Salvador López Arnal * / Artículo de opinión.- 35 mil firmas para pedir limpieza sobre las cuentas del monarca español. El partido de la Pasionaria, Miguel Hernández y Julio Anguita ha entregado al Congreso de los Diputados 35.150 firmas para exigir transparencia en los gastos de la realeza borbónica. Hasta la fecha, oscuridad absoluta sobre la forma en que la Monarquía juancarlista gasta la generosa partida que les es concedida por los presupuestos del Estado. José Luis Centella, el secretario general del PCE, ha apelado a la responsabilidad de los diputados. No es de recibo que el rey no declare públicamente sus gastos. Con una ingenuidad, que sin duda le honra, Centella ha declarado que confía que el propio monarca decida facilitar esa información voluntariamente. De paso, puestos en materia, el dirigente del PCE ha recordado el derecho de la ciudadanía española a elegir su Jefe de Estado, como hacen, por ejemplo, los ciudadanos griegos, franceses o portugueses. ¿Algún problema hasta aquí? No parece que lo haya.
Iñigo Aduriz, probablemente sin mala intención, firma una nota en Público [1] sobre la entrega de firmas cuyo titular, acaso no elegido por el firmante, es el siguiente: “Los comunistas se apuntan al “radicalismo democrático””. Es obvio que el uso del término “comunistas” para referirse al PCE no está elegido al azar ni tampoco el verbo “apuntar” ni, desde luego, el entrecomillado que acompaña a “radicalismo democrático”. ¿A qué vienen esas comillas en el titular? ¿Hay algún problema democrático en abonar y promover el radicalismo democrático? ¿Radicalismo democrático por solicitar mediante firmas y a una instancia supuestamente representativa del Estado la posibilidad de discutir en sesión parlamentaria que se hagan públicos los gastos de la partida que el Estado concede a la Casa Real? ¿Se es un radical democrático por ello? ¿Se comete pecado con esa osadía?
No es sólo eso, no es sólo el titular. Primeras líneas de la información: “El Partido Comunista de España (PCE) empleó ayer por una vez la misma terminología que el PP, aunque le aplicó matices muy diferentes”. Desde luego, que no es la primera vez que el PCE usa la misma terminología que el PP. No puede ser de otra forma si ambas organizaciones se expresan en el mismo idioma. Ni que decir tiene que PP, PSOE, CiU, CC, ERC y PNV, por ejemplo, se expresan millares de veces usando la misma terminología. Pero, más allá de eso, sin olvidar el añadido “con matices diferentes”, la cosa no va de eso, en absoluto. El PCE, sin duda exagerando, calificó la entrega de firmas y su reclamación de luz y taquígrafos de acto de radicalismo democrático. El PP usó el término “radicales” para calificar (e insultar implícitamente) a los admirables ciudadanos que con orgullo y coraje ostentaron el sábado, en la manifestación contra la impunidad del franquismo, banderas republicanas.
La expresión, desde luego, no es exactamente la misma. Pero es que, además, no es sólo una cuestión de matiz: ser radical, con Marx, es indagar con tenacidad la raíz de las cosas y acontecimientos; ser radical, con el PP, es disentir de algún nudo, por superficial que éste sea, de la cosmovisión de hierro e injusticia que nos envuelve y que el PP y sus instancias hermanas protegen y extreman con entusiasmo. El radicalismo democrático del PCE, sin duda vindicable, es algo tan básico como una petición, sustentada en firmas de ciudadanos, para que una institución medite, sólo medite, la posibilidad de discutir, de hablar, sólo hablar, sobre la claridad y oscuridad de una partida presupuestaria proveniente de los fondos públicos. ¿Qué tiene que ver la panceta con Portugal más allá de que ambas palabras tengan como primera letra la inicial de Pannekoek?
Nota:
[1] Público, 28 de abril de 2010, p. 19.
Salvador López Arnal
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* Profesor-tutor de Matemáticas en la UNED y enseñante de informática de ciclos formativos en el IES Puig Castellar de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona). Colabora normalmente en la revista "El Viejo Topo" y es coguionista y coeditor, junto con Joan Benach y Xavier Juncosa, de "Integral Sacristán" (El Viejo Topo, Barcelona, en prensa).
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