Salvador López Arnal * / Artículo de opinión.- La industria nuclear española y sus lobbys y numerosos tentáculos han descorchado dos mil botellas de champagne, que no de cava, este fin de semana, incluso en estos momentos de crisis e incertidumbres. Tienen mucho que celebrar, piensan. Según sus intelectuales orgánicos el estudio dirigido por el excelente y honesto epidemiólogo Gonzalo López-Abente ha “demostrado” que no existe relación alguna entre residir en las cercanías de una instalación atómico-nuclear y el incremento del riesgo de morir por enfermedades oncológicas.
Me referiré a este punto en otra ocasión. Déjeme situar el foco en una cara ocultada que no está muy alejada [1].
Philippe Billard es un técnico nuclear que ha sido despedido por la firma Endel, una de las cuatro grandes empresas subcontratadas de las centrales nucleares administradas por EDF en Francia. Billard se negó a ser un nómada del sector, uno de los 18 mil trabajadores que son cambiados semanalmente de destino y central. El Tribunal Laboral de Ruán (Francia) empezó a examinar su caso el pasado 1 de junio. Desconozco cuál es la situación del proceso en estos momentos. El juicio es previo a otro si cabe más importante, éste ante la justicia penal. Billard ha presentado una querella contra Ende, la empresa en que trabaja.
Billard es técnico nuclear y, además, sindicalista y fundador de la asociación político-sindical-cultural “Salud-Subcontratistas”.Su combate, su razonable finalidad: que el país más nuclearizado civilmente del mundo reconozca que entre 20 y 30 mil trabajadores no son asalariados de las centrales nucleares controladas por la EDF sino que son contratados por subcontratistas en cascada. La ley de mercado, nada nuevo. Sin piedad, sin compasión. El honrado penique en el horizonte.
Pero sí hay algo nuevo, aunque no del todo. Estos trabajadores de las empresas subcontratistas están a cargo de las tareas más peligrosas. ¡Qué casualidad! Resultado: se calcula que absorben el 80% de las radiaciones y que no tienen seguimiento médico fijo. No lo tienen porque las empresas se encargan de poner piedras en el camino. En los alrededores de todo ellos se ubican las razones de su despido. Billard se implicó sindicalmente para que los obreros que trabajan para las subcontratas denunciaran los accidentes de trabajo que sufrían. No solía hacerlo, no suelen hacerlo. Tienen miedo: ansiedad en sus mentes, parálisis en sus arterias y el paro en los márgenes.
La inspección de trabajo y el Ministerio de Industria ya ordenaron la reincorproración laboral de Billard. Goza de protección dado su mandato sindical. Es un derecho adquirido. Ni por esas. La empresa Endel, que tiene fuertes relaciones con empresas públicas feancesas, se niega a readmitirlo.
¿Y por qué esa cerrazón de la empresa? ¿Han tomado nota de sus homólogas españolas? Seguramente. Pero, además, hay otra arista: “Salud-Suncontratistas”, la asociación que dirige Billard, consiguió en enero de 2010 que un tribunal francés reconociera que un trabajador de una empresa subcontratista, los que realizan los trabajos más peligrosos y sin apenas controles médicos, había contraído un cáncer a consecuencia directa de haber trabajado en una central de EDF. Y la sentencia, claro está, crea jurisprudencia.
Andrés Pérez recuerda una significativa hipótesis de Anne Thébaud Mony, una investigadora del Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica (INSERM): “la industria nuclear organiza –SLA: “organiza” es organiza- el no-seguimiento médico de los trabajadores más expuestos”. Potenciales víctimas sin cómputo, sin luz. De eso se trata. El resto de nuevo es silencio y, más tarde, brindis en hoteles de lujo por la seguridad e inocuidad de la industria nuclear.
¿De qué se trata entonces? De lo de siempre. De ocultar la suciedad debajo de las camas, de arrojar a los trabajadores nucleares de las empresas subcontratistas a los afueras de las investigaciones epidemiológicas y dejarlos fueras de estadísticas y estudios. Si no cuentan en las cuentas, su caso no sale en los resultados ni en las conclusiones
En síntesis, los procedimientos de siempre para el objetivo de siempre: ocultar el lado oscuro de una civilización fáustica que ha condenado al ser humano a la obsolescencia y que, además, publicísticamente, se muestra orgullosa, segura de sí misma, bondadosa e inocua. ¡Qué risa tía Felisa! ¡Qué honor doña Leonor!
Nota:
[1] Tomo la información, excelente, de Andrés Pérez, “Los ‘nómadas’ nucleares franceses, a juicio”. Público, 1 de junio de 2010, p. 37.
Salvador López Arnal
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* Profesor-tutor de Matemáticas en la UNED y enseñante de informática de ciclos formativos en el IES Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). Colabora normalmente en la revista "El Viejo Topo" y es coguionista y coeditor, junto con Joan Benach y Xavier Juncosa, de "Integral Sacristán" (El Viejo Topo, Barcelona, en prensa).
Canarias Insurgente ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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