Pedro Brenes* / Artículo de opinión.- Está decidido. Se acabó la paz social. Se terminó para siempre la época dorada de la socialdemocracia reformista y el sindicalismo pactista. Y su idilio colaboracionista con el Estado burgués ha llegado al inevitable divorcio histórico.
La oligarquía financiera europea, los banqueros, los monopolistas y los “mercados” se han puesto de acuerdo para liquidar los tiempos de la utilización de los falsos socialistas y de los sindicalistas “responsables”, como mercenarios para contener la rebeldía de los trabajadores.
Y han planificado, en los contubernios oscurantistas del Fondo Monetario Internacional y en los conciliábulos secretos de reyes, políticos lacayos y multimillonarios, el desmantelamiento de lo que alegremente se dio en llamar el “Estado del bienestar”. Que, en definitiva, no era otra cosa que la táctica de comprar a cierta capa superior de la clase obrera en los Estados imperialistas, con las migajas de los superbeneficios obtenidos a través de explotación de los pueblos de África, Asia y Latinoamérica.
Dominación imperialista ejercida por medio de la presencia militar colonialista, la imposición de dictaduras criminales y corruptas, el saqueo de las riquezas naturales de los países oprimidos, el control y la manipulación de los precios mundiales de las materias primas y el intercambio comercial desigual.
Pero agotado ya el potencial de desarrollo y perfeccionamiento del capitalismo, y alcanzada su fase final como capitalismo monopolista de Estado, que Lenin definió como su fase superior y última y como capitalismo en descomposición, comienza, como inevitable continuación de la cadena imparable de crisis sucesivamente inmobiliaria, financiera, de la deuda pública y monetaria, la nueva época de la crisis social y política.
Porque la crisis lo ha cambiado todo. Entramos ahora, frente a la política de las concesiones y el consenso en aras de la paz social y la concertación, en la nueva etapa histórica de los recortes, los ajustes y las reformas.
Siempre se ha dicho que el capitalismo es capaz de superar cualquier crisis. Pero no es menos cierto que de todas las crisis se sale, menos de la última. Porque, de crisis en crisis, el sistema capitalista avanza inexorablemente hacia la concentración de la propiedad en un número cada vez menor de individuos y, por el otro extremo, hacia la proletarización masiva de los pequeños y medianos propietarios.
Y este proceso, que lleva siglos desarrollándose paso a paso, y agudizándose y acelerándose sobretodo en los períodos de crisis económica, está prácticamente llegando a su límite. En el Estado español, por ejemplo, más del 80% de la riqueza está concentrada en un grupo de menos de dos mil personas. Mientras el número de los trabajadores asalariados alcanza ya el 80% de la población activa.
Y la concentración del capital en cada vez menos manos, junto con la proletarización de la inmensa mayoría, sigue avanzando sin tregua. La oligarquía monopolista, en condiciones de crisis económica, aprovecha para seguir acumulando capitales, arruinando y absorbiendo a miles de pequeñas y medianas empresas, preparando la privatización de las Cajas de Ahorros, la sanidad, la educación y las pensiones. Apoderándose de las viviendas de millones de trabajadores en paro, por medio de los inhumanos lanzamientos ejecutivos y de las fraudulentas subastas judiciales.
Todas las crisis capitalistas son, en esencia, crisis de sobreproducción, es decir, se producen más mercancías de las que se pueden vender o, lo que es lo mismo, visto desde el lado contrario, de insuficiencia de la demanda solvente para las mercancías que el sistema produce o es capaz de producir.
Por eso, teniendo en cuenta que la necesaria demanda masiva de mercancías, a diferencia de épocas pasadas cuando se contaba con amplias capas de pequeños y mediados propietarios para sostenerla, depende hoy, en lo fundamental, de la capacidad de compra de los asalariados, mandar a millones de ellos al paro, recortar las prestaciones de desempleo y disminuir los salarios y las pensiones, es una política suicida y antieconómica que empuja al capitalismo hacia el desastre, por medio de la destrucción de la principal fuente de la demanda con su bárbara y ciega intención de reducir drásticamente la capacidad de compra de la inmensa mayoría de sus propios clientes.
Pero que el capitalismo monopolista de Estado se encuentre en una fase avanzada de su agonía de la desintegración económica, la descomposición política y la degradación moral, no significa, ni mucho menos, que vaya a desaparecer sin la presión revolucionaria de las masas populares, ni que vaya a abandonar voluntaria y pacíficamente el Poder del que disfruta, para dejar paso a la nueva, justa y avanzada sociedad socialista.
