Teodoro Santana * / Artículos de opinión.- Intersindical Canaria (IC) y su rama de Educación, el STEC, han anunciado una “huelga general en los servicios públicos” de la Comunidad Autónoma Canaria (CAC) para el próximo 16 de diciembre, en protesta por la modificación de las listas de reserva y los recortes presupuestarios en Sanidad y la Educación para 2010.
El concepto “huelga general” suena bien, aunque en realidad se trate sólo de una huelga sectorial. Y la causa es a todas luces más que justa. Pero claro, ocurre que los Presupuestos de la CAC inician su tramitación este 16 de noviembre, Y que dentro de un mes, en la fecha anunciada por IC, ya en plenas fiestas navideñas, esos Presupuestos (con sus negativas consecuencias) estarán aprobados o a punto de estarlo.
Nos encontraremos así con una huelga puramente testimonial, de un solo día y de prácticamente imposible prolongación por las fechas. Y, desde luego, sin ninguna eficacia. ¿Por qué, una vez más, condena STEC-IC una lucha al fracaso? ¿Por qué no convocar huelgas antes y durante la discusión de los Presupuestos? Desde luego, esas huelgas tenían que estar realizándose ya para defender miles de puestos de trabajo.
Detrás de la palabrería y los aspavientos radicales, solo cabe una explicación: la traición pura y simple. La connivencia de estos burócratas sindicales con sus amigos de francachelas y ex compañeros de partido y sindicato que componen la cúpula de la Consejería de Educación y otras del gobierno autonómico. Al igual que hicieron con la lucha por la homologación de los enseñantes con el resto de trabajadores de la CAC, se trata de montar el bluf, dar alivio a la presión generada por el descontento de los trabajadores y salvar la cara (menuda cara) haciendo ver que “se hizo algo”.
Se trata de un simple reparto de papeles, que no esconde sino la connivencia cierta entre la burocracia sindical y la burocracia política. Pero en ese “pacto de caballeros” la oligarquía colonial mantiene su control del presupuesto y sus fuentes de financiación con dinero público, mientras que los trabajadores solo reciben palabrerío radical hueco, gestos cara a la galería y la pérdida de su medio de subsistencia.
Desgraciadamente, conocemos a estos burócratas, auténticos desertores del tajo. Los que, cuando hay una convocatoria unitaria, como ocurrió recientemente, se llevan los carteles para arrimarlos sin pegar en una esquina de su local, cuando no los tiran directamente al contenedor de basura más cercano. Y sin embargo, corren y dan codazos para ponerse al frente de la pancarta y salir en la foto. Cuando presumen de ser un sindicato “nacional y de clase”, hay que preguntarse de qué clase, a qué intereses sirven.
Lo que decimos de STEC-IC, sindicato mayoritario en Educación, cabe extenderlo al resto de burocracias sindicales, cuya preocupación no es otra que asegurar su propia supervivencia a base de subvenciones y dinero para “cursos”. La realidad es que las trabajadoras y los trabajadores se ven indefensos ante un gobierno de la CAC totalmente lanzado a prácticas de clientelismo mafioso y a políticas de extrema derecha. Las maestras, las enfermeras y el resto de trabajadores afectados se ven desarmados.
Desconfían absolutamente (y con razón) de las burocracias sindicales. La actitud mayoritaria es la de resignarse y ponerse a estudiar oposiciones, a ver si hay suerte. Pero esa salida individual, esa “suerte”, va a llegar a muy pocos. Lo que se garantiza para la inmensa mayoría es el despido y el paro en año y medio. Sin hablar de lo amañadas que estarán tales oposiciones.
Sin embargo las compañeras y compañeros de Sanidad y Educación tienen otra opción: la defensa colectiva de sus puestos de trabajo, la lucha. Si los sindicatos burocratizados y entregados al enemigo no les sirven, bien pueden organizarse por sí mismas, convocar asambleas y movilizaciones y desbordar a esas burocracias sindicales. Sabemos que es difícil, y que se necesitan personas con determinación e iniciativa.
Pero no todo está dicho. Lo que parece imposible puede que no lo sea. De ellos mismos depende. En cualquier caso, como ya hemos señalado, lo que no se pelea no se gana. A luchar, y a no dejarse engañar.
(*) Teodoro Santana es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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