Teodoro Santana * / Artículos de opinión.- Los datos pésimos se siguen acumulando. Canarias cerró el año 2009 con una mayor destrucción de empresas que 2008, según los datos de la Seguridad Social hasta el mes de noviembre (último dato disponible, a la espera de diciembre, que suele registrar peores datos aún). El año pasado desaparecieron el 6,4% de las empresas de las Islas (en 2008 fueron una décima menos). Desde 2007, año en que estaban registradas 64.769 empresas, se ha perdido un 11,5% del tejido empresarial isleño, quedando reducidas a 57.346, en la práctica totalidad de los casos pequeñas y medianas empresas.
Situación que tiene directa relación con el descenso de más del 14% de turistas y la brutal caída de la construcción. No es de extrañar, por lo tanto, que los concursos de acreedores (lo que antes eran las suspensiones de pagos) aumentaran en Canarias un 108% en 2009 con respecto al año anterior, más del doble.
En tal escenario, resultó patética la alocución de fin de año del presidente del gobierno de la Comunidad Autónoma Canaria (CAC), Paulino Rivero, que se atrevió a decir que “los canarios avanzamos ya, con paso firme, hacia el final de esta crisis”.
Y eso después de que el Servicio Canario de Empleo asegurara recientemente que en 2010 no se va a crear empleo en las Islas y, ya en plan optimista, augurara la “estabilización” del paro en nuestro país en torno a las 250.000 trabajadoras y trabajadores (25% de la población activa). La verdad es que ni como presidente del gobierno cipayo, ni como futurólogo, da mucho de sí.
Por no hablar de sus desvergonzadas afirmaciones sobre su supuesta voluntad de que los jóvenes reciban “una formación que les permita encontrar un trabajo”, o que haya que esperar menos para ser atendidos por la sanidad pública. Todo esto tras un brutal recorte presupuestario, precisamente, en educación y sanidad. Cabe achacarlo a que los vapores del exceso de maquillaje con que se presentó ante los ya 2.103.992 habitantes de Canarias le nublaban el entendimiento. O el pudor.
Claro que, a pesar de presumir de sus acuerdos con los sindicatos, no dejó de advertir que hay que plantar cara a la crisis “no en la calle, sino en las mesas de trabajo”. No sea que el personal se ponga bravo. Habrá que ver si las burocracias sindicales se siguen plegando a esta consigna y desactivando (o tratando de desactivar) las movilizaciones.
Lo cierto es que con cerca del 30% de parados, la jornada laboral más larga y los salarios más bajos del Estado y más de 600.000 canarias y canarios bajo el umbral de la pobreza, poca recuperación cabe cuando tenemos cada vez menos capacidad de consumo. Y sin reactivación del consumo, no hay forma de afrontar la recesión económica.
A esto hay que añadir dos factores decisivos. Por un lado, el fin de las subvenciones europeas, que han ido descendiendo hasta su desaparición total en 2013, a pesar de las alharacas en torno a las pretendidas ventajas de ser colonia RUP (Región Ultraperiférica), que han quedado en agua de borrajas.
Por otro lado, la Reserva para Inversiones en Canarias (RIC), uno de los ejes centrales del Régimen Económico y Fiscal (REF), ya no rinde resultados. Cabe decir lo mismo de los tributos que se queda la CAC, como el IGIC, que se han visto seriamente disminuidos por la crisis, y de la Zona Económica Canaria (ZEC), que ha fracasado totalmente en sus expectativas.
Según el propio Consejo Económico y Social de Canarias (CES) las dotaciones a la RIC, habrán sido “en torno a los 1.000 millones de euros o menos” durante 2009. Una tendencia decreciente que ya se veía venir desde 2007, año en que las dotaciones a la RIC descendieron un 50% respecto a las efectuadas el año anterior, cuando aún no se había entrado en la recesión mundial imperialista.
La RIC no es otra cosa que una herramienta para no pagar el 90% del Impuesto de Sociedades sobre aquella parte de los beneficios que se consignen a ella. A cambio, los capitalistas que se acogen a esta fórmula deben “materializar” (invertir) el total de las cantidades consignadas a la RIC en un plazo de cuatro años.
Mientras que algunas pequeñas empresas reinvertían esas cantidades y esos impuestos no pagados en pequeñas mejoras para sus empresas (fundamentalmente la compra de equipos informáticos), el grueso del volumen de miles de millones de euros, manejado por un puñado de grandes capitalistas isleños y grandes corporaciones españolas, tenía fácil esa “materialización”: desde la compra de solares y de inmuebles hasta la adquisición de deuda pública.
Esta última fórmula ha dado lugar a la paradoja de que, con los impuestos no pagados, los capitalistas prestan dinero a las administraciones públicas, recuperando luego el principal más los intereses ya “materializados”, sin tener que invertirlos.
En muchos casos el dinero consignado a la RIC era inexistente, sólo un apunte contable para evadir los correspondientes impuestos. A los cuatro años se pedía un préstamo a los bancos y se “materializaba”, principalmente en hormigón. El problema es que ahora se ha vuelto prácticamente imposible conseguir esos préstamos, y los capitalistas andan llorando por las esquinas pidiendo una moratoria sobre el plazo que tenían para invertir ese dinero consignado a la RIC.
El Pacto Colonial histórico entre las clases dominantes canarias, concretado en la última época en el REF, se deshace como un castillo de naipes. Pero ni la burguesía criolla ni sus representantes políticos saben como recomponerlo, ni en que dirección. Andan como gallinas sin nidal, sin un proyecto no ya para Canarias, sino ni siquiera para sus propios intereses más inmediatos. Su tiempo histórico ha llegado al final.
Ha llegado la hora de las trabajadoras y de los trabajadores canarios.
(*) Teodoro Santana es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
Comentarios