David Delgado * / Artículo de opinión.- Señalaba Lenin en el discurso de la I Sesión del III Congreso de las Juventudes Comunistas de Rusia, que es “precisamente a la juventud a quien incumbe la verdadera tarea de crear la sociedad comunista”. Y la palabra con la que se podían definir las tareas de este sector social, subrayaba, es: aprender.
Lenin no afirmaba únicamente algo tan evidente como que los jóvenes, en especial los comunistas, tenemos que estudiar y formarnos porque somos el futuro que construirá el socialismo. Además señalaba que había que responder a los principales interrogantes: “¿qué y cómo aprender?”.
Tres años antes de proclamar ese discurso, la revolución socialista había triunfado. El líder de los bolcheviques reconocía que la generación de militantes que se educaron en el régimen capitalista, podrían destruir los cimientos del antiguo modo de producción basado en la explotación y organizar la dictadura del proletariado, pero que recaía en la juventud la creación de la sociedad comunista.
En Canarias la revolución socialista aún no ha triunfado. Pero lo hará si nos consagramos a ese objetivo. Y naturalmente, si hablamos de una revolución de carácter socialista es porque seremos los comunistas quienes la organizaremos e impulsaremos, y la clase trabajadora quien la realice.
Aprender y revolución. Estos dos conceptos tienen que ser asumidos teóricamente por los jóvenes comunistas en toda su amplitud. Y en la práctica, plantearse desde ya la formación como un trabajo permanente orientado a la capacitación íntegra del militante, enfocando el estudio y la actividad política como preparación para convertirnos en potenciales revolucionarios en lucha, consecuentemente con el objetivo inquebrantable de la revolución socialista en Canarias.
El movimiento político-sindical juvenil canario está desorganizado y desmembrado. En el ámbito político, los comunistas no somos una excepción. Basta con analizar la ausencia de respuestas frente a la recesión imperialista, que golpea con mayor crudeza a la juventud, o la transigencia ante el Plan Bolonia.
Nos encontramos totalmente desarmados en una coyuntura radicalmente favorable al ascenso de los comunistas. Porque la juventud está desencantada y desmoralizada con el progresivo empobrecimiento de nuestras condiciones de vida y la falta de alternativas.
Sin embargo no despertamos de nuestro letargo. Nos quejamos de que la juventud está alienada, que “pasa de la política”, que es muy conformista, y suspiramos, claudicando, que es una utopía transformar las perspectivas hasta que no cambie esta panorámica. Además envidiamos a las juventudes griegas, cubanas, rusas y francesas, porque esas sí que son combativas y conscientes.
Pero como apuntó Marx en La Sagrada Familia: “…si el hombre es formado por las circunstancias, será necesario formar las circunstancias humanamente”. Así superaremos las ideas vagas de los marxistas anodinos, no limitándonos a repetir que el hombre es producto de las circunstancias. Reconociéndonos también a nosotros mismos, en cuanto individuos, como responsables de nuestra malaventura y no cargando toda la culpabilidad sobre la sociedad.
Es muy desahogado permanecer expectante y desde la grada reprochar a todo el mundo su apatía e ignorancia. Los comunistas tenemos que dar ejemplo y ser críticos, que no insultantes. Pasar de la inacción a la actividad revolucionaria. Transformar la realidad que tanto nos hastía en lugar de que ella nos transforme a nosotros e involuntariamente acabemos fomentando las actitudes que tanto detestamos.
El primer paso para la configuración de una juventud rebelde, reivindicativa y transformadora, es la organización de los elementos más activos y avanzados. Los comunistas, resueltamente, debemos estar a la cabeza. Y no hablamos sólo de estimular y liderar a los frentes en lucha por las distintas problemáticas que nos afectan -qué también-, sino de orientar nuestra capacidad en la tarea de ir más allá y responsabilizarnos de impulsar un movimiento juvenil revolucionario.
El comunismo canario precisa de una nueva generación de militantes educados en la ciencia marxista-leninista, decididos y comprometidos.
Comunista no es aquel que memoriza unas cuantas frases descontextualizadas de los clásicos. Es aquel que continuamente estudia toda la riqueza que abarca el marxismo-leninismo, leyendo y releyendo a Marx, Engels y Lenin. Y además asimila científicamente –no como los dogmáticos o los exegetas– los conocimientos, y estudia fortaleciéndose ideológicamente para la espinosa lucha que afrontamos como revolucionarios.
Hay que romper el divorcio, que tanto horrorizaba a Lenin, entre los libros y la práctica. Desde ya tenemos que dar pasos que confirmen nuestra adscripción al comunismo y levantar un movimiento comunista juvenil unitario. Romper la desconexión entre los comunistas de las diferentes organizaciones y quienes se encuentran dispersos. Empezar a debatir y estudiar conjuntamente además de practicar la unidad de acción.
Extender la propuesta de unidad de los comunistas canarios a la juventud revolucionaria, que tenemos mucho que aportar al desarrollo de nuestro propio socialismo, en contra de quienes se empeñan en esperar a que nos fijen desde el exterior nuestro rumbo o se deslumbran con cualquier experiencia foránea y proponen imitarla.
La conformación de un movimiento juvenil revolucionario en Canarias, con la recomposición de los comunistas, es una tarea que tenemos que situar en primer lugar. Como concebía Lenin a la Unión de Juventudes Comunistas, seamos el “grupo de choque que en todos los terrenos aporte su ayuda y manifieste su iniciativa, su espíritu emprendedor”.
(*) David Delgado es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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