Carmen Moreno Martín / Artículo de opinión.- Aviso a navegantes lectores de esta página, que sean católicos muy creyentes: este artículo puede herir sus sensibilidades. Crearles dudas muy molestas. Abrir sus ojos. Despertar sus conciencias. Exacerbar sus agresividades y un montón de molestias más; por lo que les aconsejo que no lo lean.
Durante su “Pasión y muerte” Jesús, el llamado Cristo, habló muy poco, pero dijo algunas cosas muy interesantes, por ejemplo: “Mi reino no es de este mundo, si de este mundo fuera, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos” (Juan 18:33-37). Que su reino no era de este mundo, o lo que es igual, que este mundo no era su reino; esto es: que él no era el rey de este mundo, ya había quedado claro cuando “Satanás” se le apareció en el desierto, lo trasladó a una cumbre altísima desde dónde se divisaba el mundo y todos sus reinos, y le dijo: “Todo esto te daré, si postrado me adorares” (Mateo 4: 1 – 11), así que “el rey del mundo” –de este mundo- debía ser, ciertamente, “Satanás” que, no lo olvidemos, era llamado “príncipe de la luz” y “Luz bella” (Lucifer y Luzbel), el ángel más hermoso del paraíso, el que se enfrentó a Dios y éste le arrojó fuera de él. Qué casualidad, cómo a Adán y Eva, lo mismo, lo mismo, seguro que lo arrojó al mismo sitio: Al reino de las tinieblas, esto es a este pobre planeta nuestro, la Tierra; así que aquí estamos nosotros y nuestro Rey, su majestad Luzbel, o sea se Satanás.
Este Satanás, ya viene desde antiguo demostrando que el único rey indiscutible de este mundo –en el que, no lo olvidemos, el paraíso no se halla-, es él. Así, muchísimos cientos de años antes de que naciera Cristo –de quién dice Juan que es la Luz, no lo iluminado, craso error el de confundir la luz con lo que ésta ilumina-, nuestro buen Satanás quiso demostrarle a Dios que sus siervos sólo le amaban cuando se portaba bien con ellos y la emprendió con el pobre Job, lo hizo porque Job –cómo todos nosotros- era y estaba en este mundo, en el mundo de Satanás, en este mundo nuestro en el que él reina con permiso de Dios –la verdad es que complicadito si que lo es este Jehová o Yahvé-. También fue Satán o Satanás o Luzbel, quien incitó en forma de serpiente, a comer del árbol –que no era un manzano- del bien y del mal a esa primera pareja mítica, porque si comían podían convertirse en lo mismo que ellos –ellos parece que eran Yahvé y Satán-. Y, fíjense ustedes que curioso, que nada más comer y ser expulsados, Jehová o Yahvé se dijo a sí mismo o le dijo a Satán, “vamos a poner un guardián no sea que vuelvan y sigan comiendo y sean como nosotros…” Bueno, que todo esto lo leen ustedes en el primer libro del Pentateuco bíblico –o sea, en el Génesis-. Hay que ver con Yahvé o Jehová; que no sólo tenía malas pulgas y era retorcido, sino que tenía una especie de ambivalencia odio – amor con su ángel preferido Satanás, o Lucifer o Luzbel, que se las traía. Vaya, que ni con él ni sin él tenían sus males remedio. ¡Hay que fastidiarse!. Y nosotros, por este pobre planeta, reino de las tinieblas, de conejillos de indias del yahverato.
Bueno, y todo esto a que demonios viene, se dirán ustedes, pues viene a que en realidad el rey de este mundo no es Jesús –oigan, que lo dice él mismo-, sino Satanás o Luzbel o Lucifer; y que debe haber gato encerrado en ese empeño que tiene el papado romano y la alta jerarquía de la iglesia católica romana -desde que ésta se inventó allá por el siglo III – IV d.C.- en establecerlo como “Rey de reyes y del mundo”. Ya ven, siempre les he visto yo algo diabólico y maléfico a esa panda de jerarcas aviesos, pederastas, corruptos y reprimidos; pero me he puesto a pensar, y la cosa me ha cuadrado: por más que se empeñen, no son la Iglesia de Cristo, son la Iglesia del Rey del mundo, esto es de Lucifer, o Luzbel o Satanás, por mucho que lo oculten. Ya ven, yo solita. Que digo yo que ni Don Brown, ni código da Vinci, ni nada; que se ponen las neuronas a trabajar y a deducir y ¡zas!... Salta la verdad cómo una flecha; y ya se sabe lo que decía el evangelista Juan, que decía Jesús: "La verdad os hará libres"... Y alguien que ahora mismo no sé, pero que he leído por ahí, añadía: "...y las mentiras, creyentes". Y razón no le falta a ninguno de los dos.
