Pedro Brenes * / Artículos de opinión.- La empresa individual y las pequeñas empresas familiares son parte esencial y necesaria del tejido productivo. Su aportación es fundamental pues constituyen la base del sistema económico y su actividad, sobre todo en los sectores agrícola y comercial, es tan importante que sin ellas todo el ciclo de producción-distribución-consumo-empleo se vería seriamente amenazado de paralización.
Sin embargo, el sistema capitalista dominado por los monopolios financieros, que controlan a las grandes empresas y a los bancos, no reconocen la importancia de las numerosas y eficientes pequeñas empresas familiares ni de los trabajadores individuales autónomos. Por el contrario, en su afán por acaparar el máximo beneficio las llevan a la ruina con impuestos proporcionalmente superiores de los que gravan a sus grandes competidores, y obligándolas a pagar altos intereses e innumerables tasas y comisiones a los bancos.
Hasta el punto de que muchas de ellas deben abandonar su actividad y cerrar ante la situación de verse “trabajando para el banco”, forzadas a competir en condiciones de franca inferioridad con las grandes empresas y contemplando como sus escasos beneficios son absorbidos por el costo de los créditos y las comisiones de gestión que los monopolios usureros, con la complicidad de los gobiernos a su servicio, les cobran.
Con cada crisis cíclica del capitalismo empeora la situación de los pequeños empresarios que son lanzados, cada vez en mayor número, al mercado de trabajo asalariado, avanzando y profundizándose el proceso de proletarización y de concentración del capital y de la producción en manos de los monopolios financieros.
El parasitismo explotador y especulativo del agonizante y decadente sistema capitalista, ha ido destruyendo el tejido productivo hasta llegar a la situación actual de estancamiento y de ruptura del ciclo económico por la reducción drástica de la demanda solvente y del consumo.
La clase social de los pequeños propietarios trabajadores son víctimas también, junto a los asalariados, de la crisis definitiva del capitalismo monopolista. Sufren, después de soportar las prácticas abusivas y explotadoras de las grandes empresas y de los bancos, el descenso de la demanda, la paralización de la actividad económica y la negativa de los banqueros a conceder créditos y a renovar las pólizas sin las que no puede sobrevivir ninguna pequeña empresa.
Ahogados por las deudas y con grandes dificultades para cobrar sus facturas, empiezan por prescindir de sus empleados, con lo que engrosan las filas de los parados y agravan la crisis al disminuir, aún más, el consumo. Enseguida han de retrasar los pagos a sus proveedores, por lo general también pequeñas empresas, que a su vez se ven imposibilitados de atender sus respectivas obligaciones crediticias y laborales. La espiral de la crisis económica crece así como una bola de nieve que aumenta imparable su volumen y su velocidad.
De esta manera se unen y coinciden los intereses de los pequeños propietarios y los pequeños empresarios trabajadores con los objetivos de los asalariados. Pues tienen un mismo enemigo: la oligarquía financiera propietaria de las grandes empresas y los principales bancos, que controla el Estado y dirige a los gobiernos a través de la financiación de los grandes partidos.
Y esta coincidencia de intereses frente al capitalismo monopolista, que nos está llevando al desastre social y la barbarie, debe conducir a la alianza de los trabajadores asalariados y los autónomos y pequeños empresarios contra esa oligarquía y esos gobiernos al servicio de los monopolios. Pues sólo la nacionalización de la banca permitirá poner en circulación los inmensos recursos que hoy mantienen paralizados e improductivos en sus sótanos acorazados y, movilizando esas inmensas riquezas ociosas para volcarlas en la inversión pública productiva, devolver la vitalidad al ciclo económico con la creación de empleo de calidad, reanimando la demanda y el consumo lo que provocará, a su vez, el aumento de la producción y el auge del comercio.
Sólo esta alianza social y política entre todos los trabajadores asalariados y autónomos con el objetivo de una distribución justa y solidaria de los recursos, por el pleno empleo estable y de calidad, por el control público del crédito y por la inversión social productiva y creadora de puestos de trabajo en los sectores clave de los transportes y las comunicaciones, la energía, la sanidad y la educación, hará posible la recuperación de la actividad productiva y comercial y la salida de la crisis.
(*) Pedro Brenes es Secretario General del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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