David Delgado / Artículo de opinión.- La ministra española de Defensa, Carme Chacón, informó el miércoles 17 de febrero en una comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso, que el despliegue de los 511 militares y 40 guardias civiles del contingente de refuerzo en Afganistán, se iniciará este mismo mes.
Los primeros en llegar, serán un grupo de 24 guardias civiles que se integrarán en la fuerza de gendarmería europea para instruir a la nueva policía afgana creada por los ocupantes. Los 511 militares, llegarán al país centroasiático a finales del mes de marzo para incorporarse al equipo de “reconstrucción” de Qala-i-Naw, capital de la lejana provincia de Badghis. La llegada de los militares coincide con el relevo de una parte del contingente de carácter permanente que el Estado español tiene en Afganistán, compuesto por 998 soldados.
En los últimos días del 2009, Chacón visitó la base española –en proceso de construcción- de Qala-i-Naw, donde por aquel entonces habían instalados unos 300 militares. Allí pasó revista a las tropas junto a José Julio Rodríguez, Jefe del Estado Mayor de la Defensa, y ensalzó la misión que desarrollan las tropas españolas en un ambiente navideño que culminó con un brindis con los soldados “por España y por el Rey”.
La paupérrima ciudad de Qala-i-Naw ha cambiado mucho durante estos últimos años. En el 2004, los españoles pusieron en marcha un Equipo de Reconstrucción Provincial (ERT). Tres años después, Luis de la Fuente, uno de los 15 empleados de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) que estaba presente en septiembre de 2007 en la zona, afirmó que “estamos tan lejos y es tal la pobreza que por aquí no se aventuran ni los talibanes”. Sin embargo, en el mismo mes, dos años después, la resistencia afgana ejecutó diversos ataques con cohetes en el lugar donde se construía la base española a las afueras de Qala-i-Naw.
Tres meses después, en una carretera estratégica que une esta ciudad con Balamurghab, también dentro de la provincia de Bagdhis, varios rebeldes afganos armados con fusiles de asalto, perpetraron una emboscada a una patrulla del ERP que escoltaba a unidades del Ejército colaboracionista afgano. Hace tiempo, pues, que dejó de ser una ciudad apacible.
Con respecto al resto de militares y guardias civiles que irán a Afganistán, estos se desplegarán durante el transcurso del año, según las necesidades de la ISAF, aunque según la ministra, se prevé que lo hagan antes de julio. Al fin y al cabo, el Estado español está a las órdenes de la misión de EEUU, por mucho que la propaganda imperialista se esfuerce en presentar a la ISAF como una fuerza al mando de la ONU.
El número de soldados y agentes españoles en Afganistán tras este refuerzo, será de aproximadamente 1.600 efectivos. El coste de este despliegue, según los datos que maneja Chacón, será de 100 millones de euros anuales. Recordamos, que más del 95% del gasto que supone la presencia de tropas españolas en Afganistán, va destinado a operaciones militares, en contra de las excelencias solidarias que nos quieren vender.
El anuncio de la ministra, se produce pocos días después de que las tropas de la OTAN, comandadas por EEUU, iniciaran una enorme ofensiva el sábado 13 en la provincia de Helmand, bastión de la resistencia afgana. La operación denominada “Mushtarak” (juntos, en lengua dari -en referencia a la participación conjunta de los ocupantes y las fuerzas afganas-) se desencadenó con la participación de 15.000 soldados.
Sólo unas pocas horas después de iniciarse, marines estadounidenses se enfrentaron a combatientes talibanes en Marjah (provincia de Helmand), en los cuales según un pequeño comunicado emitido por la ISAF poco tiempo después, murieron tres marines.
Se trata de la operación en la que han participado el mayor número de soldados desde la invasión de Afganistán en el 2001, desarrollada en un lugar donde diariamente se producen ataques de la resistencia, como es todo el arco suroriental del país. Esta, forma parte de la estrategia estadounidense de imponer manu militari, como no podía ser de otra forma, el mayor control del Gobierno títere en las áreas donde la resistencia está más fuerte, y minar en lo posible la capacidad combativa de la resistencia antes del repliegue que empezará a llevar a cabo Washington en 2011.
De aquí a la paulatina retirada de las fuerzas ocupantes –escenificada políticamente en la reciente Conferencia de Londres-, las tropas imperialistas intensificarán tanto el número, como la magnitud y la crudeza de sus operaciones bélicas tal como sucediera en su día en Vietnam. Y es en este contexto donde se encuadra el envío de refuerzos españoles así como de otros países, destacando los 30.000 soldados que enviará Obama, tal como anunció en diciembre de 2009.