Los banqueros no se van a nacionalizar a sí mismos. El capitalismo está dispuesto a morir matando. Los oligarcas provocarán la catástrofe económica y la ruina social antes de renunciar a sus privilegios. Preferirán, como han hecho siempre, la destrucción de las fuerzas productivas, la liquidación de la democracia parlamentaria, la represión violenta de las movilizaciones populares, la declaración del estado de excepción, la dictadura y la guerra, antes de perder su condición de clase social dominante y entregar el Poder y la dirección de la economía a la clase obrera asalariada, que representa a la aplastante mayoría de la sociedad.
La crisis general del capitalismo monopolista hace que la lucha de clases se destaque al primer plano. La misión de la clase obrera como sepulturera del capitalismo aparece ya en el horizonte. Tenemos que derribar ese edificio podrido, inservible y peligroso, y mandar sus restos al basurero de la historia.
Y para realizar este trabajo necesitamos la Unidad, bajo la hegemonía ideológica y la orientación política de los partidos comunistas, de todas las fuerzas populares y anticapitalistas, para organizar la resistencia primero y la contraofensiva después, frente a los intentos de la oligarquía financiera de hacernos pagar a los trabajadores, en términos de miserias y sufrimiento, los últimos estertores de su lenta y fétida agonía.
(*) Pedro Brenes es Secretario General del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
El problema del pensamiento humano, es de naturaleza sutil, nadie se siente opresor, explotador y sin embargo haberlos haylos, al igual entre los comunistas todos aparentan dominar el lenguaje, el pensamiento, por otro lado en continuo desarrolo, marxista, aplicarlo es otro cantar y eso precisamente me sugiere las disquisiciones de D. Pedro Brenes, aplicar el materialismo dialéctico más haya de los lugares comunes es harina de otro costal.
Que diferencia con Santiago Alba Rico que hoy también en Kaos en "La construcción de una esperanza" Prólogo a "La destrucción de una esperanza. Manuel Sacristán y la Primavera de Praga: lecciones de una derrota", de Salvador López Arnal, nos acerca a cómo ganar la próxima batalla, sacando todas las enseñanzas posibles de las derrotas anteriores como la analizada en dicho libro "la Primavera de Praga".
Por Kanarias, primaveras, veranos y las cuatro estaciones pero echamos de menos, unos mínimos análisis de las situaciones de luchas, victorias y derrotas desarrolladas en nuestras islas, por no hablar de las autocríticas y criticas a actuaciones anteriores de los glamorosos dirigentes kanarios. Un pueblo que desconoce su historia esta condenado a repetirla, como sus autoproclamados dirigentes repiten las inquinas y mezquindades de personajillos destructivos en el tejido social de Kanarias, desde el tardo franquismo, pasando por la traansi y la demosfacia actual.
D. Pedro afirma que "necesitamos la Unidad, bajo la hegemonía ideológica y la orientación política de los partidos comunistas, de todas las fuerzas populares y anticapitalistas", bueno al menos es algo, qué están haciendo por este programa de mínimos comunes para al menos poder decir que se esta auténticamente por la lucha revolucionaria y no mas bien por sobrevivir al socaire de los cargos partidarios, es el secreto mejor guardado del reino de taifas que son las islas.
Si el don no le impidiese bajar a la calle más allá del grupito de acólitos que le rodean en las manis, se percataría de lo fútil e inútil de tanta parafernalia partidaria en el desierto de conciencia de clase, organización, combatividad y lucha que recorre de norte a sur cada una de las islas y los pocos intentos como Otra Canarias es posible, son despreciados y minusvalorados, del sindicalismo seguimos esperando las aclaraciones mil veces solicitadas, que sindicalismo propugnan, de la unidad comunista, del congreso por la unidad comunista....... hablaremos la próxima semana y en fin de la unidad de la Izquierda soberanistas.... para zafarse de los Capitalistas que no "van a abandonar voluntaria y pacíficamente el Poder" por eso que se pudra Otegui en la cárcel, mirensen en sus espejitos(http://canariasinsurgente.typepad.com/almacen/2009/06/espejitos-y-cuentas-decolores.html), los prCC tienen muy clarito lo de las vanguardias armadas, nada más que ver los comentarios y los negativos en sus prolíficas contribuciones en Kaos.(http://www.kaosenlared.net/noticia/canarias-miseria-y-miserias)
Viendo sus lectores habituales, sentimos pena de sus seguidores y les llamamos a dejar los tópicos y si tantos y tan seguros de sus posiciones están, que las firmen y confirmen con seriedad y no con machangadas, que con rones artemis o guajiros no se va a ningún lao.
http://ElPobrecitoHablador.Es
Publicado por: Andrés León Almeida | 15/06/2010 en 02:59 a.m.