Ramón Afonso / Artículos de opinión.- Mucha gente -más de diez mil personas- paseó el sábado 9 de enero su ira y su dignidad por las calles de Santa Cruz de Tenerife. Los que creían que esto no era posible se equivocaron. Fueron Miguel Zerolo, Ignacio González y los secuaces del PP quienes lo consiguieron aprobando el PGO más injusto de la historia del planeamiento. Poco hay que decir de este Plan, se podría resumir de manera sencilla pero elocuente diciendo que es un saqueo a las clases populares por una especie de Robín Hoods transmutados con el objetivo de donar el jugoso botín a la maldita plutocracia, esa que nos somete y que se ha mantenido parapetada desde el franquismo en los cenáculos empresariales de la isla como la Cámara de Comercio, la Ceoe, Ashotel, la patronal de la construcción, Asinca. Parece el cuento de nunca acabar.
“Ahí está la cueva de Alí Babá” gritaban los chicharreros y chicharreras mientras con sus dedos índices indicaban su localización: el Ayuntamiento. Los serviles redactores del Plan habían realizado a la perfección el encargo, y la falsimedia ultraperiférica salvo La Opinión, con su opacidad y manipulación (des)informativa, también supo hacer su trabajo como encubridora del atropello, pero no se contaba con esos a los que han rotulado como los del “No a todo” ni con un par de abogados que habían descubierto el pastel y se dedicaron a explicarle a la ciudadanía que este PGO dejaría fuera de ordenación a más de 60.000 hogares, que se dice pronto. Y la gente se sintió asqueada y saqueada por estos políticos municipales que mintieron desde el principio cuando decían “Ha sido un error” y al final insistiendo machaconamente en que “El fuera de ordenación no acarrea ningún problema”. Pero la gente ya sabía lo que significaba que sus casas no estuvieran dentro del planeamiento y salió a la calle el 29 de diciembre convirtiéndose en la “bomba” que demoró por unos días la consumación de la tropelía.
El sábado 9 de enero se desbordaron las calles de Santa Cruz, con una riada de gente corriente, de esa que trabaja todos los días, la que sufre las consecuencias de la crisis y la que está cansada de tantas infamias: los pequeños empresarios y los pequeños propietarios, los carteros y carteras, la gente del tabaco y los guagüeros, los de la Florita y los del suroeste, los del barrio de La Salud y los del Toscal. Esa clase media a la que dicen defender les gritaba “Zerolo dimisión por corrupto y por ladrón”, sus casas estaban en juego pero más aún lo estaba su dignidad.
Ningún incidente a lo largo de las dos horas que duró la marcha, el único acto violento lo protagonizó, sin embargo, el alcalde Miguel Zerolo al ordenar a su alegal guardia pretoriana -la Unipol- que impidiera el montaje de una pequeña tarima donde los representantes vecinales leerían los manifiestos. No importó, subidos a una camioneta y megáfono en ristre le dijeron alto y claro que ellos, el alcalde y los concejales que aprobaron este PGO, no los representan, que se vayan, que no los quieren, que no cesarán la lucha hasta acabar con este Plan, que “Ya está bien” de corrupción.
Este Pelotazo General de Ordenación (PGO) -como ya lo llaman muchos- se llevará por delante a más de uno, Zerolo y Ángel Llanos -el pibe de Ofra- son los mejor colocados para quedar “fuera de ordenación”. Aunque hay ya quien hable del “despertar de la sociedad santacrucera, lo que está por ver es si la ciudadanía ha comprendido el ineludible papel protagónico de los movimientos sociales o va a permitir que sean otros -siempre al acecho, siempre emboscados en el pueblo- los que capitalicen una vez más este impresionante éxito de las luchas populares.
En su mano está, ya veremos lo que sucederá en las elecciones del año que viene.
Ramón Afonso
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