Isidro M. Rodríguez Cedrés / Artículos de opinión.- Literalmente un siglo haciendo películas de cine lleva la humanidad en los momentos que corren, primero con el cine mudo y el pianista de turno amenizando y creando ambiente, y poco mas tarde empezaban con las de guerra, eso sí dejando claro el radical concepto racista, y la mentalidad heredera de una reciente época colonial en que los salvajes son todos malos y necesitados de salvación pasando por lo del dios verdadero, el sometimiento, el abuso, la esclavitud y hasta la muerte aunque fuera innecesaria.
Claro queda por lo tanto que en las películas de indios y vaqueros los malos son los indios, y si vamos a por las grandes producciones bíblicas que vienen posteriormente apaga y vámonos con la parcial interpretación de los hechos e inventos.
La guerra de Vietnam, Kennedy, Martin Luther King, Cuba y del largo etc., etc. de acontecimientos que suceden a nivel mundial y que desembocan en el Mayo del 68 nos empieza a traer un nuevo cine bélico donde el auténtico héroe en verdad es el antihéroe, y cuando las causas perdidas e historias más humanas y personales captan mejor la sensibilidad del público del momento. De ahí y siendo testigos de la evolución final del siglo veinte, aquí estamos acabando casi ya la primera década de este nuevo siglo con superproducciones del calibre de Alejando Magno, Braveheart, o Leónidas y sus trescientos.
Entre ellas queda claro el paralelismo existente con respecto a que el enemigo era muy superior en fuerzas, y además viene amenazando una soberanía con una invasión y todos los males que sufre un pueblo después de una conquista. En síntesis eran menos pero más valientes y ganaron, Alejandro porque obviamente siguió adelante victorioso, en el caso de Wallace con la conveniente traición de un duque que luego será rey, y Leónidas con sus trescientos porque consiguieron retrasar lo suficiente a las tropas persas de Jerjes hasta su definitiva derrota de Salamina.
El que escribe la historia es siempre el que vence, y si no vence entonces y lo hace mas tarde, hará de aquella derrota anterior una epopeya militar como las que nos lega la historia y hoy el cine.
La razón de todo, es que en estos momentos en Montaña Blanca en Las Cañadas del Teide, se graba una superproducción que por la apariencia de escenario y atuendos me recuerda a Conan el Bárbaro, y por el mismísimo Mitra, que me da mucha rabia que el triste final de la ocupación española de Tenerife haya hasta ahora ocultado convenientemente la que probablemente fuera la mayor epopeya bélica en la historia de la humanidad, la Batalla de Acentejo: pero no como nos la quisieron dejar las crónicas sino mas cercana a la realidad de que se trataba del mejor ejercito de Europa en ese momento, el que recientemente rindiera a Granada, junto a canarios, gomeros, herreños, palmeros y guimareros conversos al cristianismo los que fueron derrotados en una de las gestas mas heroicas que haya protagonizado un pueblo en la historia. Por otro lado tenemos la derrota del imperio Inca por un bravo conquistador con unos siento setenta valientes soldados… como si importaran mucho los miles de aliados entre las poblaciones locales que aspiraban a quitarse el yugo cruel de los Incas ayudando al dios blanco que venía de oriente, solo para acabar en peor situación.
Definitivamente la Matanza de Acentejo es el lugar donde hombres de verdad lucharon y vencieron o murieron luchando y donde los cobardes huyeron para intentar borrar a su regreso las pruebas de lo acontecido y con ello el derecho a la dignidad del pueblo que mejor y mas tajantemente a demostrado la calidad de sus hombres en el campo de batalla, sería sencillamente maravillosa una película bien hecha sobre La Matanza.
Isidro M. Rodríguez Cedrés
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