J.M. Álvarez * / Artículo de opinión.- Desde su escondrijo, el Primer Ministro griego, Yorgos Papandreu, ha condenado la muerte de tres personas, al parecer empleados de un Banco de Atenas, fallecidas durante los disturbios de ayer, prometiendo que los responsables rendirán cuentas ante la justicia."Tres familias están viviendo un drama sin razón, vamos a estar junto a ellos. Nadie tiene el derecho a jugar con el destino y la vida de los ciudadanos”, agregó.
La muerte de gente inocente siempre es una tragedia, pese a que el objetivo de los manifestantes (si realmente fueron ellos los autores) era un inmueble que simboliza al capital. Pero la desvergüenza de Papandreu no tiene límites cuando afirma, teatralmente, "que nadie tiene derecho a jugar con el destino y la vida de los ciudadanos" porque precisamente eso es lo que él, y su camarilla, pretenden hacer con millones de ciudadanos griegos.
J.M. Álvarez
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