José Antonio Linares Moleiro / Artículos de opinión.- Desde el momento que comenzó la lucha contra el proyecto del puerto de Granadilla, se evidenció el devastador impacto medioambiental que sufrirían los sebadales de la costa granadillera incluidos en el LIC que lleva su nombre, pero pocos sabían definir claramente que son estas plantas marinas, qué importancia tienen para el ecosistema y, las repercusiones sobre el hábitat de la zona.
A todos nos quedó muy claro todas estas preguntas, con la actuación de la comunidad científica de Tenerife, al convocar la manifestación del pasado 14 de marzo y explicando detalladamente que los sebadales no son simples hierbas que crecen en cualquier sitio, que su importancia para la vida marina y terrestre es primordial, que cumplen una misión vital en el ecosistema y, que por supuesto, no pueden ser transplantados como si de macetas de geranios se tratase.
La clase magistral de la comunidad científica de Tenerife, debería haber zanjado cualquier debate o interpretación sobre este tipo de flora marina y haber hecho frente común en su defensa, en cambio observamos como un periódico, cuyo nombre es mejor no recordarlo, califica a los catedráticos y profesores universitarios de analfabetos, de traidores de Tenerife y, otras tantas lindezas. No sólo queda ahí la desinformación sobre el tema, sino que una concejala del ayuntamiento de Santa Cruz, se atreve a afirmar que “el sebadal es cuando te coge una ola y te revuelca y sales arañada, es eso”. ¡Chiquito argumento científico!
Ya no es extraño ver estos discursos disparatados de nuestros representantes, recordemos la explicación de otra concejala sobre las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), inscritas en el ayuntamiento capitalino. Argumento explicativo que recorrió el estado nacional, para vergüenza ajena de todos.
Otra de las “perlas dialécticas” que hemos oído recientemente, ha sido el comentario al apagón del pasado 27 de marzo, que preguntado al alcalde de Guía de Isora, sobre el tema del día, se atreve a informar que las turbinas instaladas en Chío, podrían ponerse en funcionamiento para dar energía eléctrica a los municipios de Guía de Isora y Santiago del Teide. Todo esto como si la solución al apagón es poner más centrales térmicas en la isla, sin contar con ningún asesoramiento técnico cualificado.
Anonadados nos quedamos al oír semejantes argumentos, tardamos mucho tiempo en digerir, si es que esto se puede digerir, comprobando que las turbinas instaladas en Oroteanda continuaron funcionando sin que ello repercutiese en que Arona tuviese luz. La central térmica de Granadilla continuó su funcionamiento, central que suministra a toda la isla, pero el municipio granadillero también estuvo a oscuras. Los seis generados instalados en la subestación de Los Pajales, con capacidad de producción energética de más de 8 Mw. también estaban funcionando, sin que aportase solución a la ciudadanía.
Este tipo de mensajes o declaraciones se suelen dar cuando la población es receptiva, por las circunstancias del momento, con el fin de poder calar en la ciudadanía deseosa de que alguien aporte soluciones a ese shock transitorio que esta sufriendo. Estado en el cual la reacción de la persona es exigir una solución inmediata. Periodo de tiempo que no desperdician los responsables institucionales para actuar y hacer de su pensamiento, intención o idea, la “única verdad”. Sabedores de que ese mensaje es asimilado como un veneno endulzado, con consecuencias letales para quienes pretendan o dispongan de una alternativa a tales desmanes. Oportunismo que puede ser aprovechado para implantar sistemas o modelos de conductas sin oposición alguna, tal y como explica Naomi Klein en su libro “La doctrina del Shock el auge del capitalismo del desastre”, que afirma: “En esos periodos maleables, cuando no tenemos un norte psicológico y estamos físicamente exiliados de nuestros hogares, los artistas de lo real sumergen sus manos en la materia dócil y dan principio a su labor de remodelación del mundo.”
Toño Linares
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