Para la propaganda adepta al sistema, la operación evoluciona muy favorablemente hasta el punto de tener controlada la ciudad de Marjal y sus alrededores. No obstante, en dos comunicados, la ISAF informó el viernes 19 de la muerte de seis soldados de la OTAN: tres de ellos por la explosión de artefactos explosivos improvisados (bombas camineras), y los otros tres por disparos de arma corta. Se suman así, a las cinco bajas que hasta el jueves 18 habían muerto en el marco de esta operación, arrojando un balance de 11 soldados abatidos según las informaciones de las fuerzas invasoras.
Según datos oficiales del Gobierno afgano, hasta el viernes 19 de febrero, durante el transcurso de la operación habían muerto 40 insurgentes, 15 civiles y un soldado afgano. Cabe destacar el asesinato premeditado de 12 civiles por parte de soldados de la OTAN, que aunque en un principio Anders Fogh Rasmussen, portavoz de la alianza militar, achacó a “dos proyectiles que se desviaron de su objetivo”, posteriormente la OTAN tuvo que reconocer ante la opinión pública que los misiles que mataron a los civiles no erraron de su objetivo, sino que fueron lanzados contra un blanco concreto.
La matanza que en un primer momento se justificó como fruto de un error técnico, luego fue denominada como “bajas colaterales”, muy en la línea de la jerga militar de los imperialistas. Otro bombardeo de la OTAN, en este caso en la región de Kunduz, se saldó con la muerte de siete policías afganos “por error”.
Y el lunes 22 de febrero, a primera hora de la mañana, las agencias de noticias informaban que el Gobierno afgano reconoció el asesinato de otros 33 civiles (incluidos niños y mujeres), como resultado de un ataque aéreo de la OTAN contra tres vehículos en la provincia de Uruzgan, al sur de Kabul. Esta provincia fue asignada al Ejército holandés en 2006. Y el gobierno de este país se disolvió el pasado sábado 20 de febrero por las divergencias entre socialdemócratas y democristianos en cuanto a la presencia de las tropas en Afganistán.
Es significativo, el lugar y el momento en que el acaece esta operación. Marjah, una pequeña llanura agrícola, es el mayor centro de comercio de opio de Afganistán, ubicada en la provincia que más opio produce de todo el mundo. Esta provincia, limítrofe de Pakistán y muy cercana a Irán, es testigo de la primera gran batalla que EEUU impulsará tras la decisión de pasar el testigo a las fuerzas colaboradoras afganas en un futuro próximo (previamente se traspasó la misión a la OTAN ante la incapacidad del ejército estadounidense de alcanzar sus objetivos por si mismo), y organizar la retirada menos humillante posible con la resistencia lo más mermada.
Por su parte, los talibanes, que creen que esta operación no difiere a grandes rasgos de otras anteriores, no entrarán en una guerra frontal en una región llana, conscientes de las pérdidas que sufrirían, sino emplearán una táctica de ataque y repliegue (hacia las montañas, donde desarrollan una guerra de guerrillas absolutamente favorable) como emplearon en anteriores combates en esta misma provincia el año pasado, ofreciendo a los imperialistas como única posibilidad llevar a cabo una sangría de cadáveres de civiles (muchos identificados como terroristas) y la destrucción parcial del territorio, puesto que la defensa de la integridad del lucrativo negocio del opio es una prioridad.
La operación “Mushtarak”, en la que participan militares de EEUU, Reino Unido, Francia, Canadá, Dinamarca y Estonia, no puede ni mucho menos ser interpretada de exitosa. Más bien es un nuevo fracaso que no conduce más que al derramamiento de más sangre, pero que no debilitará considerablemente la capacidad combativa de la resistencia y sí que aumentará el odio y el rechazo del pueblo afgano hacia las tropas de ocupación.
Los Jirgas, los consejos tribales que actualmente son el verdadero gobierno afgano que controla la mayor parte del territorio, y los grupos organizados que componen la resistencia, no desistirán hasta la retirada definitiva de los ocupantes y la caída del gobierno de Hamid Karzai. Los imperialistas, como nos tienen acostumbrados, no se irán en cambio, sin antes dejar a su paso más muertes y destrucción.
* David Delgado es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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