Salud Pública / Jornadas sobre salud y determinantes sociales en Europa.- El Documento base de la “Declaración de Barcelona” ha sido realizado por Joan Benach, Vanessa Puig, Lluis Camprubí, Montse Vergara y María Menéndez (Grup Recerca Desigualtats Salut (GREDS) / Employment Conditions Network (EMCONET) de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona) y Dempeus per la Salut Pública), y Carles Muntaner (GREDS/EMCONET y University of Toronto). La Jornada en la que se presentó la “Declaración de Barcelona” (Barcelona-Salud o ¡BCN. Salud!) tuvo lugar el 27 de febrero de 2010 en el Hotel NH Podium de Barcelona. La organización contó con la participación institucional del Partido de la Izquierda Europea, Esquerra Unida i Alternativa, la Fundació l’Alternativa, y la colaboración de la organización cívica Dempeus per la Salut Pública.
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1. INTRODUCCIÓN
1.1. “Salud para todos”: un sueño no cumplido
En la Conferencia del Alma Ata de 1978, la OMS, la UNICEF y 134 países proclamaron el objetivo de conseguir “Salud para todos en el año 2000” escogiendo la atención primaria como la mejor opción para lograr ese objetivo. Desgraciadamente, ese ideal no sólo no se ha hecho realidad sino que incluso, en determinados casos, la situación de salud ha empeorado. En al menos 30 países del mundo la esperanza de vida ha disminuido en las ultimas dos décadas, incluidos países del este de Europa como Rusia y Ucrania o determinadas zonas de África. De hecho, la esperanza de vida de algunos países africanos es en la actualidad similar a la de Europa en la Edad Media (30 años). A inicios del siglo XXI, aproximadamente 2.000 millones de personas, o una tercera parte de la humanidad, aún malvive enferma, pobre, o subalimentada, y la mayoría de personas que habitan el planeta no posee el mínimo bienestar material y social que les permita un desarrollo adecuado de su salud con el que disfrutar y compartir una vida personal y social activa y gozosa (Benach y Muntaner, 2005). En muchos países la salud empeora, en otros mejora para una parte de la población y, en general, las inequidades en salud entre grupos sociales están aumentando (CSDH, 2008).
En Europa y otras regiones desarrolladas del mundo la situación es indudablemente mejor que en los países más pobres, pero ello no obsta para que persistan problemas de salud pública preocupantes y que las desigualdades en salud sigan en aumento (Mackenbach et al., 2008). Aún peor, la actual crisis económica, ecológica y social, una verdadera “crisis de civilización”, está generando una crisis global de salud en la que están emergiendo nuevos problemas y enfermedades de tipo infeccioso, ambiental, laboral y social, así como crecientes desigualdades entre y dentro de los países. Países europeos como España sufren tasas de desempleo real cercanas a una quinta parte de la población (18,83% en el último trimestre de 2009) (EPA, 2010). En otras zonas del planeta como los Estados Unidos, se estima que existen 50 millones de pobres y sin asistencia sanitaria en el año 2008 (US Census Bureau,2009). Los datos disponibles muestran como violencia contra las mujeres ha aumentado dramáticamente mientras se estima que la mitad de los niños son pobres en algún momento de su infancia.
Respecto a la atención médica, el fracaso en poner en marcha los servicios más necesarios de atención primaria y cuidados sociales, de forma universal y con el nivel de calidad suficiente, está también empeorando la crisis global de salud. Gobiernos, organismos internacionales y grandes empresas juegan un papel crucial en la producción eco-social de la salud y la enfermedad y en las tendencias mercantilistas y privatizadoras predominantes en los modelos de atención a la salud. Por tanto, ellos son los principales responsables de la situación actual. Sólo redirigiendo drásticamente el actual modelo biomédico y tecnológico de la salud, sólo poniendo en marcha acciones políticas que ayuden a poner de nuevo en liza el objetivo de “salud para todos” como una prioridad esencial, sólo cambiando drásticamente las actuales desigualdades en la distribución de los principales determinantes sociales que conforman la salud colectiva, y sólo desafiando los intereses de las clases más poderosas favorecedoras de sus intereses por encima del interés público, será posible acercarnos al objetivo de obtener un adecuado nivel de salud y calidad de vida para todos.
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