A Yolanda Ricardo y Gilberto Valdés
Samir Delgado, Islas Canarias
Poeta asistente al XV Festival Internacional de Poesía de La Habana
Cuba no está sola.
No hay mejor eco del sentimiento de solidaridad y apoyo internacional para una isla que lleva ella solita a sus espaldas un bloqueo centenario impuesto por los Estados Unidos. Y es que hay momentos decisivos en la vida de los pueblos que resultan de vital importancia para su futuro, justo en medio de la crisis económica mundial que amenaza con sumir bajo un ciclón devastador la realidad diaria de muchas naciones, Cuba a pesar del permanente estrangulamiento de su modelo económico socialista y la deriva social de sus propias contradicciones internas, continua albergando en los amaneceres de su largo malecón la utopía revolucionaria.
Lo digo como lo siento y lo afirmo como lo vi.
Más allá de los eslóganes propagandísticos que dan colorido a los muros desconchados de los barrios periféricos de La Habana y el maniqueísmo fetiche de los pins que rebajan a mercancías las fotos del Che, Cuba sigue siendo un referente para la dignidad de los pueblos que vienen luchando históricamente por su soberanía nacional y la puesta en práctica de los valores universales por la justicia social frente al capitalismo neoliberal que campa a sus anchas derramando tristezas y odios por todo el planeta.
Esto no lo dice un extranjero, un viajero de paso con visa turista que tras sobrepasar las aduanas ya de vuelta a casa quiere tomar la palabra con buena voluntad haciendo gala de un viaje trasatlántico con pinitos poéticos en el reciente festival habanero dedicado a las figuras de Lezama Lima y Miguel Hernández. Yo estuve allí todo el tiempo necesario que se requiere para contemplar de cerca, con la distancia prudencial de un visitante pasajero, los logros y defectos de la capital habanera, el salto a provincias que hechiza al observador por sus paisanajes caribeños y las pruebas empíricas contundentes sobre las diferencias y similitudes que hay entre dos realidades insulares que comparten un mismo tronco histórico.
Antes bien, como joven isleño que prosigue nostálgicamente de lejos la misma estela histórica de tantos canarios venidos a las américas en tiempos de penuria, permaneciendo fiel a la repentina inspiración de las décimas isleñas y el profundo parentesco fraternal que late irremediablemente en cada vivencia compartida entre los pueblos de Canarias y Cuba, debo salir al paso contra los ataques mediáticos y las injerencias de la derecha española que pretenden desestabilizar aún más la dura vida cotidiana de la sociedad cubana. A la vuelta del festival habanero, con la experiencia transida de enriquecedores contactos internacionales con poetas de casi todos los países que compartieron horas bajo un mismo sol, no puedo permanecer al margen.
Y no importan ya las listas negras políticas que estigmatizan para siempre al poeta comprometido, las acusaciones soterradas del propio gremio literario afincado en el Madrid de los oscuros ministerios, los traspiés institucionales que seguirán obstaculizando con mayor dureza cualquier tentativa de ímpetu solidario y el intercambio cultural entre nuestros pueblos, entre nuestros estudiantes, entre nuestras literaturas.
Cuando la dignidad de un hombre está en juego no valen paños tibios y verdades a medias, estando en Cuba no se puede esconder la cabeza bajo el ala, como dijera en su momento el poeta canario Agustín Millares Sall. Hay que dar un paso al frente y salirse de la fila como Nicolás Estévanez, que desertó del ejército español al contemplar atónito en las inmediaciones del Hotel Inglaterra el fusilamiento de estudiantes cubanos.
Y por eso, frente al monopolio de los mensajes comprados por los medios de comunicación de masas y los intereses económicos de las multinacionales que todavía perpetúan la extorsión colonial de siglos pasados, tenemos que reivindicar el latido humano de las palabras que nacen tendidas para la amistad de los pueblos y el derecho inalienable a la vida en paz entre nuestros continentes. No puede haber lugar para el silencio cobarde y las declaraciones edulcoradas, así en Cuba como en cualquier otro lugar, los poetas del mundo tienen que mantener la coherencia frente a la incontable cascada de injusticias acumuladas en los aledaños de la historia, no puede ser de otra manera si la poesía aspira aser algo más que coral alegría y arribada de las furias, como dijera Lezama Lima, tan sólo el exacto pinchazo, detención, cumplimiento del tiempo.
Y poco importa el aeropuerto de procedencia y el país de origen para la reivindicación lírica de otros mundos posibles. Así es que estando en La Habana, compartiendo el mismo destino renqueante de las guaguas masificadas y el tránsito rítmico de los viandantes cubanos que recorren las noches calurosas del Vedado bajo el incesante menudeo de los pesos convertibles, presenciamos el recital del poeta norteamericano Mark Lipman en clarividente oposición a la democracia de los dólares y las manchas petrolíferas, compartimos cervezas con el poeta hondureño Samuel Trigueros asediado por el recuerdo de los compañeros de la resistencia que habían sido abatidos en esas mismas horas fantasmales, escuchamos de cerca los llamamientos a la madre naturaleza de la poetisa mapuche Rayen Kuyek mientras sembraba con sus propias manos el árbol de la poesía, aplaudimos las declaraciones del poeta colombiano Fernando Rendón que llegó con el premio nobel alternativo bajo el brazo junto a las míticas ediciones del gran festival de Medellín, y supimos también finalmente de otros poetas palestinos que jamás llegaron a despegar en Gaza de camino a La Habana.
