Carmen Moreno Martín / Artículo de opinión.- 'El infierno, del que se habla poco en este tiempo, existe como lugar físico y es eterno' Benedicto XVI dixit…
Hace unos años, ese infierno flamígero, físico, real de Pedro Botero, con sus calderas eternas de sufrimiento infinito, desapareció. Juan Pablo II dijo que no era un lugar físico real. Y como la voz de Roma –bueno, del Vaticano- es la voz de Dios, se acabó: para todos quedó clarísimo que no había infierno.
Hace algún tiempo, Benedicto XVI, volvió a hablar del infierno y, sin lugar a dudas, declaró que existía. El infierno volvía a ser un lugar físico y real de eterno sufrimiento y morada de todos los empedernidos pecadores.
Así que infierno tenemos de nuevo. Pero, he aquí que teníamos un problema, ya que al clausurar el infierno, se clausuró también la existencia de sus moradores… Y, ahora que lo han vuelto a instaurar, el nuevo espacio está vacío, lo cual plantea numerosos interrogantes, pero me referiré a dos: ¿dónde se fueron los habitantes del infierno anterior? Y ¿de qué sirve un infierno vacío? De modo que este Papa Ratzinger, que no dijo ni mu de estos problemas, pero que es más listo que nadie, se apresuró a elaborar una lista de 'nuevos pecados' adaptados a los tiempos que vivimos, para llenarlo rápidamente y darle prestancia...
¿Pecados nuevos? Bueno, alguno no tanto, sobre todo en lo que a enriquecerse toca, porque ¿no es evangélico aquello de que será más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja, que el que los ricos hereden el Reino de los Cielos? Aunque lo nuevo debe ser la lectura que ahora se le debe dar a esto y que, según parece, puede ser algo así: ¡el que no pase por el ojo de una aguja, al infierno por nuevo rico! Y ¿quien pasa por el ojo de una aguja? Pues nadie. He aquí una buena forma de llenar el infierno con rapidez.
Sin embargo, pasen o no por el ojo de una aguja, en este apartado, en el de la riqueza, el infierno tiene, por descontado, un buen cupo asegurado: el de la propia alta jerarquía eclesiástica, empezando por los que se calzan en Prada, y siguiendo por todos los demás, que si bien dicen ser 'pobres' y tener voto de pobreza, no hay más que verlos… Por lo que se intuye que además de abrir el infierno, se actualizó aquello de la bula para todo o bula gallega, principalmente para los eclesiásticos.
La verdad es que en este crear y descrear los avernos, que cada Papa va y lo hace según le venga, hay algo que no acabo de entender: ¿Para qué empeñarse en tener a disposición un lugar de sufrimiento eterno al que van a ir a parar, sin duda, una parte importante de la propia jerarquía eclesiástica? Porque si a ricos se refiere... Y no digamos si hablamos de pederastas, pedófilos, acosadores y abusadores de menores, y otras malas hierbas, los propios que abren y cierran, crean y descrean los avernos, van a ser, sin duda, sus moradores... Debe ser, que son algo masocas...
Pero sigo; a continuación unos ejemplos de los que se van a ir al fuego eterno en lenguaje actual:
¿Qué tira usted un envase de leche al contenedor de desechos orgánicos? ¡Al infierno!
¿Qué su coche contamina más de lo permitido? ¡Al infierno!
¿Qué se enriquece usted? ¡Al infierno!, –por si acaso yo he dejado de jugar al Euromillón-.
¿Qué viste usted de Prada, de Armani o de Tucci? ¡Al infierno!... (Aquí tenemos un problema, ya que él mismísimo re-creador del infierno se iría de cabeza a él, a no ser por eso de las bulas)
¿Qué se pone usted un condón? ¡Al infierno!
¿Qué aborta usted? ¡Al infierno!
¿Qué vive usted en “adulterio”? ¡Al infierno!
¿Qué se casa usted con alguien de su mismo sexo? ¡Al infierno!
¿Que se está usted muriendo, vaya que le quedan dos telediarios, y sufre dolores terribles, por lo que usa cuidados paliativos? ¡Al infierno!
¿Se fuma usted un porro? ¡Al infierno!
¿Es usted diabético y va a beneficiarse de la investigación con células madre? ¡Al infierno usted y también los investigadores!
