Pedro Brenes * / Artículos de opinión.- La V Cumbre de las Américas, reunida en la ciudad de Puerto España capital de la República de Trinidad y Tobago, en realidad no debió haberse celebrado. Algún presidente latinoamericano lo expresó claramente: el cónclave no merece tal nombre y, con total seguridad, será el último. Y la Organización de Estados Americanos (OEA), propulsora de estas cumbres, está condenada a desaparecer junto con el dominio imperialista de los Estados Unidos sobre los pueblos de Latinoamérica y el Caribe.
La principal razón que decidió a los gobiernos de la mayoría de los países del continente a aceptar la invitación del primer ministro triniteño, fue la de tener la oportunidad de exigir al presidente de los Estados Unidos el levantamiento del ilegal bloqueo a la Revolución Cubana. Y así ha sido en efecto.
Es evidente que la unánime solicitud del levantamiento del bloqueo a Cuba ha sido el tema central de la reunión. Y Obama se ha visto obligado a escuchar como los líderes americanos, uno tras otro, le han pedido que acabe de una vez con las presiones económicas ilegales contra Cuba.
La OEA nació como una herramienta imperialista de dominio sobre toda América Latina, conocida entonces como el “patio trasero” de los norteamericanos. Desde su fundación se utilizó para imponer a los pueblos gobiernos antipopulares, traidores y colaboracionistas con las grandes empresas multinacionales yankys. Fue usada también como instrumento de la Guerra Fría y para obtener mayorías mecánicas en las Naciones Unidas. Y, por supuesto, ante la ruptura con el control imperialista y la expulsión de las mafias y de las multinacionales norteamericanas de la isla, la OEA secundó la política de acoso económico y diplomático contra Cuba que hasta hoy mantiene el gobierno de los Estados Unidos.
Las cuatro cumbres anteriores (Miami 1994, Santiago de Chile 1998, Quebec 2001 y Mar del Plata 2005) se centraron en el empeño de sacar adelante el proyecto colonialista y neoliberal del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA). Pero, en las sucesivas reuniones, la creciente resistencia de los gobiernos y los pueblos al descarado saqueo comercial propuesto por Washington fue retrasando el acuerdo hasta que se produjo la ruptura y el fracaso definitivo en la que se celebró en 2005 en Argentina, donde quedó enterrado para siempre el intento de obligar a los países de Latinoamérica a permitir la entrada de todo tipo de productos norteamericanos y la libre actuación de sus empresas, al mismo tiempo que pretendían mantener las restricciones a la entrada de los productos del Sur en su mercado y continuar con las subvenciones a la exportación de sus mercancías.
El claro rechazo a este intercambio injusto y desigual condenó tanto al proyecto neocolonialista ALCA como a la caduca OEA. Porque la Organización de Estados Americanos, que se ha ganado con todo merecimiento el apelativo de “ministerio yanky de las colonias”, acumula tal historial de ignominias y vilezas, de traiciones y servilismo hacia los Estados Unidos y su política de apoyo a todas las dictaduras y a todos los crímenes contra los pueblos de América incluyendo intervenciones armadas directas e indirectas, con participación de las fuerzas militares norteamericanas o por medio de la CIA y los generales fascistas formados y financiados por ellos, que no tiene, a estas alturas, la menor posibilidad de perpetuarse. Simplemente debe desaparecer.
La expulsión de Cuba, poco después del triunfo de la Revolución, no es el menor de los estigmas de esa institución. Pero la historia le ha dado la razón a la Revolución Cubana. Después de cincuenta años de dignidad, toda América (incluyendo al pueblo trabajador de los Estados Unidos) apoya el fin del embargo y de los intentos de aislamiento político de Cuba.
Todas las relaciones diplomáticas rotas bajo la presión imperialista se han reanudado, y el ascenso de la conciencia política y del espíritu patriótico, revolucionario y socialista de las masas trabajadores latinoamericanas hacen avanzar la solidaridad, la admiración y la simpatía de millones de oprimidos de todos los países de América hacia la heroica resistencia antiimperialista del pueblo cubano, de su partido comunista y de sus líderes históricos.
Hoy Cuba participa activamente en el proceso unitario que se despliega cada vez más intensamente a través de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y mantiene amplias relaciones comerciales y políticas, no sólo con los países hermanos del continente, sino con todos los Estados del mundo. Los que, en definitiva, han quedado aislados como demuestra el desarrollo de esta Cumbre de Puerto España, son los Estados Unidos. Y, si quiere salir de este aislamiento y conservar su imagen de hombre progresista y de político civilizado y razonable que tanto cultiva, al presidente Obama no le quedará más remedio que, después de levantar las inhumanas prohibiciones sobre encuentros familiares de los cubanos, acabar con todo el entramado de normas ilegales que conforman el bloqueo a Cuba.
Y debe entender, además, que nada van a obtener a cambio los reaccionarios ni las mafias de Miami. Porque el retroceso general de las posiciones imperialistas en el mundo, como consecuencia de la aparición brusca de su crisis económica definitiva, y el ascenso imparable de nuevos centros productivos en torno a los Estados antiimperialistas y socialistas, indican claramente que ya han pasado los tiempos de las amenazas militares y los chantajes políticos.
(*) Pedro Brenes es Secretario Nacional del Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)
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