Nadie puede presumir de completa autoridad para establecer desde afuera un juicio sumarísimo sobre la realidad cubana. Y mucha menos legitimidad tendrán los enemigos de Cuba que pretenden imponer un destino forzado bajo los oropeles democráticos del mercado y la libertad pintorreada con los mismos rótulos del Mcdonalds. Son ellos quienes han cometido las tropelías arbitrarias en tiempos pasados de dictaduras y golpes militares, son ellos quienes jamás respetaron la libertad de expresión y el derecho a la vida con dignidad. No faltarían ejemplos para sentenciar que España a pesar de su larga trayectoria histórica cometió irreversibles crímenes contra la humanidad. Y de eso en Canarias tenemos mucho que enseñar, no hay que olvidar que las islas fueron el primer puerto de esclavos de camino a la colonización americana, que en las islas se perpetró inicialmente el golpe a la república por las hordas franquistas, que de las islas partieron numerosas familias que bautizaron lugares tan remotos desde Montevideo a San Antonio de Texas, y que las islas también fueron la cuna de los libertadores de Nuestra América como Bolívar, Artigas y Martí.
Por todo ello, si nadie tiene el derecho a decirle a los cubanos lo que tienen que hacer, pues tan sólo entre ellos mismos tendrán que dibujar el horizonte de su porvenir, superando de una vez por todas los males generalizados de la burocracia y romper el cerco del aislamiento que tanta mitología provoca sobre el exterior, precisamente desde Canarias podremos decir al menos lo que no tienen que hacer los cubanos, por nuestra familiar correspondencia y lazos históricos de parentesco, ya que mientras las coyunturas económicas indican en los cayos cubanos que el advenimiento masivo del turismo puede significarse como la primera fuente de divisas, en estas islas del otro lado del Atlántico ya la presión urbanística y el peso demográfico, la corrupción institucional y el descrédito de la política acentúan nuevamente nuestra condición de tubo de ensayo capitalista.
Así es que, visto el panorama internacional desde estas islas tan celebradas desde los tiempos de Plutarco, con una incertidumbre económica galopante y la debacle ecológica a escala planetaria, los conflictos bélicos que desangran la convivencia entre los pueblos africanos, las maquinaciones bursátiles del poder y el espectáculo de la infelicidad consumista en las envejecidas democracias europeas, al volver de Cuba uno siente que allá el tiempo se detuvo y, casi como en la foto de Korda, pudimos subirnos a la misma farola que aquel guajiro con pinta quijotesca, para contemplar de cerca las cosas buenas y las cosas malas de una misma realidad compartida, sin padecer en las propias carnes la intoxicación de malsanas campañas mediáticas que ponen candados al futuro y ensombrecen tristemente la memoria de los indianos isleños que probaron suerte en la vida a lo largo de aquellas tierras bautizadas por el poeta Silvestre de Balboa.
Y es que, desde entonces hasta ahora, Cuba no está sola.
San Cristóbal de La Habana / San Cristóbal de La Laguna
Junio de 2010
Con motivo de la celebración de 50ª Aniversario de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) quiero renovar mi apoyo solidario y comprometido más allá de las críticas enfermizas y las patéticas ofensas por la espalda, superando con ejemplo los baches del sistema y los zancadillas envidiosas, y adjunto abiertamente el enlace a mi entrevista internacionalista del pasado año en el Festival habanero; con el compromiso renovado y la ilusión intacta, saludos a [email protected]¡¡¡
samir delgado
http://canariasinsurgente.typepad.com/almacen/2010/06/de-islas-canarias-a-la-habana-entrevista-internacionalista.html
Publicado por: samir delgado | 22/08/2011 en 05:37 p.m.
Hay quien va de poeta, de solidario con no sé que gaitas, que critican el colonialismo, que dicen sentir el bloqueo que el imperio ejerce sobre Cuba, y sólo buscan posicionarse. Tu caso es de esos. Nunca dejarse de cesar en el empeño de arrimarte. Pero hay quien termina ahuecando el ala a la más mínima, como los gusanos que Cuba está reciclando en los aviones españoles, que vienen a recoger el estiércol podrido... De todas maneras, sólo quien participa de las subvenciones y revistas baratas coloniales, que pone en marcha la hegemonía de coalición traidiora de la patria canaria para reclutar voces e intelectualidades submediocres que tenían entre las bembas el cartel de "me vendo", como tú, podría hacer bien ese papel...
Publicado por: Antonio Javier Gómez Jiménez | 03/09/2010 en 02:27 p.m.