Que digo yo que las primeras comunidades cristianas, las de los siglos I y II d.C. puede que fueran leales al Cristo, pero que luego, a Satanás se le hincharon las narices y empezó a confabular con Yahvé y a comerles el coco a los poderosos hasta que consiguió que Pablo de Tarso y Constantino el Grande, con Juan Crisóstomo y alguno más, se unieran y montaran el gran tinglado de la “Iglesia católica y romana” al servicio del indiscutible “Rey del mundo”, “Príncipe de la luz” –aparentemente, y en realidad, de las tinieblas-; y, hale: aprovechando las bacanales romanas, los dioses solares, el mismísimo solsticio de invierno, el equinoccio de primavera, y demás, se montaron la fábula eclesiástica más grande y nunca mejor montada, la de la Iglesia Católica Romana. Y listos fueron un rato, porque cogieron eso del bien y del mal, dualidad de la que participa su Rey –esto es Satán-, y le endilgaron lo del bien y lo luminoso al pobre Jesús de Nazareth –que el hombre otra cosa no tendría, pero visión de futuro no le faltaba con la frase de que su reino no era de este mundo-, creándole un perfil de nacimiento heliocéntrico como el de los dioses solares al uso; y lo de la parte del mal de Satán, se lo encasquetaron al bueno de Cernunos, matando así una bandada de pájaros –¡qué dos pájaros, por favor!- de un mismo tiro: integrar en su invento la antigua religión Celta y los dioses solares. ¡Ahí es nada!, calvos se debieron quedar los pobres.
Primero lo decidieron y le dieron un primer apuntalamiento en Nicea; y ojito: a quien no estuvo de acuerdo, lo declararon so hereje maniqueo, -o lo que fuere-, y lo excomulgaron. Entonces, en los comienzos, aún eran suaves; porque lo de torturar y cortar cabezas, pasar a cuchillo, quemar en la hoguera y ahorcar en la plaza pública, vendría más tarde con los de la Inquisición; que no se andaban ni con bromas, ni con chiquitas, esos brutos. Y así, pasito a pasito, concilio a concilio, se fue montando la “gran bola” de “la Dios es Cristo” –nunca mejor dicho-; y tan bien montada la montaron, que el mismísimo Papa León X , ante el terror de uno de los cardenales por los estragos que estaba causando Lutero –entiéndase por “estragos” bajas de “creyentes” y por lo tanto, de pecunios-, con su reforma contra las bulas, las indulgencias, el celibato, la autoridad del Papa, y otras minucias, le dijo: “Mirá, Bembo, calmate, ché; gracias a la fábula esta de Cristo que nos armamos, hemos vivido y vivimos cómo dioses, no la vamos a desmontar ahora, porque sería una gran cagada, ché” -bueno, no usó esas palabras, pero le vino a decir que “prohibido tocar y alterar lo que funciona bien”-, más o menos, y todos contentos, desde el jefe “Satanás” hasta el cura más pardillo. Y bien, Lutero se salvó de la quema y de la inquisición, pero eso fue porque era alemán y ya se sabe que La Germania siempre fue muy reacia a Roma, no porque desde Roma no intentaran cortarle el pescuezo.
