Francisco González Tejera * / Artículo de opinión.- La memoria de los sucesos acontecidos tras el golpe de estado de Franco se hace muy necesaria recuperarla. En el municipio de San Lorenzo en la Isla de Gran Canaria, no solo fusilaron al alcalde y a toda la corporación municipal, sino que también hubieron desaparecidos que fueron arrojados a la Sima de Jinámar, a pozos y agujeros volcánicos. Muchas personas fueron torturadas, vejadas, degradadas, perseguidas simplemente por defender la legítima democracia de la República.
Ahora tras tantos años nos llegan testimonios de familiares donde se pone de manifiesto un terrible miedo, un terror que mucha gente puede ver como injustificado, pero que hay que vivir en una familia de asesinados y represaliados, como es mi caso, para entenderlo.
Precisamente recuerdo aquellas noches donde siempre había un coche aparcado delante de mi casa, con varios esbirros observando los movimientos de mi abuelo, la gente que entraba y salía. La forma en que nos miraban, incluso a los niños, que teóricamente no teníamos culpa de nada. Recuerdos que han quedado incrustados en la memoria popular, en tantas y tantas personas que sufrieron el horror del fascismo en estas Islas Canarias, machacadas y arrasadas por unos militares asesinos y genocidas, con sus sangrientos colaboradores de la Falange y la oligarquía más caciquil.
En estos tiempos que corren y vuelan, ya en el siglo XXI, aunque parezca que seguimos en el XX, contemplamos como vergonzosamente se puede procesar a alguien por querer investigar dichos crímenes, como hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y con lo que se hace, para evitar que los fascistas te puedan denunciar y meterte en un verdadero follón jurídico. Recibir amenazas en nuestros teléfonos o comentarios intimidatorios en los medios de comunicación.
Sorprende la existencia de estos sicarios de la cruz gamada, los yugos y flechas, y que tristemente no llegan a la categoría de humanos, capaces de asesinar a una persona por pensar de otra forma, de torturar, de maltratar a menores, de violar, de amedrentar a las personas que luchan por un mundo donde todos los seres puedan ser felices.
Nos llevamos desagradables pero previstas sorpresas en algunos comentarios típicos de los precursores del miedo, escritos por siniestros personajes parapetados tras el anonimato, donde lanzan al océano cibernético sus proclamas, sus amenazas, sus intentos de parar cualquier movilización en pos de la dignidad y la memoria de tantas personas inocentes que sufrieron el terror de los amigos de Hitler y Mussolini. Palabras tan burdas y perfumadas del típico hedor del franquismo, donde se plantea que ¿porqué hay que remover la memoria? que mejor dejar todo como está, que las organizaciones que se organizan para homenajear a los asesinados y represaliados buscan hacer negocio con la iniciativa.
Que mejor respuesta ante tanta mediocridad que seguir luchando, defendiendo el amor como bandera de los empobrecidos de la Tierra, recuperar memoria, dignidad, libertad, fraternidad, igualdad y disparar salvas de paz por un mundo mejor, donde no se repitan sucesos tan graves y tristes como los que sucedieron en esta tierra atormentada, donde todavía las simas y pozos claman justicia, donde los atardeceres rojizos recuerdan tantas almas condenadas por el yugo de los poderosos.
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Francisco González Tejera
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