Y a continuación la nueva lista de pecados tomada de la Vanguardia: “Los nuevos 'pecados sociales' presentados por el plenipotenciario apostólico del Vaticano son estos:
1. Las violaciones bioéticas, como la anticoncepción.
2. Los experimentos moralmente dudosos, como la investigación en células madre.
3. La drogadicción.
4. Contaminar el medio ambiente.
5. Contribuir a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres.
6. La riqueza excesiva.
7. Generar pobreza.
Los siete pecados capitales señalados por el Papa Gregorio I en el siglo VI, que son los siguientes:
1. La soberbia
2. La envidia
3. La gula
4. La lujuria
5. La ira
6. La avaricia
7. La pereza”
Y sobre los pecados derivados de los mandamientos de Moisés, -los originales-, no se dice nada de nada, deben andar pasados de moda, de manera que la muerte en la carretera sí es susceptible de ser castigada con el tormento eterno, pero matar en guerras parece que no. Claro que a lo de las matanzas en las guerras, el propio Dios de Moisés las consideraba exentas de culpa y pena si eran “santas” y estaban en función de sus intereses. Tampoco se habla en estos “nuevos pecados” –como pueden ver- ni de pederastas y pedófilos, ni de acosadores y abusadores de menores… Claro que si lo hicieran y hablaran de ello, mucho me temo que por mucha bula que se dieran se iba a ir la institución eclesiástica en pleno a las calderas de expiación, de cabeza y sin remedio…
En fin, que desde el siglo VI hasta hoy nos hemos vuelto muchísimo más pecadores, porque en el siglo VI nadie se drogaba, nadie contaminaba el medio ambiente -el contenido de los orinales no sé dónde lo depositaban, porque canalizaciones no había- no existían bacanales orgiásticas, no había gente excesivamente rica, ni gente excesivamente pobre, no había esclavos y no había ningún tipo de experimento dudoso… Esto es que la Iglesia era más pobre que las ratas. El Papa viajaba en burro o a dedo, nadie torturaba a nadie ni generaba pobreza, no había abusos ni acosos, ni violaciones, ni asesinatos, ni prostitutas forzadas, ni efebos complacientes forzados, ni adúlteros de ningún tipo, no había esclavitud… No había guerras, y todo el mundo era más bueno que el pan. ¿Ustedes se lo creen? Bueno, la historia nos cuenta otras cosas…
Pero de momento, hay mucha gente que puede estar tranquila de no ir al infierno, como ya he apuntado:
Pederastas –sobre todo si son clérigos, que tienen una bula papal especial-. Tiranos y dictadores. Torturadores. Gobernantes y empresarios mafiosos y corruptos.
Ejércitos invasores. Genocidas. Neo-colonizadores. Neo-esclavistas. Neo-usureros -esto es Bancos-. Multinacionales farmacéuticas negadoras de medicamentos genéricos al tercer mundo. Los usuarios de zapatos de Prada. Etc. Y algún grupejo más que se me escapa…
Todos estos, como siempre, Iglesia y mandatarios de la organización incluidos, y por supuesto el Papa, seguirán teniendo Bula Papal Gallega, y ya saben: Lo que Pedro ata, atado queda en el cielo y en el infierno.
¿Por cierto, a ustedes les parece que el Papa es “pobre”', que viste como un pobre, que tiene la apariencia de un pobre? ¡No se engañen, lo que ocurre es que es “un pobre honorífico, de espíritu y de solemnidad' y ese tipo de pobres pueden vestir en Armani, Prada o dónde quieran!. Son cómo ese chiste de los de Bilbao que nacen dónde quieren, ¿se acuerdan? ¡Pues eso!.
Y mientras se van destapando universalmente y por doquier los pecados de los miembros vigilantes de la moral de esa institución, miembros que no se cansan de proclamar los peligros de la “carne” porque, al parecer, su goce sólo es para ellos, esa institución sigue presentándose como baluarte de la moral y las buenas costumbres, y castigando al fuego eterno a diestra y siniestra, a todo quisqui que incumpla sus criterios de “moral”, menos a sí mismos, para los cuales, recordémoslo, hay Bula Gallega. ¡Cosas de la vida!
Carmen Moreno Martín alias Hannah
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