Teodoro Santana * / Artículos de opinión.- En la reciente reunión del G-20 en Londres, se presentó el “acuerdo” sobre los llamados “paraísos fiscales” como un gran logro que suponía, en palabras del español Zapatero, “el principio del fin” de éstos. Inmediatamente, la asociación de países imperialistas conocida como OCDE elaboró una “lista negra” de paraísos fiscales, en la que sólo aparecían Costa Rica, Filipinas, Malasia y Uruguay.
¿Pero de qué se está hablando? Un paraíso fiscal es un territorio o Estado que se caracteriza por aplicar un régimen tributario especialmente favorable a los ciudadanos y empresas no residentes, que se domicilien a efectos legales en el mismo. Típicamente estas ventajas consisten en una exención total o una reducción muy significativa en el pago de los principales impuestos, lo que ha permitido que hayan conseguido acumular un cuarto de la riqueza privada de todo el mundo, según el FMI.
En Estados Unidos son paraísos fiscales de hecho estados como Delaware, Wyoming o Nevada, además de las Islas Vírgenes que poseen en el Pacífico. Reino Unido tiene las Islas del Canal, la Isla de Man, las Islas Turcas y Caicos, Bermudas, Monserrat, Gibraltar, Anguila, las Islas Vírgenes británicas y las Islas Caimán. De hecho, el Reino Unido es un paraíso fiscal para personas con domicilio en el extranjero, incluso aunque sean residentes en el país (residencia y domicilio son conceptos legales separados en el Reino Unido), pues no pagan impuestos sobre los ingresos extranjeros que no se remitan al Reino Unido. Irlanda tiene una legislación similar.
En Europa son paraísos fiscales también Suiza, Chipre, Liechtenstein, Malta, San Marino, Andorra, además de colonias como las Antillas Neerlandesas o Aruba (Holanda). Igualmente cumplen esta condición países como Arabia Saudí, Bahréin, Emiratos Árabes Unidos, panamá, Bahamas, Uruguay, Seychelles, Singapur, Costa Rica, Macao y Hong Kong en China, y unos cuantos pequeños países insulares más del Caribe y del pacífico. Como ya señalamos con anterioridad, la OCDE solo incluyó cuatro de todos estos países y territorios en su “lista negra”.
El G-20 no se planteó, en ningún momento, cuestionar esta situación ni, mucho menos, acabar con ella. Los paraísos fiscales seguirán siendo territorios en las grandes corporaciones y los más poderosos capitalistas privados podrán seguir metiendo su dinero para no pagar impuestos.
¿De qué se habló entonces en Londres? Sólo de uno de los aspectos de los paraísos fiscales: las leyes de secreto bancario y de protección de datos personales, que hacen que los datos de accionistas y directores de empresas no figuren en ningún registro público, sino que se encuentren bajo la custodia de su representante legal, el llamado agente residente (registered agent). Y no para eliminar esta protección a los capitalistas, sino sólo para poder saltársela, en determinados casos, a petición de los países imperialistas.
Lo cierto es que la “lista negra” de la OCDE quedó vacía de contenido el pasado martes, cinco días después de haber sido divulgada a pedido del G-20. ¿La razón? Según la OCDE, Costa Rica, Filipinas y Malasia, los tres países que permanecían en su “lista negra” de paraísos fiscales, se comprometieron a adoptar “reglas internacionales básicas” sobre secreto bancario. Uruguay, el otro país que integraba la “lista negra”, se había asegurado su salida menos de 24 horas después de que fuera ubicado públicamente en ella.
Ahora los cuatro países han pasado a la denominada “lista gris” de la OCDE, que enumera las naciones y territorios que se han comprometido a adoptar estándares internacionales en materia fiscal, pero aún no lo hicieron.
En realidad, lo que ha hecho el G-20 es consagrar los paraísos fiscales, herramienta imprescindible para las grandes corporaciones capitalistas, para la financiación de ventas de armas, golpes de Estado y demás enjuagues, y para la evasión de capitales a gran escala, especialmente la procedente de aquellos países que les dé por poner impuestos elevados. A cambio, lo que persiguen es cierta capacidad de seguimiento de los que se han excedido perjudicando a los demás capitalistas. Y, sobre todo, darse un hipócrita lavado de cara ante una de las más impresentables lacras imperialistas.
(*) Teodoro Santana es miembro del Comité Central del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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