David Delgado / Artículo de opinión.- ¡Cómo para no salir adelante la contrarreforma laboral! La “paz social” (casi sería mejor denominarla “pasta” social) está blindada. Poco después de aprobarse los Presupuestos Generales del Estado español de 2010, el Ministerio de la Presidencia, a través del Instituto de la Administración Pública (Inap), reportará 29 millones de euros entre las centrales sindicales.
Este fabuloso regalo que se le concede a los sindicatos «más representativos”, se enmarca dentro del Plan de Formación Continua de las Administraciones Públicas, que este año está dotado con 106 millones de euros para repartir entre las distintas administraciones.
En este contexto, los sindicatos se igualan a las diferentes administraciones públicas (central, autonómica y local) como impulsores de planes de formación, y por ello participan del reparto de la cantidad citada.
Los sindicatos absorbidos por el sistema, e integrados absolutamente en el mismo, no sólo obtienen una millonada del dinero destinado a las administraciones públicas como si se tratasen de un brazo más del sistema (que en realidad lo son), sino que encima lo hacen en las mejores condiciones.
De los 106 millones del plan, sólo las comunidades autonómicas recibirán más dinero que los sindicatos para la ejecución de los cursos de formación. En concreto, se dotarán con 55,1 millones de euros, frente a los 29 millones que tendrán los sindicatos a su disposición. Para los cursos promovidos por la Administración central se disponen 5,6 millones de euros, y para las administraciones locales 25,4 millones.
Los sindicatos más «representativos” (fundamentalmente CCOO y UGT), están reconocidos en el IV Acuerdo de Formación Continua de las Administraciones Públicas como promotores (y por ende perceptores directos del dinero). Sin embargo, esta condición no influye en el que los sindicatos puedan chupar aún más del bote de otras instituciones promotoras de planes de formación.
El año pasado, sin ir más lejos, CCOO y UGT se embolsaron más de 90 millones de euros en concepto de planes de formación en empresas y sectoriales, además del dinero asignado por el Estado para su financiación general. Una cantidad lo suficientemente grande como para que su peso en los bolsillos de los sindicalistas les lastre hasta el punto de que les sea imposible movilizarse.
Queda claro que más allá de las superfluas “exigencias” sindicales, que no son más que poses de cara a la galería, una vez más (y ya van tantas que hemos perdido la cuenta) los sindicatos presentes en la afrentosa Mesa de Diálogo Social, junto a la patronal y el gobierno, no pueden más que agradecer las acaudaladas subvenciones que a lo largo del año les llega desde las arcas públicas.
A fin de cuentas, el Estado capitalista premia a unas organizaciones domesticadas hasta extremos que resultan patéticos ante la clase trabajadora, por la fidelidad mostrada. Como todo el mundo sabe, Roma proditoribus non premiae.
Pero como parece que en la izquierda canaria todo el mundo es consciente de que UGT y CCOO son unos sindicatos antiobreros, pero no extienden esta condición a otros sindicatos menores, es menester recordar algo muy importante: los sindicatos “menores”, es decir los que tienen menor representatividad, no tienen legitimidad ninguna para denunciar a CCOO y UGT desde las barricadas obreras. En menor escala por su propia naturaleza, estos sindicatos con otras tretas y una fraseología más izquierdista, practican el mismo tipo de sindicalismo derrotista y vendido, como han venido demostrando.
El altisonante “sindicalismo nacional y de clase”, tal como lo presentan, no es más que pura fachada. En los hechos han demostrado sus habilidades para boicotear las huelgas, funcionar burocráticamente, vivir del cuento sin dar un palo al agua como liberados y desmovilizar a los trabajadores.
La Organización Sindical Española, más conocida como Sindicato Vertical, única organización legal durante la dictadura franquista, también era muy nacional: muy española claro. Y como no, era de clase también. Sólo que no precisamente de clase trabajadora. Con CCOO y UGT sucede igual, también son sindicatos de clase: de la clase de burócratas vendidos a la burguesía.
Los sindicatos nacionales canarios no han demostrado hasta ahora ser muy diferentes. Así que menos radicalismo fraudulento y más hechos.
(*) David Delgado es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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