Genocidio en la Amazonia peruana / Rodrigo Núñez Carvallo.- El Maranón se tiñó de sangre. Bagua arde bajo las balas de García. Un año de movilización indígena no fue razón suficiente para derogar las draconianas leyes de la selva por el cual se rompe todo el esquema de propiedad de la Amazonia, en beneficio de poderosas fuerzas extranjeras: Las petroleras, mineras y agroexportadoras que quieren apoderarse de las tierras indígenas y los bosques de protección, el grupo Romero con Dionisio a la cabeza.
Los nativos no son ciudadanos para esta democracia, solo salvajes chunchos a los que hay que expoliar como en la época del caucho. La vida no vale nada cuando se trata de defender a los poderosos de la tierra. Un contingente de 600 efectivos de la Diroes pretendió desalojar la curva del diablo, vaya nombre para sugerente, y atacó a los nativos desde helicópteros. Estos no tenían más armas que sus flechas. Abajo yacían más de una decena de cadáveres. Ante ataque tan desproporcionado los nativos sacaron carabinas de caza y en los pueblos y vecindades se atacaron oficinas públicas, locales del apra y comisarías. La selva es un incendio. Aldito y Dionisio Romero deben estar sobándose las manos. Ha metido bala como ellos querían. Sus propiedades están a salvo. Detrás, un ejército de nativos lloran a sus muertos. ¿Es esto democracia? ¿Marchamos en los 4 Suyos para ver hoy este amargo espectáculo de una democracia secuestrada por el gran capital y un partiducho aliado a las fuerzas más oscuras de este país? Puedo creer acaso que esta es la democracia que soñamos cuando hicimos caer a Fujimori? ¿Acaso tiene razón histórica esta República?
Alan atravesó la curva del diablo. Su entreguismo y antipatria ha provocado la muerte de casi cuarenta amazonenses pobres, indefensos, gente que solo defendía su pedazo de chacra, su bosque protector. Han sido asesinados cruelmente para defender a chilenos, petroleras, al grupo Romero, y finalmente a un puñado de políticos que se beneficiarán con el remate del Padre Bosque. Triste destino el de este país y sus pueblos originarios. Hace 500 años que son despojados hasta de la vida en nombre de la modernidad, que no es sino la codicia hecha ideología.
Un obeso demonio se ha encarnado en el estado Peruano. Alan, mismo Sánchez de Losada, ha cruzado el rubicón de la perfidia. Yehude el terrorista, pasó a matar indígenas. Y el Apra ofició de mastín guardián del grupo Romero, devorándose a los olvidados hortelanos de la selva. Brack Egg, qué triste recuerdo. A Unidad Nacional y el fujimorismo le alcanzan también responsabilidades por esta masacre por no derogar las leyes en el congreso. ¿Dónde quedó la civilización? ¿Dónde el martirologio de Chanchán? ¿Tiene alguna importancia la política cuando velamos a los pobres de la tierra? ¿Puede alguien creer que en el Perú la democracia es consenso, ejercicio de la palabra racional y respeto de los derechos de los débiles?
Rodrigo Núñez Carvallo
Comentarios