Orestes Martí * / Artículos de opinión.- Para nadie ya es un secreto que desde principios del siglo XIX los Estados Unidos aspiraron al dominio colonial de Cuba. En las primeras décadas de aquel siglo, Inglaterra se había opuesto a los planes norteamericanos al respecto. En realidad, los intentos del poderoso vecino del norte por apoderarse del archipiélago cubano tienen una historia de dos siglos y son la expresión concreta de sus concepciones imperiales de que Cuba les pertenece de hecho y de derecho y que, por tanto, tarde o temprano deberá ser anexada a los Estados Unidos.
Tales intentos han tenido múltiples formas de expresión, entre ellas: las de carácter político, como la "teoría de la Fruta Madura", esgrimida por John Quincy Adams en 1823, la Doctrina de James Monroe, en 1826; el "Destino Manifiesto", en 1845, la Doctrina Evarst, en 1878, la "Diplomacia del Dólar y la del Buen Vecino", de Roosevelt; o los intentos de compra directa a la antigua Metrópoli española: Polk en 1848, Pierce en 1853, Buchanan en 1857 y Ulises Grant, en 1869.
En una serie de artículos que escribí sobre determinadas "claves" en el tema de la Base Naval de Guantánamo (1) y que en su momento la publicación digital "Canarias Insurgente" llevó a formato .pdf, (2), me parece que dejé bastante claro que "El diferendo entre Cuba y los Estados Unidos no son, como se quiere hacer creer a la opinión pública, un conflicto entre el “régimen comunista de Castro” y los democráticos Estados Unidos de América".
Lo que no pudieron obtener en aquellos primeros intentos, lo lograron cuando intervinieron en la Guerra Hispano-Cubana de 1895, de forma oportunista y aunque sobre ello también he escrito en otras oportunidades, vale la pena recordar, grosso modo que aquella verdadera invasión norteamericana a Cuba, se inició el 20 de junio de 1898. Después de hundir la flota española en las afueras de Santiago de Cuba y de varias batallas en los alrededores de aquélla ciudad, en la que recibieron la ayuda de las tropas cubanas bajo el mando del General Calixto García Iñiguez, España entró en negociaciones y el 16 de julio, firmó un tratado de paz en la ciudad de Santiago de Cuba, el que fue seguido de un tratado formal, firmado en París el 10 de diciembre de aquel año –por ese motivo se le denominó “Tratado de París”- que es el que puso fin a la dominación española en Cuba y que desde luego se debe subrayar una vez más que se hizo de espaldas al pueblo cubano, que había sido el verdadero héroe de aquella contienda.
La primera intervención norteamericana comenzó el 1 de enero de 1899 y de forma inmediata se tomaron dos medidas: la primera, de carácter económico, consistió en la rebaja de los aranceles a los productos norteamericanos que llegaran al país y la segunda, perseguía un objetivo político: el desarme de la población, particularmente el Ejército Libertador de Cuba (ELC); es decir, prepararon de las condiciones indispensables que les permitieran el dominio económico y político del país.
Las condiciones objetivas en que la economía cubana había quedado después de la guerra (destruida gran parte de las riquezas económicas, abandono de la agricultura debido a la criminal “Reconcentración” implantada por el sanguinario Valeriano Weyler, desolación, hambre y miseria de la gran mayoría de la población), facilitaron la penetración del capital norteamericano.
El Generalísimo Máximo Gómez, no se escondía en mostrar su profundo disgusto por la forma en que se conducían los ocupantes yanquis. En su Diario de Campaña hizo dos anotaciones que son una muestra palpable de tales sentimientos: El 24 de septiembre de 1898 escribió: “... Según lo pactado entre España y los Estados Unidos, la evacuación por parte de los españoles, de la isla, se hará despacio y cómodamente, para después ocuparla los americanos. Mientras tanto, a los cubanos nos ha tocado el despoblado y por premio de nuestros servicios de nuestro cruento sacrificio; el hambre y la desnudez, que hubieran sido más soportables en plena guerra que en esta paz, donde no nos es permitido ostentar nuestros laureles tan bien conquistados...."; el 29 de diciembre de 1899 señaló: “Los americanos están cobrando demasiado caro con la ocupación militar del País, su expontánea (sic) intervención, en la guerra que con España hemos sostenido por la Libertad y la Independencia (...) La actitud del Gobierno Americano con el heroico Pueblo Cubano, en estos momentos históricos, no revela a mi juicio más que un gran negocio (...)"
