J.M. Álvarez * / Artículos de opinión.- A juzgar por sus escritos, el periodista Antonio Burgos, estará disfrutando con la represión desatada en el País Vasco, cuyo objetivo es destruir la identidad de un pueblo. Como saben, el ilícito lehendakari, Francisco “el Patxi”, no escatima esfuerzos para implantar su tríada de “paz, democracia y comprensión”, y mientras desata pasiones y balas de goma, posa para la revista Vanity Fair, despatarrado en su trono, como un Nerón con gafas escuchando música, entretanto arde su Roma particular.
Al mismo tiempo que la Ertzaintza riega comprensión franciscana en la vía pública, recibiendo a cambio respuestas como la de Lekeitio, Antonio Basagoiti (jefe de Patxi) maniobra en los despachos, decretando que jugar a las cartas y al fútbol por afición, son delitos. En las calles, hombres, mujeres y niños, son golpeados con saña, pues “enaltecen el terrorismo” pidiendo el acercamiento de los presos, no ya sólo por éstos, sino porque sus familias, sin tener culpa de nada, son obligadas a recorrer miles de Kilómetros para visitarlos en lejanas cárceles, con el riesgo de perder la vida a causa de accidentes, como ya ha sucedido.
A Antonio Burgos- otrora cronista exaltado de los órganos sexuales de Juan Carlos de Borbón- lo descrito arriba le parece un sueño largamente anhelado. Se deshace en elogios hacia los dos partidos que representan el alma española, y espera que la labor que están desarrollando desde que usurparon el Gobierno vasco- tras un descomunal pucherazo-,logre, como en tiempos de Franco, que se mencionen en lengua castellana “los topónimos y nombres propios de las Vascongadas y nos enteremos todos” (sic). No deja de ser paradójico, que este defensor a ultranza del castellano, sólo sepa (que yo conozca) expresarse en andaluz.
Pero aún hay más. Burgos, se dará por satisfecho cuando a Patxi lo llamen don Francisco López, Presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, de ahí que españolee lo siguiente: “¿Qué lehendakari ni lendakari ni qué letxes? Y de Pachi o de Patxi, nada. Será un signo evidente de la reconquista de las libertades, entre ellas la de hablar en castellano” (sic). Para él, el fin justifica los medios; por tanto, le importa un rábano que excluyan a miles de ciudadanos, envíen al trullo a los revolucionarios y le partan la cara a los discordantes. Sabe que el régimen desea el premio gordo de una nueva reconquista, pero, por desgracia para él, Madrid no lleva todas las papeletas de la rifa.
Hace algún tiempo, Antonio Burgos definió “palmeros de Fidel Castro” a dos Premios Nobel de Literatura, sin valorar que sus logros literarios propios, no superan unas coplillas de carnaval y alguna habanera. Considerando su españoleo franquista de peineta, bata de cola y manojo de claveles- amén de loas ensalzadoras de testículos y penes regios- este chisgarabís ripioso, sí que lleva todas las papeletas para encumbrarse como palmero oficial del Reino Borbónico.
J.M. Álvarez
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