Carmen Moreno Martín / Artículo de opinión.- En la dimensión número 22 de este universo, existe un importante planeta llamado “Apocalipsis” cuya mayor distracción era jugar a los dados con su planeta vecino, llamado “Armagedón”
Desde los albores de sus respectivas historias, Apocalipsis, que iba perdiendo y no sabía ya que apostar, –era una partida frenética – no tuvo ninguna idea mejor que apostarse con Armagedón, el “Fin de los tiempos” de un planeta de la 3ª dimensión, perdido allá en el diminuto sistema solar, en uno de los extremos de la Vía Láctea; el planeta en cuestión, era conocido por el nombre “Tierra” aunque bien hubiera podido llamarse “Turulato” a juzgar por el comportamiento de sus pobladores más evolucionados. En fin, que cómo era un insignificante planeta lleno de contradicciones, si dejaba de existir, tampoco pasaba nada, o, al menos, eso pensó Apocalipsis.
Con el fin de supervisar y garantizar, el éxito de la apuesta, Apocalipsis, envió a los cuatro mejores creadores de disturbios, a ese planeta. Se trataba de sus superdotados jinetes “Guerra” “Hambre” “Enfermedad” y “Muerte” Los cuales, de eón en eón, informaban puntualmente a la metrópolis sobre el curso de sus objetivos. Las últimas crónicas fueron:
Último informe de “Guerra” a la metrópolis: Aquí en la diáspora, sigo mis planes con un éxito inusitado, pero con una salvedad: hoy en día la palabra “guerra” pone muy nerviosa a la población mundial, no en cambio las palabras “guerrillas” “conflictos armados” “terrorismos”, que, al fin y al cabo, son los modos modernos de ejecutar la misión que tengo encomendada; y, cómo ya he dicho, el éxito es tan claro que casi termino antes enumerando a los países que no tienen alguna situación de esas. La verdad, yo casi no tengo que hacer nada… Los humanos con sus particulares locuras omnipotentes y su necedad, junto a sus industrias armamentistas lo hace todo por mí; actúan tan bien, que consigue mantener vivos los viejos motivos de siempre –hoy casi caducos– por los cuales los humanos se matan entre ellos, a saber: racismos, xenofobias, intolerancias religiosas y de todo tipo, ambición desmedida de poder y de riqueza, y una despersonalización progresiva y aberrante. En mi criterio, podría regresar a Apocalipsis, ya que no hago ninguna falta por aquí, y, honestamente les digo: ¡Quiero volver a casa!
“Hambre” informó a la metrópolis: pues a mí tampoco me va nada mal. He conseguido que toda la humanidad sufra hambre: en los llamados países del primer y segundo mundo, la gente se sacia escandalosamente de alimentos, pero cada día sufre más hambre de afectos, caricias, comprensión, compañía, y un largo etcétera, amén de que empiezan haber bolsas de pobreza extrema con mucha hambre. En cuanto al resto de los países, los del tercer mundo y demás, no tienen qué llevarse a la boca. En los primeros mundos, se da un fenómeno curioso: se destruyen alimentos para mantener, cuando no encarecer, los precios de los mismos. Todo ello promovido por el viejo apetito feroz de siempre: el hambre de riqueza material, dinero y más dinero. En fin, que todo va sobre ruedas, tanto que me aburro cómo “mil ostras” Miren, estimados jefes: ¿No podrían hacerme regresar a casa?
“Enfermedad” informó a la metrópolis: pues no les digo nada cómo me va a mí. No oculto que en parte el mérito es de mis dos hermanos “Guerra” y “Hambre” porque digan lo que digan los mas-media, la gente enferma mucho más de esas dos cosas que de la peste actual, es decir, de sida. Sobre todo, esos nuevos “hambres” de los primeros mundos, posibilitan que mi trabajo sea casi nulo y marche solo… En realidad me la paso casi todo el tiempo tomando el sol en las Fychis, mano sobre mano… ¡Qué aburrimiento, por Dios!... ¡Mi casaaaaa! ¡Quiero volver!
“Muerte” informó a la metrópolis: chicos, que quieren que les diga: A mí es al que mejor le va. Si a una misión se le puede llamar exitosa, esa es la mía. No tengo nada qué hacer, mis tres hermanos lo hacen todo por mí, aunque más que la labor de mis tres hermanos, lo que realmente me ayuda más es la gran estupidez humana, que junto a su desmedida ambición, y su descomunal egolatría, van derechitos a un exterminio planetario… ¡”Están locos estos humanos, por Dios”! Esto… Ya que mi misión está cumplida, ¿Cuándo regreso?
Y la metrópolis (o sea: Apocalipsis) celebró por todo lo alto tan halagüeñas crónicas, tanto que se decidió el regreso de los eficientes jinetes… pero, no faltó algún agorero que otro que, maliciosamente, y, más que nada, por fastidiar, manifestó: “¿Lo cambiarán?” Y es que la felicidad nunca es plena; ni siquiera en Apocalipsis, de manera que cambiaron su decisión y dejaron que los jinetes siguieran en la Tierra algún que otro eón más, para asegurarse su total destrucción.
Desde “Apocalipsis” les ha informado su Cronista Mayor.
Carmen Moreno Martín alias Hannah
10 de mayo de 2010
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