El Riquel / El ábaco y los días.- Francisco León (*). No hace siquiera una semana que fue publicado en este medio digital (http://lavozdeicoddelosvinos.com/) un artículo mío sobre las viejas basuras y chatarras de El Riquel (Los príncipes de la basura). Fue un olvido imperdonable por mi parte dejar fuera de él la magnífica y ecologísima explotación de extracción y fabricación de áridos existente en la zona. Sus trabajadores, los mismos que han vertido al mar de esta costa residuos como calcinitas, arenas de desecho y quién sabe si otros productos, se han manifestado en las calles de Icod. Eran más de 600 o menos de 1.500. Quizá fueron menos los vecinos de la Playa de San Marcos los que en su día salieron a las calles y visitaron el Ayuntamiento de —nuestra— Racania para exigir el cese de las actividades mefíticas en El Riquel. Yo estuve allí ese día, y eché de menos, por cierto, a algún representante de esos trabajadores entre nosotros en un asunto de máxima gravedad que les concernía directamente; los mismos trabajadores que ahora, de repente, a toda prisa, piden una solución negociada. No voy tampoco a repetir ahora el sonoro «esto es una tomadura de pelo» argumentado por un dirigente local socialista cuando se le pidió acudir a pleno para interesarse por la situación de los obreros que trabajaban en El Riquel, no soy tan insolidario.
Hemos de tener claro quién o quiénes son los culpables, y desde luego no lo son los ciudadanos que cursaron la denuncia: la situación desesperada a la que hemos llegado en el caso Riquel es responsabilidad única de nuestros dirigentes políticos locales e insulares de hoy y de ayer: Juan José Dorta, Ricardo Melchior, Wladimiro Rodríguez Brito, etc. La querella interpuesta en 2004 por la Asociación de Vecinos de la Playa de San Marcos ha llevado a los tribunales a las empresas que destrozaban El Riquel y la vida cotidiana de los vecinos de la Playa; y también al antiguo Juan José Dorta. Por ello quiero reafirmar, desde este medio, mi apoyo incondicional a la Asociación de Vecinos de la Playa de San Marcos y a las medidas de presión que en su día adoptó. Más de 30, y hasta 40 años —que se dice pronto—, es el tiempo del que han dispuesto los políticos que vienen dirigiendo los destinos de los icodenses: más que suficiente para alcanzar una solución adecuada a los intereses de todas las partes. Aunque en estos asuntos suele olvidarse el interés de la parte más sensible: la naturaleza y nuestro futuro. El Riquel debe ser regenerado, y ese fin justifica todos los medios. Parece que Diego Afonso ha aprendido de la experiencia, pero no de la suya, sino del imputado Juan José Dorta. No deseará nuestro edil acabar con sus huesos en el juzgado, supongo. En el fondo no creo que su sensibilidad alcance para comprender el interés —puro y duro— de la naturaleza de El Riquel. Por ello apelo a la vigilancia. Debemos seguir alerta en este asunto y no permitir que el descontrol y la ilegalidad se prolonguen en El Riquel ni un día más. Debemos exigir que se saque a El Riquel del PIOT y se integre en el Plan Territorial Especial de Ordenación de Residuos de Tenerife. Además, los vecinos de San Marcos no deberían ceder a las presiones para que ahora se reabran temporalmente las actividades empresariales en El Riquel. Debemos continuar alerta. Porque, ¿qué será lo que ha de venir después de que se proceda al desmantelamiento de las fábricas y chatarras de El Riquel? Quizá algo peor o más lucrativo: una urbanización de chalets adosados, un polígono industrial o un parque temático disparatado. El balcón litoral de Racania, como se ha dado en llamar, debe ser lo que siempre fue: un litoral vacío y salvaje, eso es suficiente.
Francisco León
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