En fin, que desde Nicea hasta hoy, la Iglesia Católica Romana se ha plantado con su bien construida fábula como aliada del Rey del Mundo, esto es, al parecer del diablo o Luzbel, o Lucifer o Satán, y no hay quien la mueva; porque si algo o alguien se acerca siquiera a propinarle el más mínimo movimiento, lo siegan de cuajo y pasa a ser habitante de otro mundo –no sabemos si del de Cristo- más rápido que inmediatamente; eso, o al mayor de los ostracismos; y tenemos ejemplos cercanos, por ejemplo: lo ocurrido con los teólogos de la liberación ; con Teilhard de Chardin -a éste no le tocaron ni un pelo, ni pusieron sus obras en el índice; pero no le perdonaron que fuera sacerdote, que fuera aristócrata, que fuera científico de renombrado prestigio y que pusiera denigrara las teorías creacionistas, en faor de las teorías evolucionistas, y que pusiera en duda la ortodoxia católica romana; se lo hicieron saber poniéndole bien de palos en las ruedas y relegándole al más cruel aislamiento-; y con otros tantos. Más atrás tenemos el ejemplo de lo acontecido con los Cátaros o albigenses; con los templarios; y un largo etcétera, amén de lo que ocurría con personalidades individuales cómo Miguel Servet, Giordano Bruno, Copérnico, Galileo, etc. No a todos los asesinaron -que me río yo de las barbaries cometidas por el Islam alas que aludía Benedicto XVI, con una cara que se la pisaba el hombre-, pero a los que quedaron vivos, les arruinaron la vida y colocaron sus obras en el índice prohibido.
La verdad, ¿Por qué les molestará tanto a Satán, a Yahvé y a su Iglesia -la de Roma- que los pobres humanos adquiramos conocimiento y ciencia? Ya montaron un cirio, allá por el principio, cuando nos arrojaron a las tinieblas y nos prohibieron entrar de nuevo en el paraíso; hasta pusieron un guardián no fuera que comiendo de nuevo del maldito árbol -que también se le llamaba "de la ciencia", además de "del bien y del mal"- llegáramos a ser como dioses... -que esto ya se lo he contado más arriba-. Y luego se lían a matar y desaparecer a todo aquel que pretenda el más mínimo avance... Hoy, el cirio lo tienen armado con los anticonceptivos, la fecundación in vitro, las células madres, etc. Nada, que los pobres humanos estábamos designados en los planes divinos yahverino-luciferinos a ser unos desgraciados ignorantes, y con su invento eclesial, estamos condenados a seguir igual, por lo visto.
En fin, que no hay que ser muy lúcidos para llegar a la conclusión de que esta sacrosanta iglesia –me refiero a sus altos mandatarios, los que establecen la doctrina y los dogmas-, a juzgar por lo que cuentan los evangelios que ellos mismos han declarado cómo canónicos y aceptados, lo que es por el lado de lo que decía y hacía Cristo –salvo honrosas excepciones-, no va. Se mire por dónde se mire, va por otro camino muy diferente, tal vez, por el de "el anticristo", cómo bien decía Lutero. ¿Y a qué se llama anticristo, eh? Pues a la bestia, -lo dice el Apocalipsis-, o sea se: a Lucifer: el rey de este mundo.
Tal vez sea demasiada exageración concluir que son “adoradores y seguidores del Rey de este mundo”, llámese su majestad Satán, dinero, multinacionales, narcotráfico, corrupción, ambición, pederastia, poder, etcétera; pero como por sus obras los conoceréis –que decían los evangelistas, que decía Cristo-, en lo que a mí respecta, y con todo respeto a quienes la sigan, bien conocidos están.
Otra cosa que me lleva a pensar que no voy muy errada con estas disquisiciones que les presento hoy, es el acérrimo y acerado odio que le tiene la sacrosanta iglesia de Roma, a la Masonería; tal vez porque les pone demasiado al descubierto el pastel; ya sea por ser librepensadores o por ser -algunos grupos para-masónicos-, competidores de lo mismo, claro, ¿por qué, sino, podría ser? Pero esta historia, mejor se la cuento a ustedes otro día.
Carmen Moreno Martín alias Hannah
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Leon x
http://www.lisergia.net/quebelloesvivir/estadodecoma/herejes.html -
Lutero
http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/contextos/1854.htm -
Teologos de la liberacion
http://www.ensayistas.org/critica/liberacion/berryman/introd.htm -
Teilhard de Chardin
http://www.redcientifica.com/gaia/tc/tc1_c.htm -
Miguel Servet
http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Servet -
Giordano Bruno
http://es.wikipedia.org/wiki/Giordano_Bruno -
Copérnico
http://www.artehistoria.jcyl.es/historia/personajes/6241.htm
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