Y gran negocio fue a partir de entonces sus relaciones con los gobiernos corruptos que en la etapa burguesa de la República, inaugurada el 20 de mayo de 1902, desgobernaron al país, hasta que el 1 de enero de 1959 tomó el poder en el archipiélago cubano una Revolución social de carácter popular, agraria y antiimperialista que, entre otras cosas, puso fin a ese gran negocio de la potencia imperial y en crisis su sistema opresor.
Era previsible la reacción que se produciría por parte del imperio y fue lo que aconteció: una verdadera guerra no declarada en las esferas económica, política y financiera para tratar de reducir y de aplastar al pueblo rebelde. Fue una reacción planificada, según documentos desclasificados recientemente, que perseguía rendir por hambre a todo un pueblo, mientras que otras acciones no se descartaban, incluyendo el terrorismo puro y duro.
Desde que se inició el eufemísticamente denominado "embargo", palabreja que tanto entusiasma a los mal llamados "medios de comunicación" (realmente "medios de propaganda" del establishment) y a los que desean cubrir su deshonor con una hojita de parra repleta de frases huecas, todas las administraciones imperiales han tratado de "domesticar", de doblegar la insubordinación del pueblo cubano; no sólo han fracasado, sino que han conseguido quedarse solos en la arena internacional.
La última votación en la Asamblea General de la ONU ha sido el clásico "puntillazo", nada más y nada menos que un record de rechazo para una política absurda, criminal y genocida que ha ocasionado pérdidas económicas incalculables para el pueblo cubano (las cifras que se brindan, sólo es un reflejo del real alcance) y lo que es más triste, pérdidas de vidas humanas, habida cuenta de que el criminal bloqueo alcanza hasta medicamentos de empleo en enfermedades graves.
En esta situación, ante el recién galardonado "Premio Nóbel de la Paz" (no se por qué se insiste tanto en que fue mal otorgado el premio, cuando en realidad fue un reconocimiento del establishment para uno de sus máximos exponentes y su gran esperanza de rostro amable después de años con el rostro más feo del imperialismo norteamericano -el de Bush- guerreando y haciendo de las suyas por todo el mundo); ante ese personaje, repito, se presenta la clásica decisión a tomar; en este caso concreto: levantar el inhumano bloqueo, condenado por todos, incluyendo ya hasta a los propios aliados, o seguir castigando la dignidad de un pueblo para satisfacer al insaciable Complejo Militar-Industrial-Mediático....
No parece mala idea recordar a Hamlet y a su clásica pregunta reflexiva en medio de aquel entorno corrupto que había perdido todo su esplendor:...
"...¡Todo esto es realmente apariencia, pues son cosas que el hombre puede fingir, pero lo que dentro de mi siento sobrepuja a todas las exterioridades, que no vienen a hacer sino atavíos y galas del dolor!..."
"Ser o no ser: He aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna, o tomar las armas contra el piélago de calamidades y, haciéndoles frente, acabar con ellas? ¡Morir..., dormir; No más! (3)
Se cuenta que para escribir la tragedia de Hamlet, William Shakespeare se basó en una de las leyendas de un historiador danés del siglo XII llamado Saxo Grammaticus, que en el año 1186, había hecho una recopilación de la historia de Dinamarca en un libro llamado "Historia Danicae", en la que se encontraba un cuento dedicado al príncipe Hamlet.
Entre la obra de Shakespeare y la de Grammaticus, hay una diferencia: el carácter "dramático" del Hamlet shakesperiano, mientras que en el cuento del historiador danés, el final es feliz y el príncipe termina con glorias y honores.. ¿Cómo terminará el de nuestro "galardonado"?
Orestes Martí
Las Palmas de Gran Canaria
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(1)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (I)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (II)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (III)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (IV)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (V)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (VI)
- Guantánamo: las claves están en el pasado (.. y VII)
(2) http://canariasinsurgente.typepad.com/textos/guantanamo_orestes.pdf
(3) Hamlet. William Shakespeare
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