J.M. Álvarez * / Artículos de opinión.- En mi artículo “José Agramonte Leyva, el farsante de Camagüey”[1], denuncié las prácticas mafiosas de los “Gobiernos municipales de oposición” fabricados en Miami, para subvertir las tareas de los Gobiernos municipales elegidos por el pueblo. Para quienes no lo leyeran, les apunto, someramente, que en dicho artículo reseñé el contacto que tuve con José Agramonte, el presidente del “Gobierno” de Camagüey, donde le propuse que simulara ser víctima de una acción represiva del Gobierno cubano. Pocos días después, Agramonte publicó un comunicado informando que sufría acoso policial (inventado por mí), que fue recogido por algunos medios de la mafia extremista cubana.
Agramonte será un golfo, pero no es el único. Los disidentes, gracias al dinero que reciben, incluso de grupos terroristas, disfrutan de un nivel de vida superior al resto de la población que tiene que lidiar a diario con las dificultades derivadas, fundamentalmente, del bloqueo estadounidense. Yoani Sánchez y su gente- ideados para marcar diferencias con los desacreditados Martha Beatriz Roque y Oswaldo Payá, o pícaros como Agramonte- son más de lo mismo. Yoani vive de las rentas de los premios que le regalaron los enemigos de la Revolución, sus escritos no van mucho más allá de reseñar que no hay malanga en la bodega, pero tiene órdenes de publicar, aunque sea una patata.
Uno de los de su pandilla, el escritor Orlando Pardo Lazo, contaba no hace mucho en su blog: “Me paré. Fui a mi mochila. Conté. Tenía encima treinta pesos cubanos, dos pesos convertibles y cien euros para cambiar en el banco". La verdad es que llevaba mucho efectivo para un tipo que, tras vender su dignidad al mejor postor, no le publican nada en Cuba y fuera de la isla es, prácticamente, un desconocido. Como vemos, no existen grandes diferencias- a la hora de obtener dinero sin sudar el frontispicio- entre el iletrado José Agramonte, la “escritora” Yoani Sánchez y el erudito Orlado Pardo.
Para colmo, esa especie de decano de la “disidencia” llamado Armando Valladares (el “poeta paralítico” que no era ninguna de las dos cosas), podría enfrentarse a un proceso judicial en España por un delito de apropiación indebida, cohecho, tráfico de influencias, estafa y falsificación. La cosa no es baladí: se habla de decenas de millones de euros. Observando estas actitudes, pienso que esta fauna padece de una especie de locura monetaria compulsiva. Hasta Ernesto Hernández Busto, cubano de origen, residente en Barcelona- y organizador de las fantochadas habaneras de Orlando o Yoani- anda pidiendo dinero en su guirigay digital, “Penúltimos Días”.
Post Scriptum: Disculpen por tanto entrecomillado, pero es inevitable cuando se trata sobre una chusma que pretende aparentar lo que no es.
J.M. Álvarez
http://jmalvarezblog.blogspot.com
Comentarios