / Artículo de opinión.- Conocida por sus desplantes, mala educación, trato humillante a los enjuiciados y una ausencia total de lenguaje preciso, Ángela Murillo se quedó este lunes, como el gallo de Morón: sin plumas y cacareando.
“Por mí como si bebe vino” (respuesta a la petición de un vaso de agua para el preso político vasco Arnaldo Otegi), o "es evidente que la Sala no ha entendido ni papa" (tras emitirse un vídeo en euskera), han sido algunas de las perlas más señaladas de esta señora, criticada, incluso, por la Asociación de Jueces para la Democracia, donde le recuerdan que los acusados deben ser tratados con respeto.
El lunes, cuando Ángela Murillo le preguntó a Javier García Gaztelu, “Txapote”, si iba a contestar al interrogatorio del Fiscal, el reo le soltó en euskera un implacable “váyanse al carajo”, cortando en seco a la jueza que en lugar de soltar una de sus acostumbradas “gracias” que probablemente tendría preparada, sólo alcanzó a responder (con tartamudeo incluido): “Y usted se va a... a... al habitáculo”.
Quien siembra vientos, recoge tempestades, Señoría.
J.M. Álvarez
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